Haciendo este ejercicio reforzamos la musculatura del vientre, de la parte trasera de los brazos y activamos la musculatura de hombros y espalda. Nos tumbamos boca arriba y subimos las piernas hacia el pecho mientras apoyamos los brazos y la cabeza en el suelo.
Inspiramos una vez. Al espirar guardamos la barriga, arqueando el ombligo hacia la columna y arqueamos los hombros, la cabeza y los omóplatos hacia arriba. Alargamos los brazos hacia las puntas de los dedos y los levantamos un poco del suelo.
Nos mantenemos así y respiramos de nuevo, uniformemente. Movemos los brazos levemente hacia arriba y hacia abajo; si el brazo izquierdo sube, el derecho baja, y sucesivamente, manteniéndolos siempre rígidos y extendidos. El movimiento parte de los hombros.
Hacemos como si remáramos con los brazos mientras completamos una respiración. Por ejemplo, cinco movimientos al inspirar y cinco más al espirar. O podemos seguir nuestro propio ritmo cambiando la cantidad de movimientos en cada momento(5-6, 4-6,)
Si no podemos más, apoyamos las piernas, una detrás de otra, en el suelo. Descansamos un momento y volvemos a empezar.
Nos podemos imaginar que estamos en el agua y, para no hundirnos, solo podemos mover los brazos, entablillados desde arriba hasta los dedos. Nuestra única posibilidad para no ahogarnos es remar con ellos estirados.
Una variante a este ejercicio será manteniendo las piernas estiradas en diagonal hacia arriba o hacia delante en todo el ejercicio. Activamos mejor la musculatura del vientre y las caderas. Cuánto más cerca tengamos las piernas del suelo, más fuerza tendremos que hacer con el vientre. Siempre debemos tener contacto entre la parte baja de la espalda y el suelo.