Ejes del mal

Teníamos al villano, ahora acorralado y revolviéndose, resistiéndose a perder los privilegios derivados del poder y de los petrodólares y arañando los últimos resquicios de un palacio que se derrumba. Era como el tío excéntrico de América, elevado a ricachón del pueblo cuando regresaba para visitar a la familia. Pero ahora también tenemos la excusa: las armas de destrucción masiva no andaban lejos, sólo a unos miles de kilómetros, concretamente en Libia: diez toneladas de gas mostaza. No es mucho. Cabría en un camión, pero por menos un trío se azoró lo suficiente como para invadir lucrativamente Irak.

Según la wikipedia, el gas mostaza fue inventado por los alemanes y llamado así por la similitud de su olor con la mostaza de Dijon. Españoles y franceses tienen el dudoso honor de haber sido los primeros en utilizarlo sobre población civil, en la guerra del Rif (1921-1927) sobre los rebeldes bereberes y sus aldeas. Tampoco somos tan diferentes, entonces. Los dictadores de hoy nos recuerdan lo que fuimos y lo que podemos llegar a ser, por eso resultan tan incómodos cuando se revuelven.

Foto: AFP

No tiene nada que ver, pero esta foto me recuerda que detrás del telón hay más posibilidades de que haya una cara amiga que ejes del mal imaginarios para meternos el miedo en el cuerpo. Estas mujeres esperan la ayuda humanitaria de Naciones Unidas en Afghanistán. Es difícil resistirse a la humana tentación de sonreír a la cámara.