Egipto y Siria, el camino hacia una liberación con sabor a sangre

Los egipcios salen a las calles, tras las revoluciones de la primavera pasada que acabaron con el régimen de Mubarak, y llenan la plaza Tahir con sus quejas. La represión dejan más de treinta muertos en los últimos días. La petición fundamental de los egipcios es que el régimen caído de Mubarak no devenga en un régimen militar que ahogue las esperanzas de cambio. La amenaza islamista, presente y muy presente, no ha acallado a los egipcios este ansia democrática y este hecho ha de darnos esperanzas porque es de suponer que la futura democracia egipcia no permitirá, en el caso de que un partido islamista moderado tome el poder, derivas hacia la cerrazón e involucionismo de un regimen religioso cerrado como representan los lobos del radicalismo en la zona.Al tiempo en Siria una matanza tras otra nos da un escenario similar al que existía hasta hace poco en Libia. El Dictador Bashar al Asad se niega a aceptar el cambio que se aviene y se resiste con la sombra del vecino iraní como garantía a ceder parcelas de poder. La muy caldeada zona no permite intervenciones de las naciones unidas, como en Libia, por lo que solo la acción callada y mártir del pueblo sirio logrará sacar al sátrapa del poder. Las primaveras árabes de quejas y gritos en las calles se han convertido en el enroque de los dictadorzuelos en sangrías declaradas y latientes y en la presión internacional pidiendo un cambio. Si acabará en una guerra abierta, guarnicionado con la presencia cercana de Irán, en Siria, o se dará una segunda revolución egipcia que rompa con el establishment militar que parecía aposentarse solo nos lo dirá el tiempo y la voluntad de los actores internacionales para evitar las sangrías.Sirios y egipcios en una primavera de democracia teñida de sangre. Recuerdos del día de mañana.Despierte el alma dormida, avive el seso e despierte. A fin de cuenta sino pensamos y vivimos para que queremos estar. Los pensamientos de hoy son recuerdos del mañana que tenemos hoy.