Educar a los niños sin creencias religiosas les hace más generosos y tolerantes

Un curioso estudio realizado por investigadores de la Universidad de Chicago (Estados Unidos), concluye que educar a los niños sin creencias religiosas les hace más generosos y tolerantes. Según los resultados obtenidos en una encuesta realizada a 1.170 niños con edades comprendidas entre los 5 y 12 años de Canadá, China, Jordania, Turquía, Estados Unidos y Sudáfrica, los niños que son ateos y agnósticos son significativamente más propensos a compartir que los niños cuyos padres son creyentes y se educan en un ambiente religioso.

Otro dato que se desprende del estudio es que aquellos niños que creen en Dios u otra deidad, tienen más empatía y sensibilidad por la justicia que los hijos de padres no religiosos, sin embargo, son menos altruistas delatando que la religión afecta negativamente al altruismo, desafiando la opinión de que la religiosidad favorece el comportamiento en favor de la sociedad y el bien ajeno.
Se apunta que los niños creyentes son más proclives a ser vengativos y a llevar a cabo castigos más severos, según los investigadores esto puede deberse a que sufrirán menos consecuencias de su comportamiento por el hecho de ser creyentes y considerar que “irán al cielo”. Hay que decir que esta investigación y sus resultados son posteriores a otras investigaciones en las que se concluyó que los adultos religiosos eran más intolerantes que las personas agnósticas o ateas.

Esta investigación va más allá de mostrar que las personas religiosas son menos generosas, ya que se centra en el comportamiento de los niños y cómo les afecta la educación religiosa. En la investigación se pidió a los niños católicos, musulmanes y ateos, que tomaran una decisión a la hora de compartir unas pegatinas o cromos, con otros niños anónimos de la misma escuela y pertenecientes a un grupo étnico similar. Hay que decir que aunque en menor medida, también participaron niños judíos, budistas, hindúes y agnósticos pero en una proporción mucho menor.

Cuanto más religioso era un niño, menos propenso era a compartir, los más altruistas fueron aquellos niños que procedían de familias ateas o no religiosas. Los expertos comentan que practicar una religión puede hacer que las personas se preocupen menos por las consecuencias de una conducta inmoral, quizá porque creen que se les perdonará, esto contradice la percepción de que la religiosidad se asocia a una conducta positiva en lo que respecta al comportamiento moral y el autocontrol, de ahí que a las personas que no son religiosas se les considere moralmente sospechosas por el simple hecho de no creer.

Existen muchos ejemplos de cómo influye la religiosidad en la sociedad, por ejemplo, las personas que no son religiosas tienen muy pocas probabilidades en Estados Unidos de ser elegidas para un cargo político, considerándose a los ateos y agnósticos menos fiables y con más probabilidades de seguir una conducta inmoral. Los expertos explican que “se admite generalmente que la religión da forma a los juicios morales de las personas y el comportamiento prosocial, pero la relación entre la religiosidad y la moral es en realidad un contencioso, y no siempre resulta positivo”.

Seguramente este estudio no gustará, especialmente a quienes son religiosos, pero hay que tener en cuenta que podemos encontrar buenas personas entre quienes profesan una religión, ocurriendo lo mismo entre quienes son ateos o agnósticos. Podéis conocer más detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la revista científica Current Biology.

Foto | Davidden

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