Me cuesta creer que hoy día, casi todos los niños tienen ordenador en su casa pero no en el colegio, estos niños de ahora nos llevan una gran ventaja tecnológica, no vamos a su ritmo, la brecha generacional es enorme, no tienen nada que ver con los chicos de hace diez años, el cambio que se está dando es como el que se daría al pasar de la edad de piedra a la revolución industrial.
Pero paradójicamente -y desde mi punto de vista- hace falta que vuelvan algunos profesores de antes, tengo claramente en mi memoria cuáles fueron mis mejores profesores y pienso que esos harían una labor estupenda hoy día, porque eran guías del aprendizaje, que apoyaban a sus alumnos y les entrenaban para que su pensamiento se formara, no gastaban tiempo en mandar a callar a sus alumnos (como sucede hoy) porque ya todos estábamos con la boca abierta y en un silencio sepulcral para no perdernos ni una sílaba de lo que ellos nos decían.
En los colegios hay una lucha con los alumnos porque a los 9 años tienen móvil, y lo que hay que asumir es que lo tienen y lo saben usar, entonces debe convertirse en una herramienta que hay que explotar de manera inteligente y no prohibirla. Formar emprendedores, investigadores, gente inquieta, que se olvide de los realities o las intervenciones en los platós de televisión donde ganan un dineral por aparecer y hacer el tonto.
Muchos jóvenes de hoy están trabajando en profesiones que hace 6 años no existían, y cada vez será más evidente este cambio, lo que nos obliga a educar niños y jóvenes de una manera completamente diferente a como se viene haciendo en los últimos años, no hay conocimientos que transmitirles, pues ya los tienen todos en internet.
El educador moderno debe distinguirse sobre todo por proponer nuevos problemas a sus alumnos (y poner fin a la repetición de la repetidera que se ha dado desde hace años); estimular su creatividad y motivarlos para convertirlos en personas inquietas (a diferencia de la pasividad de los actuales que asisten a clases porque es obligatorio); ayudarlos a alejarse de ideologías y estimular su autoestima (en contraposición a como se ha venido haciendo: se les inculcan valores propios de ideologías cristianas o de cualquier otro tipo, que coartan su libertad).
Por último, y como ya se ha demostrado en diversos estudios, los niños más felices, más competentes social y emocionalmente, que confían más en si mismos, son aquellos a quienes se les ha hecho una buena gestión de sus emociones, se les ha alejado de dogmas y valores tradicionales y en cambio se les ha enseñado a controlar su ira, a ponerse en el lugar del otro, o manejar las situaciones cotidianas sin que su autoestima quede lesionada.