Cuando en 1930, el operador cinematográfico Eduard Tissé junto a los directores Grigori Aleksandrov y Serguei Eisentein arribaron a México, no sólo se encontraron con una cultura exótica y colorida, sino con una, que los recibió con los brazos abiertos, gracias a la injerencia de Diego Rivera, el presupuesto de Upton Sinclair y las recomendaciones de Charles Chaplin como de otros intelectuales de la época. Ese 5 de diciembre, que se va a postergar hasta el año 32, no sólo va a hacer descubrir una nueva cultura para estos cineastas sino un mundo nuevo para Serguei Eisenstein, porque la presencia de éste en México, no sòlo estuvo mediada por la curiosidad cultural sino por la cinematográfica, su idea era realizar un épico relato sobre dicho país: ¡Que viva México! fue un proyecto inacabado y accidentado, en el que el ruso conoció lo mejor y lo más destacado de la cultura mexicana, así como sus aristas, viviendo el gran terremoto que se dio ese periodo, y otras tragedias, que marcaron su vida, y porque no, su cine.
Lo anterior lo podemos comprobar en dos trabajos audiovisuales, en los que la figura de Eisenstein no sólo es protagonista sino que ponen en debate algunos de sus ideales, percepciones y manifestaciones; el primero, Eisenstein en Guanajuato (2015) un largometraje de Peter Greenaway, que utiliza el escenario mexicano para debatir la sexualidad y cierta coherencia del realizador ruso, y el otro trabajo, Eisenstein en Oaxaca (2002) un documental televisivo que hace alusión tanto al desastre sísmico que filmó el ruso en 1931 y su relación con el pueblo mexicano.
Eisenstein en Guanajuato
Si algo tienen las películas del artista y director británico Peter Greenaway, es que no dejan indiferente a nadie, tanto a público como crítica, sus obras terminan incrustadas en lo más profundo de la retina, tanto por el exceso, la controversia y lo descarnado de sus ideas, que se han ido transformado en cierto efectivismo, que cada vez más se pronuncia en sus últimas películas, porque Eisentein en Guanajuato le debe bastante a otra de sus películas: Nightwatching (2005) y su estudio sobre la obra más representativa de Rembrandt; sólo que en este caso la figura a destacar es el cineasta ruso, y lo que pone en suposición, es la homosexualidad y cierta cordura de éste, reforzada por un barroquismo visual, que no sólo está en su puesta en escena, sino en el uso de los efectos visuales, muchos de estos tan forzados como innecesarios, principalmente esa cámara en 360 grados, y el look de la película, que hace más notoria su uso de lo digital. De la historia o guión, escrita por el propio Greenaway, lo que no llega a funcionar son ciertos supuestos, no tanto la sexualidad del director ruso, sino la presencia de éste en México, convertida en una aventura errática donde el caos parece acompañarlo,, es en este punto donde pierde fuerza el relato, y todo ésto se ve reflejado o se hace evidenciable en la superlativa actuación del finlandés Elmer Back.
Aún así, debo reconocer que varias secuencias de montaje y múltiple pantallas informativas, como el humor escatológico del británico, hacen interesante a esta obra, que se va perdiendo en supuestos, reflexiones vaporosas y largas secuencias donde el debate y la coherencia parece ir al ritmo de vida de un Eisenstein demasiado posmoderno y anacrónico.
Sin embargo, es innegable que si vemos la película como un tema aislado al director ruso, como una iniciación, y de erotismo queer, puede ser innovadora, no tanto como está tratada desde lo narrativo sino desde lo visual, en el que cada secuencia se vuelve un ensayo, una cita "visual" sobre la obra de un hombre que no sólo conoció por primera vez México sino el amor; pero muchas de estas ideas se pierden en los excesos de Greenaway, que en algunos casos, es lo que le da reconocimiento al director británico, pero no lo es así - del todo, en esta obra.
Eisenstein en Oaxaca: del Apocalipsis al Edén
Mucho más interesante y propositivo este documental para la televisión, en el que la figura del director ruso. se convierte en excusa y a la vez en protagonista para hablar de ese gran terremoto que se suceden en la década del treinta en México; porque alrededor de Eisesntein se teje diferentes historias y sucesos, el primero, obviamente la tragedia del terremoto, del que existe un documental corto firmado y filmado por el ruso, y por otro lado lo que éste logró destacar de la cultura mexicana. Aunque técnica y narrativamente sea inferior a la de Greenaway, acá si está muy bien sustentado el concepto de la presencia del cineasta ruso en México, y más que todo, esa reivindicación cultural mexicana, vista a través de los ojos de quien innovara en el montaje y la puesta en escena de la cinematografía revolucionaria rusa; uno de esos documentales tan sencillos como imponentes en sus recursos y propuesta, dirigido por Alejandra Islas, realizadora mexicana, quien con su cine documental social ha recibido varios premios en su país.
Conclusiones
Dos trabajos bien interesantes, que nos muestran la presencia de Eisesntein en México, y lo que éste le aportó a la cinematografía de dicho país, y lo que México le aportó al cineasta ruso; los dos trabajos logran destacar y reivindicar la cultura méxicana, más allá de lo evidente, y más que enfrascarse en cierto exotismo, convalidan la propia visión del ruso, que encontró un paraíso multicolor y lleno de historias. Eso sí, personalmente me quedo con el documental, que en su sencillez y coherencia no sólo es más efectivo, sino que goza de ese factor artístico que nunca llega a cumplir el trabajo del británico.