Revista Viajes

Edimburgo, la ciudad de las dos caras

Por Rafael @merkabici
Edimburgo, la ciudad de las dos caras

, la capital de Escocia, es la segunda ciudad más visitada del Reino Unido, un destino perfecto para descubrir los secretos de una tierra llena de orgullo, un castillo símbolo de pasado y presente, la calle medieval con el mayor número de historias de fantasmas de Europa, el mejor whisky del mundo y hombres a los que no les da vergüenza llevar faldas. Todo ésto es Edimburgo.

Edimburgo no sería Edimburgo sin su castillo, del que dicen es el más bonito de toda Escocia. Levantado sobre un volcán extinguido, ha sido el verdadero guardián de la ciudad desde el S. XI. Para los escoceses tiene un valor simbólico enorme y para los turistas es uno de los lugares donde disfrutar de unas vistas inmejorables de la ciudad. Cada día desde 1861, excepto los domingos, se dispara uno de los cañones a la una de la tarde, esto se hacía para informar de la hora a los marineros que se encontraban faenando en el puerto de la ciudad y hoy en día se ha convertido en todo un reclamo turístico.

Desde el castillo parte la Royal Mile, la arteria principal de la ciudad medieval, Old Town, con uno de los cascos históricos más impactantes de toda Europa y desde aquí uno entiende porqué Edimburgo se ha convertido en Patrimonio de la Humanidad.

El aumento de la población favoreció la construcción de los primeros rascacielos, edificios de cinco, seis y hasta once plantas donde cohabitaban todo tipo de clases sociales siendo el asombro de la época.

En Old Town, a través de pasadizos y callejones, se accede a lo más fascinante de Edimburgo: tabernas, tiendas oscuras y casas donde vivían juntos los mercaderes, los artesanos y nobles desde la Edad Media hasta el S. XVIII, donde la peste, el hambre y la miseria eran frecuentes.

Hace cuatro siglos y debido a un brote de peste, cientos de personas fueron aisladas en el subsuelo de Royal Mile. Hay quien dice que sus espíritus vagan libres por sus pasadizos y sacan de quicio a aquellos que pueden sentir su presencia. Hoy en día estos pasadizos los pueden visitar los turistas para ver en las condiciones infrahumanas que allí vivían.

La bebida escocesa nacional es el whisky, más de mil millones de botellas de esta bebida se exportan al cabo del año. Los ingredientes son puramente escoceses, agua y cebada que generalmente está malteada con turba. En Edimburgo se bebe whisky en las bienvenidas y en las despedidas, incluso los tratos de negocio se sellan con él.

Para divertirse en Edimburgo no es necesario hacer un gran esfuerzo, es muy elevado el número de pubs con espectáculos en directo, encontrándose en el casco antiguo los más característicos. En estos sitios, la cerveza y el whisky son exquisiteces que se eligen en cartas tan amplias que uno puede llegar a perderse en ellas.

Es inevitable detenerse en alguna de las tiendas que venden los tradicionales kilt o faldas escocesas, tejidas con lana de excelente calidad y adaptadas en diseño al paso del tiempo. El kilt es todo un símbolo para los escoceses y lo utilizan en multitud de eventos.

De la parte vieja pasamos a la parte nueva, la New Town, construida en el S. XVIII y que posee los mejores ejemplos de urbanismo neoclásico de toda Europa con magníficas muestras de arquitectura georgiana. En el pasado, Edimburgo fue la ciudad más rica de Europa por ser centro de finanzas y compañías aseguradoras.

Uno de los mejores miradores de la ciudad es Calton Hill, de visita obligada para observar esta ciudad donde historia y leyenda se unen para ofrecer a todo el que viene la verdadera esencia de Escocia.

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