El presidente de Ecuador Rafael Correa durante una entrevista en el Ciudadano en 2010 en una fotografía difundida por la Agencia de Noticias Andes
“Nada está ganado, lo tenemos que ganar día a día”, decía este domingo el presidente de Ecuador, Rafael Correa. Y no le faltaba razón, desde que su movimiento político, Alianza País, subió al poder en 2007 no había perdido ningún proceso electoral o referéndum.
Sin embargo, esta vez, en las elecciones municipales que se celebraron el 23 de febrero, la derecha se impuso de manera aplastante en las tres principales ciudades del país: Quito (la capital), Guayaquil y Cuenca.
Además, lo hizo por una amplia mayoría. En Quito Mauricio Rodas se impuso con el 58,7% de los votos, frente al actual alcalde Augusto Barrera, 39,5%; en Guayaquil, Jaime Nebot conserva el ayuntamiento con el 60%, mientras que el opositor Marcelo Cabrera consiguió la alcaldía cuencana con más del 50% de los votos.
El caso de Guayaquil no es de extrañar, aquí siempre gana la derecha, pero hasta ahora Quito era el gran bastión del oficialismo, el corazón de la Revolución Ciudadana, como llama Correa a su proyecto político. Además, el oficialismo también perdió Cuenca, la tercera ciudad del país.
Así que pese que el movimiento político del presidente si impuso en 9 prefecturas, de las 23 que tiene el país, y en un centenar de alcaldías, de las 221 que hay, Correa reconoció que “ha sido doloroso”.
También se debe tener en cuenta que una cosa son las elecciones locales y las otras las nacionales. Por ejemplo, la mayoría de los quiteños no aprobaban la gestión de Barrera en la capital.
No obstante, Alianza País debe sacar una lección de esto y empezarse a replantear que si quiere ganar las elecciones del 2016 debe tomar otro rumbo, más conciliador o más dialogante, sobre todo, porque la gran imagen de este movimiento político, Correa, no se podrá presentar en esas elecciones porque la ley ecuatoriana solo permite que un mismo mandatario esté dos legislaturas.
Hace un año, el febrero pasado, Correa se impuso y fue reelegido como presidente en la primera vuelta y, actualmente, su gestión, tiene un respaldo del 60%. En 2013, Alianza País también logró la mayoría absoluta en la Asamblea, por lo que en este año tanto el presidente como su movimiento han podido gobernar solos, sin necesitar pactar con nadie.
El movimiento Alianza País llegó al poder por primera vez en 2007 con un amplio apoyo popular, especialmente, de los sectores de izquierda, indígenas y medioambientalistas. Además, el cambio del gobierno hacia unas políticas más extractivistas como la explotación de una parte del Parque Nacional Yasuní ITT o la licitación de la primera concesión minera a gran escala a una empresa china lo han alejado a sus socios ahora en la oposición.
Esto, seguramente, también le ha pasado factura en Cuenca donde hay una gran oposición a los proyectos mineros del gobierno, que se concentran alrededor de esta ciudad o en provincias cercanas; mientras que en Quito la manifestación contra la explotación del Yasuní ha sido una de las más grandes desde que Correa asumió por primera vez la presidencia en 2007.
Ahora, a Correa se le pone un panorama difícil, porque como él mismo afirmaba, no es lo mismo gobernar un país con alcaldes a fines a otros de políticas totalmente contrarias como en el caso de las tres ciudades más grandes del país.
Por eso, el mandatario reconocía “nada está ganado, lo tenemos que ganar día a día” y si quiere que su proyecto político tenga más vida más allá de él, Alianza País y el mismo presidente tendrán que volver a escuchar y acercarse al pueblo que confió en ellos.
Núria Segura Insa
@Nuriasein
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