Me gusta escribir este blog pero la dureza de este inicio de 2012 me ha impedido centrarme en lo que me gusta para seguir haciendo, muchos meses ya, lo que las circunstancias obligan: atender permanentemente lo “urgente” en lugar de lo que consideramos verdaderamente “importante”.
Tomar un avión, además de servir para llegar a un lugar en el que hay asuntos que resolver, sirve para sentarse en un asiento (del aeropuerto) y esperar. A veces minutos, a veces horas. Siempre tengo algo que leer cuando voy hacia el aeropuerto. El viaje también sirve para eso, pues no me suele gustar mirar la pequeñísima pantalla alojada en el asiento de delante. Tomar un avión me sirve para cerrar los ojos y dormir o abrirlos y leer. También leo en otros sitios, siempre que puedo, pero no sé por qué, en los aeropuertos y en los aviones leo más y mejor.
El pasado 14 de marzo me llamó la atención un artículo de opinión de Jordi Muixi (EL PAÍS, página 27, la extrema derecha económica). Su inicio despertó mi curiosidad:
De lo mucho que se ha hablado hasta ahora de la crisis económica hay dos aspectos que resultan sorprendentes: el tratamiento de la economía como una ciencia pura que no admite discrepancias y su carácter (políticamente) aséptico, desvinculado de cualquier ideología. Parece como si todo lo que está pasando sea irremediable, que nadie sea responsable, que nadie sea dueño de su vida y que todos aceptamos resignadamente las consecuencias deshumanizadoras de una enfermedad que nos destruye como personas y como sociedad.
Nunca había pensado en la crisis de esta manera, pues lo he hecho siempre desde la perspectiva contraria, pensando que lo que está ocurriendo sí que tiene ideología: una extrema derecha neoliberal que ha atrapado en sus redes a la mayoría de la población de una determinada parte del mundo.
En el tercer párrafo del artículo, el periodista ya explica que en realidad la ausencia de ideología se refiere a la veneración y obediencia ciega a una ideología única: la del propio dinero.
No es capitalismo regulado, sino la forma más salvaje de capitalismo despojado de cualquier aspiración moral que solo responde a los intereses de lo que podríamos denominar la extrema derecha económica.
Con todo, lo que más me gustó del artículo fue su final:
¿Acaso no fue ideológico permitir al mundo financiero la brutal irresponsabilidad de las hipotecas basura?
Al igual que yo, Jordi Muixi aprovecha su paso por los aeropuertos para leer todo lo que cae en sus manos o se encuentra en la visual de sus ojos:
Hace algunos años, en un aeropuerto extranjero, me topé con una inmensa pared en la que solo había un diminuto anuncio publicitario. Se veía la imagen de una tarjeta de crédito y debajo se leía: “todo lo demás es exceso de equipaje”. Si esa extrema derecha económica consigue que nuestro exceso de equipaje sean los sentimientos, la relación con los demás, la exigencia de dar un sentido a nuestra vidas y reivindicar una sociedad más justa para nuestros hijos, es posible que la peste (en referencia a la novela de Albert Camus, donde la peste se propaga a través de lo más oscuro del ser humano) esté cerca. Entonces cabría preguntarnos por el motivo del propio viaje y hacia dónde nos dirigimos realmente.
LC-Architects
Buenos Aires – Madrid
Fotografía: Albert Camus