Revista Salud y Bienestar

Efélides y nevus… Mejor hablamos de pecas y lunares ¿no?

Por Itato

La piel es el mayor órgano del cuerpo humano, ocupa aproximadamente 2 m², y su espesor varía entre los 0,5 mm (en los párpados) a los 4 mm (en el talón). Su peso aproximado es de 5 kg ¿tanto? Pues sí, ¿No es increíble?. Actúa como barrera protectora que aísla al organismo del medio que lo rodea, protegiéndolo y contribuyendo a mantener íntegras sus estructuras. La piel contiene células llamadas melanocitos que se encuentran localizados en la capa basal de la dermis y en la matriz del folículo piloso. Los melanocitos disminuyen con los años, perdiéndose aproximadamente el 10% por cada década de vida. Producen un pigmento natural responsable del color de la piel, del cabello y de las diferencias raciales denominado melanina que es la causante de la mayor parte de las lesiones pigmentadas que aparecen en la piel. Además, la melanina tiene un carácter protector natural contra las radiaciones ultravioletas. El bronceado es una pigmentación  progresiva y por tanto un mecanismo de defensa frente a la agresión solar; una piel bronceada se está defendiendo de los efectos negativos del sol.

Hay que tener mucho cuidado cuando nos exponemos al sol, pues a pesar de que existen pieles más resistentes que otras, la exposición solar inadecuada produce trastornos en la piel como quemaduras o fotoenvejecimiento, alteraciones en la pigmentación y cánceres cutáneos.

  • Los rayos UVA pueden provocar envejecimiento de la piel y arrugas, aparte de contribuir al cáncer de piel, como el melanoma. Puesto que los rayos UVA atraviesan la capa de ozono (la capa protectora de la atmósfera o escudo protector que rodea la Tierra) sin esfuerzo alguno, son los principales responsables de la mayor parte de nuestra exposición al sol.
  • Los rayos UVB también son peligrosos, provocando quemaduras, cataratas (opacidad del cristalino) y deterioro del sistema inmune. También contribuyen al cáncer de piel. El melanoma, el tipo más peligroso de cáncer de piel, se cree que se desencadena a raíz de graves quemaduras solares provocadas por radiaciones UVB que ocurren antes de los 20 años. La mayoría de los rayos UVB son absorbidos por la capa de ozono, pero una cantidad suficiente de ellos atraviesan esa capa, pudiendo producir graves lesiones.

Tipos de pigmentaciones. Existen cuatro grupos diferentes de pigmentaciones:

1- Circunscritas adquiridas no cancerosas.

  • Efélides: Son lo que comúnmente llamamos “pecas”, cúmulos de melanina de pequeño tamaño en las zonas expuestas al sol. Tienen un componente hereditario (algunos lo sabemos bien).
  • Léntigos: Son lesiones maculosas hiperpigmentadas, congénitas o adquiridas, lenticulares, de pocos centímetros de diámetro.
    • Léntigo simple: aparece en la infancia o adolescencia.
    • Léntigo senial: aparece a partir de los 40 años.
    • Léntigo maligno: aparece como una lesión maculosa pigmentada de crecimiento progresivo en zonas fotoexpuestas con atípica en los melanocitos y es el primer estado del melanoma in situ.
  • Hiperpigmentación melanótica: Son manchas de tamaño variable, color café con leche que pueden ser de origen congénito o adquirido. Su coloración es irregular, se localizan preferentemente en el tronco y pueden aumentar de color y de tamaño con la fotoexposición.

2- Circunscritas tumorales.

La mayoría de ellas son benignas y se denominan nevus, los conocidos como lunares. Las malignas se denominan melanomas y son las neoplasias más agresivas de la piel.

3- Circunscritas por depósito.

Tatuajes: son las producidas por pigmentos distintos de la melanina, ya sea por depósito de pigmento con fines decorativos o estéticos en cejas, ojos y boca o bien de origen traumático en diversas zonas de la piel después de una lesión en donde no se ha realizado una buena limpieza de la zona y pueden quedar restos.

4- Generalizadas o difusas.

  • Endógenas: Además de hiperpigmentaciones debidas al exceso de depósito de melanina que aparecen en algunas enfermedades endocrinas como la enfermedad de Addison, hay otras producidas por otros pigmentos distintos de la melanina, como la hemocromatosis producida por depósito de hierro en los tejidos y la piel.
  • Exógenas: Originadas por el uso de medicamentos, como algunos antibióticos o quimioterápicos.

Las manchas en el rostro suelen ser más frecuentes en mujeres de 35 a 45 años con embarazo o toma de anticonceptivos; o también en personas mayores de 50 años con historial de exposición al sol sin protección.

Tipos de piel- No todos tenemos el mismo riesgo ante la exposición al sol, aunque todos tenemos que tomar medidas protectoras:

  • Tipo 1: Piel extremadamente blanca. Ante el sol suele quemarse muy fácilmente, nunca se broncea.
  • Tipo 2: Piel blanca. También se quema fácilmente, pero muy raramente se broncea -o lo hace poco y le cuesta mucho-.
  • Tipo 3: Piel blanca. Más resistente, no se quema tanto y es más fácil de broncearse, aunque también lo hace paulatinamente.
  • Tipo 4: Piel levemente más oscura o con un tono “oliva”. Se broncea con más rapidez y suele no quemarse fácilmente.
  • Tipo 5: Piel marrón. Muy raramente se quema y adquiere un bronceado muy fácilmente.
  • Tipo 6: Piel marrón más oscura aún. Altamente pigmentada, toma color bronce rápidamente y siempre.

De cualquier modo, y más allá del tipo de piel que se tenga nuestro consejo de hoy es que siempre tenga presente que los rayos nocivos del sol pueden llegar a provocar gran daño si nos sobreexponemos a ellos, tanto en intensidad / tiempo, como si lo hacemos sin un protector adecuado a nuestras características cutáneas. Y este daño, con el tiempo, puede desencadenar en un melanoma, uno de los cánceres más invasivos y graves que hay.

Fuentes: Vitadelia, Medline Plus,  libro del 25º Congreso de la SEME ( Sociedad Española de Medicina Estética) “Conoce la medicina estética contada por sus médicos”.

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