Revista En Femenino

Efectos secundarios

Por Mamaenalemania
Por si algún rezagado no se había apercibido aún, este es un blog de humor.
Y, cuando digo humor, me refiero a ese del de carcajearse un rato, claro está. Luego ya que no sea del gusto de todos, que a unos les aburra y otros incluso puedan sentirse pelín chinchados, es algo que escapa tanto a mi jurisdicción como a las más mejores de mis intenciones. La ironía es lo que tiene, que se mueve en los límites de lo correcto y, que yo sepa, de toda la vida las fronteras suelen padecer de antojismo ajeno.
Mas este blog no se estrenó así tan socarrón como lo leen, sino más bien tirando a timidín. Y es que hace tres años, cuando lo abrí, yo me sentía sola, demasiado demandada y a punto de cortarme las venas. Vamos, que lo que no me sobraban eran precisamente las ganas de verbena.
El objetivo de esta humilde bitácora, pues, no era otro que unirme a la intersantísima charleta virtual que se mantenía entre usuarios de toda índole y condición y tener con quién pegar la hebra en mis cafés matutinos. Aunque fuese por escrito.
Pero poco a poco la cosa se me fue independizando. Primero fueron los teutones que bañaban sus platos, seguidos por varias noches - o años, si las sumamos - sin dormir y una biocuñada que pretendía que me mudase a su boda, el caso es que me empezó a parecer mucho más sano buscarle el punto jocoso a mis infortunios que llorarlos a golpe de pecho por la inmensidad de la red.
Al principio esta actitud de volteo tortillil me resultó de lo más terapéutica, y también pensé que mis polluelos - y mi maromen, y los teutones - agradecerían una progenitora pragmática y cada día menos resentida.
Y es que imagínense qué gozoso puede ser encontrarse a las tantas de la mañana, con tres rorros vomitando y todas las camas, menos una, encharcadas en regurgitaciones de la cena y, en vez de gritar y llorar y patalear - que sería lo normal -, consolarse pensando en lo chistoso que quedará esto en narración.
Mucho mejor así, pensarán ustedes, y no seré yo quien se lo niegue. El problema es que esta actitud de autoconsuelo por gracejo tiene efectos secundarios. Y el más peligroso de todos es el descontrol. Como lo leen.
Verán, estos días atrás, una de las familias con las que comparto mierdacalle - que en otros países se llaman vecinos y saludan y esas cosas - se lió la manta a la cabeza, se cogieron vacaciones, montaron un andamio y se dedicaron, aplicados y eficaces, a refrescar el pseudosalmón de su fachada. Con las ventanas bordeaditas en blanco, eso sí. Tras una semana faenando de sol a sombra, el domingo, al fin, dieron por cumplida su misión y se bajaron del tablado.
Supóngome yo que, después de tantos días viendo pasar embalados a mis infantes en bici y no cruzarse siquiera una mirada, no consideraron el peligro de meterse en casa a regalarse un refrigerio antes de recoger cubos, brochas y rodillos.
Lo que ocurrió entonces se lo podrán imaginar, teniendo en cuenta que este blog constituye un completísimo resumen de las ocurrencias de los menores a mi cargo.
Lo que, empero, nadie podia suponer es que, cuando vislumbré a Destroyer y al del Rizo embadurnados en salmón y blanco, huyendo de una vecina encrespada, me iba a poseer una hilaridad desbocada.
Y que esta iba a ser resistente a la bronca de la alemana.
Sospecho que me odiará para siempre. Y que nunca sabrá que la culpa de todo esto es una cosa que se llama blog y que me alegra las semanas.

Volver a la Portada de Logo Paperblog