Egipto camina aceleradamente hacia una dictadura religiosa peor que la impía de Hosni Mubarak. La Primavera Árabe fue un espejismo, y las mujeres son las primeras víctimas del invierno que llega.
Se persigue ya toda idea que se aleje de la ortodoxia de los Hermanos Musulmanes. Es la censura preventiva impuesta por fanáticos.
De momento se han clausurado numerosas actividades lúdico-impúdicas, como el famoso Festival de Cine de El Cairo, anual desde 1976, y el de Cine Católico. Se alegan “motivos de seguridad”: temen los atentados religiosos.
Simultáneamente se facilita la reaparición de un partido nazi cuyos candidatos a militantes se preparan para cazar y asesinar judíos.
En esto han quedado buena parte de las algaradas de la Plaza Tahir. La prensa callaba que allí violaban a mujeres manifestantes para acusarlas después de prostitutas.
Los Hermanos Musulmanes, prohibidos durante sesenta años porque iban contra todo amago de laicismo modernizador, han vuelto vigorosamente.
Sus líderes, de entre los que salieron varios dirigentes de Al-Qaeda, quizás consigan la mitad de los escaños en las elecciones de septiembre.
Redactarán la nueva Constitución que endurecerá la religiosidad de la actual, y volverán a las leyes medievales, que impondrán con tecnología del siglo XXI.
Es como cuando tras Hobes, Locke, Voltaire o los tardíos liberales españoles de 1812 retornó Fernando VII explotando lo más reaccionario del catolicismo de entonces.
En el mundo islámico el salafismo, más brutal e inquisitorial, persigue igualmente al musulmán moderado, al cristiano o al librepensador.
Paradójicamente, Egipto será una democracia: las mayorías, elegidas en voto secreto, impondrán leyes criminales que gritarán férvidas “¡Vivan las caenas y las lapidaciones!
Islam significa sumisión. Todos deben ser sumisos a la doctrina de Alá y a sus leyes, siguiendo la espantosa sharia. Y a quienes anunciaban que la primavera árabe traería un horrible invierno les llamaban agoreros…
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SALAS se dedica a otros temas estos días, como el de la crisis griega,
A la bruja que asciende al policía Manzano, el del 11M,
A la crisis de los pepinos en Alemania,
O al independentista que lleva ahora su corona de espinas de verdad, y no la de las risas de Jerusalém.