Foto de archivo de R42
¿Hace cuanto tiempo no se ve la sección de discos compactos de cualquier establecimiento llena de gente? La respuesta es clara, este formato ha caído en cierta manera en el olvido. Las vueltas infinitas de los CDs se han sustituido por los pequeños dispositivos portátiles como el reproductor mp3. Es más, muy pocos escuchan un cederrón mientras teclean en su ordenador, directamente acuden a páginas Web como YouTube o programas tan extendidos como Spotify, un lugar donde escuchar música gratuitamente sin necesidad de descarga, lo que se denomina “en streaming”.
Al analizar las dificultades de desarrollo actual de los discos compactos y escuchar la opinión a aquellos fieles oyentes de música se pueden advertir dos problemas, tanto los vendedores como los consumidores han dejado a este producto de lado. Ha disminuido la venta de reproductores de manera más que sustancial. Si no se ofrece una variedad con perspectivas de mantenerse en el futuro de medios para utilizar los discos, ¿se seguirán comprando? No. Pero además, la idea de que los CDs son demasiado caros es muy extendida entre los usuarios. He aquí una cuestión: ¿Parece un producto nada barato porque en verdad lo es? ¿O quizás se piense al compararlo con otros medios gratuitos de escucha y descarga de música que hay en la actualidad?
Es cierto que la venta de CDs ha disminuido por unas u otras razones, pero todas ellas referentes al avance y al desarrollo. A pesar de ello, hoy en día se consume mucha más música de la que se ha venido consumiendo hasta ahora. Y para muestra un botón, la variedad y cantidad de conciertos que se ofrecen ha aumentado. Si se entra de lleno en los conciertos surgirán varias preguntas:
¿Por qué se prefiere pagar una cantidad mayor de dinero por un instante como es el caso de los conciertos, que por algo que podrás almacenar en tu estantería para toda tu vida? Aquí volvemos a la gratuidad de la cultura. Si se tiene el disco compacto completo sin pagar en Internet, el público prefiere gastar nuestro dinero en algo que se trata de vivirlo, no de poseerlo. Un momento “mágico” que solo se puede vivir una vez, algo irrepetible. Un momento, que seguramente se agradece a amigos o familiares que normalmente son los que recomiendan acudir a estos eventos. Luego uno mismo se convierte en la fuente de la “experiencia” para otros amigos, y así sucesivamente.
Lo que es indudable es que los festivales de música son aquellos que resisten mejor los vaivenes de la industria musical. Lugares turísticos reciben al año millones de jóvenes que eligen ese destino simplemente por acudir a un festival en concreto.
En cuanto a los cantantes y grupos ¿son capaces de superar esa disminución de la venta de CDs con lo que se embolsan en sus conciertos? Es verdad que la tendencia actual no es la misma que antes, ahora los grupos han aceptado que deben ganar dinero, ya no tanto del CD, sino de eventos, recitales y conciertos. Y se han puesto las pilas. Las giras son cada vez más largas, se llegan a ampliar al mayor número de países posible. Ya no les vale con pequeñas salas fáciles de llenar. Ahora aspiran a vender todas las entradas de grandes auditorios, con más capacidad, más público, y por tanto más dinero.
Al hablar de espectadores y músicos a la vez, ¿Los fans salen convencidos de los conciertos y dispuestos a comprarse el disco del grupo? Siempre que se hable de conciertos, y normalmente no gratuito, se cae en la cuenta de que a ellos acuden verdaderos fans y por ello seguramente salgan con ganas de comprarse el cederrón, el recopilatorio, la camiseta promocional o lo que haga falta. Es más, saldrán tan convencidos del concierto (obviamente solo en el caso de que el concierto mantenga o supere las expectativas), que volverán a su siguiente recital, esta vez seguramente pagando más dinero por el aumento de la fama del grupo según avanza el tiempo.
¿Es el fin del CD?, como ha pasado con el vinilo ¿se quedará en un mero artículo para mitómanos y coleccionistas? ¿Tiene futuro? Todo avanza, surgen nuevos dispositivos, ya pasó con el casete, y ahora está sucediendo algo muy parecido con el disco. Los aparatos actuales son más cómodos, más rentables, y más duraderos, al menos a corto plazo, posiblemente a largo plazo den el relevo a otros más modernos, que seguirán sorprendiendo y que despertarán de nuevo esa añoranza por escuchar música en aquellos antiguos cachivaches, pero sobre todo harán que se siga disfrutando de la música, porque ¿sin ella seríamos capaces de soportar el día a día?
Ruta 42