Revista 100% Verde

Edificios de consumo de energía casi nulo: más dudas que certezas

Por Jjcc
magen del patio interior del Boletín Oficial de la Región de Murcia, edificio que produce gran parte de la energía que necesita y almacena agua de lluvia para el riego de jardines y para la limpieza (fotografía David Frutos)

Imagen del patio interior del Boletín Oficial de la Región de Murcia, edificio que produce gran parte de la energía que necesita y almacena agua de lluvia para el riego de jardines y para la limpieza (fotografía David Frutos)

La estrategia Europa 2020 tiene como uno de sus cinco objetivos fundamentales acometer el problema del cambio climático y el de la energía mediante la famosa meta 20-20-20: Reducción de emisiones de efecto invernadero, aumento del peso de las energías renovables y por último mejora la eficiencia energética. Los dos primeros puntos van por buen camino a nivel europeo (no así en el caso de las renovables en España), pero el objetivo relativo a la eficiencia energética no parece que vaya a cumplirse.

Es por eso que la Comisión Europea está haciendo grandes esfuerzos en tomar nuevas medidas para conseguir ese fin, como es el caso de la directiva 31/2010/UE de eficiencia energética de los edificios, que todavía no tiene trasposición en España. Esta directiva establece de un nuevo concepto: El edificio de consumo de energía casi nulo, EECN (nearly zero energy building, nZEB). La directiva prevé que a partir del 31 de diciembre de 2020 todos los edificios de nueva construcción respondan a este concepto, aunque el plazo se adelanta al 31 de diciembre de 2018 para los edificios públicos.

¿Pero qué quiere decir EECN? Ciertamente hay todavía temas algo ambiguos que tendrán que definir cada una de las trasposiciones nacionales en sus respectivos países, pero hay dos objetivos generales marcados: Uno que los edificios deberán ser mucho más eficientes a la hora de gestionar sus consumos energéticos, y dos, que la (poca) energía  necesaria para hacer funcionar las instalaciones del edificio deberá estar suministrada en gran medida por fuentes renovables. El primer punto forma parte de la lógica evolución que estamos viendo de forma cotidiana tanto en nuestros electrodomésticos como en las instalaciones de climatización o iluminación; ahora habrá que hacer un mayor esfuerzo en esa misma línea incluyendo el propio diseño arquitectónico. La segunda parte atañe a las renovables y supone un importante cambio de paradigma en la manera en que entendemos hoy en día la producción energética, ya que podría abrir la puerta a un nuevo modelo de gestión no basado en la producción centralizada sino en las redes distributivas.

Para los profesionales que estamos relacionados con la arquitectura y la ciudad este nuevo concepto supone un cambio sustancial a la hora de pensar y proyectar los edificios, sin embargo a día de hoy son más dudas que certezas las que se plantean en torno a los EECN. Esto no es algo peyorativo, sino la constatación de que estamos en un momento crucial para definir el futuro de nuestras ciudades.

Algunas dudas que la directiva no resuelve estarían relacionadas con su misma esencia. Por ejemplo, en general la preocupación que transmite la directiva parece estar centrada en la eficiencia y no tanto en el ahorro, por lo que, conociendo la paradoja de Jevons, su verdadero objetivo nos plantea dudas. Tampoco parece tener muy en cuenta a un agente importante en esta cuestión, como son los propios usuarios, sin los cuales no podemos completar una solución satisfactoria. Por otro lado, si tenemos en cuenta el ciclo de vida completo de los edificios, se calcula que en su construcción y posterior demolición se consume un 40% de su energía, y el restante 60% durante su fase de uso. La directiva sólo habla de la fase de uso, por tanto nos preguntamos qué ocurre con ese importante porcentaje que queda sin acometer. Se echa en falta también un acercamiento al problema desde una escala urbana, porque quizá sería más sensato plantear barrios de consumo de energía casi nulo, en donde los edificios pudieran funcionar como nodos de producción eléctrica integrados en una red distributiva, compensando sus sobrantes con el consumo de otros nodos. Como mínimo no parece sensato hablar de ahorro a escala global sin plantearse el modelo de ciudad, su densidad, la integración de usos, etc.

Estas y otras cuestiones quedan en el aire para que las vayamos resolviendo. Pero desde luego el panorama que se nos presenta es realmente apasionante y esperemos que dirigentes y profesionales seamos capaces de ver el potencial de este nuevo marco legal.

Precisamente a finales de noviembre se celebró uno de los foros importante para esta cuestión: El 11º Congreso Nacional de Medio Ambiente en Madrid. Uno de los grupos de trabajo del comité técnico debatió sobre la eficiencia energética en los edificios, y tuvo como uno de los temas de su agenda los EECN y sus repercusiones en nuestras ciudades del futuro cercano.

Pablo Carbonell Alonso, arquitecto de Ecoproyecta

Miembro del grupo de trabajo “Eficiencia energética en la edificación” dentro del comité técnico de CONAMA.


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