Ecuador, un síntoma desagradable

Los sucesos de Ecuador, leídos desde la cercanía lejana de mi estancia en Lima, cercana por ser país vecino, lejana por estar casi secuestrado por mis actividades profesionales, me lleva a pensar varias cosas.

Lo primero es ver como la política en el Ecuador, y en otros muchos países latinoamericanos también, son hiperpersonalistas hasta el punto de dar prerrogativas casi sin distinción de poderes al presidente de la nación, Rafael Correa tiene, por ejemplo el derecho de veto de las leyes que salgan del legislativo lo que de facto hace que asuma funciones de ejecutivo y de legislativo. Por otro lado los poderes económicos, políticos o de facto llegan hasta el punto de coaccionar a las sociedades que el ejercicio de la democracia siempre se realiza desde esas claves básicas e ineludibles de pleitesía o vigilancia beligerante. En este caso la ley que presuntamente atacaba los beneficios de la policía se ha encontrado con la presión insostenible de una protesta inaceptable, que provoca el caos y, después, un desplante violento y agresivo con el presidente delante que ha tomado cariz de golpe de estado, asonada o pronunciamiento muy “a la latinoamericana” con esos guiños de opereta que tanto daño hacen a la credibilidad de la democracia.

Por otro lado Rafael Correa el presidente electo y democrático del país andino, quizás hinflado de un populismo derivado de sus exitosos mítines delante depúblico afecto presentía o quería poner en escena el acto propagandístico de presentar la ley que recortaba algunos beneficios a la policía en su propio sancta sanctórum, en su cuartel general. Como es natural la queja se ha producido lo que nadie pensaba es que tomara ese cariz agresivo del secuestro, la necesidad del estado de excepción y la liberación por parte del ejército. Una asonada que sin paliativos y sin duda ha sido condenada por todos los países del entorno y de Europa.

También hay que echar en cara que todo este espectáculo origine, con algo de alipori, un presidente agredido, en su persona y en la institución que representa, un algo de teatro y de afectación, no hay más que ver como sus acompañantes observan impertérritos a un teatral Correa liberado y, después, un Correa abriéndose el pecho desde una ventana. Que se aproveche el hecho vergonzante de la violencia y la retención para dar ese paso propagandístico no dice mucho de la democracia ecuatoriana.

En fin y en resumen, un gesto más que atenta contra la imagen de seriedad que Ecuador, convulso de políticos “publicistas” en los últimos quince años, querría afrontar. También una idea, generalizada, sobre los poderes que controlan esas democracias, siempre párvulas aunque tengan décadas de vida y, por último una necesidad, casi imperiosa, casi orgánica de salir en los noticieros, provocar el escándalo, epatar que solo hace pensar en democracias teatrales, sociedades vigiladas, políticos populistas.

Recuerdos del día de mañana observando Quito desde Lima.

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Imagen: http://www.que.es/ultimas-noticias/internacionales/201009302005-correa-denuncia-intento-golpe-estado-cont.html

Despierte el alma dormida, avive el seso e despierte. A fin de cuenta sino pensamos y vivimos para que queremos estar. Los pensamientos de hoy son recuerdos del mañana que tenemos hoy.