Intriga farmacológica con los colores de Steven Soderbergh
Emily, interpretada por la frágil y excelente Rooney Mara, es una joven esposa que entra en depresión cuando su esposo, el paquete Channing Tatum, es arrestado el día de su boda. Cuatro años después su marido abandona la cárcel y eso le provoca tal ansiedad que tiene que probar nuevos fármacos para que le ayuden a estabilizar su vida.
Pero estos le producen el efecto contrario. Tras un intento de suicidio, Emily entra en contacto con el psiquiatra Jonathan Banks, un aceptable Jude Law, quien le receta un medicamento en fase experimental cuyas consecuencias serán mucho más nocivas. El Dr. Banks busca a la anterior doctora de Emily, la misteriosa Catherine Zeta-Jones, para conocer el pasado de la paciente y tratar de encontrar una respuesta para su conducta.
Esta primera parte tiene un ritmo pausado, con primeros planos que se enfocan lentamente y esa fotografía monocrómatica, característica del director, que cambia según el personaje tal como lo hizo en la oscarizada Traffic. Pero el retorcido guión de Scott Z. Burns está lleno de giros inesperados y presenta una segunda parte mucho más ágil, convirtiendo la película en un thriller judicial y psicológico que mantiene la tensión hasta el final.
La música in crescendo de Thomas Newman es parte fundamental de la cinta, la que según Soderbergh será su último film como director. Difícil de creer de quien además trabaja como productor, guionista, director de fotografía, editor y compositor de la banda sonora en muchas de sus películas. No creo que tenga tanto éxito como pintor que como cineasta.
Tráiler de la película, aquí
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