Ya no se trata sólo de decidir cuál será el rumbo de la política que tome España para salir de la dramática situación en la que se encuentra desde hace 7 años (siete años, se dice pronto...), sino que hay que reflexionar seriamente sobre quién queremos que nos represente como presidente del Gobierno, y ayer vimos a dos penosos políticos comportándose como verduleras, dando un espectáculo lamentable de cifras y acusaciones sin ton ni son como reflejo de su falta de clase política y de liderazgo. Rajoy y Sánchez son el más claro ejemplo del bajísimo nivel de la actual clase política española. Señores candidatos, no nos importa si fueron uno u otro de ustedes los culpables del despropósito, nos importa únicamente que fueron sus dos partidos los que nos han llevado al borde del desastre. No puede haber otros culpables que no sean ustedes porque nadie más que PP y PSOE han gobernado. No nos vengan con más milongas.
Y no podemos continuar así. No podemos permitirnos el lujo de seguir eligiendo a partidos y a políticos como éstos. Tenemos unas cifras de paro descomunales que ninguno sabe cómo atajar, los pocos empleos que se crean son precarios y muy mal pagados; nos han metido en el punto de mira de fanáticos islamistas y pretenden hacer la guerra, se han llenado los bolsillos gobernando en diputaciones provinciales y parlamentos regionales, se han plegado a los deseos de la troika y desde Bruselas se toman todas las decisiones, y estos señores pretenden continuar así. Hay que decir BASTA, hemos perdido muchas cosas en estos últimos siete años, pero no debemos perder la dignidad bajo ningún concepto. El 20-D tenemos la enorme oportunidad de acabar con esta "tiranía democrática del bipartidismo" que padecemos como una enfermedad crónica. Hay otras opciones, hay esperanza, hay motivos para sonreir.
Este 20-D ¡ponte morado y disfruta!
El país necesita cambios para salir adelante. Debemos de ser capaces de construir un nuevo marco social de convivencia reformando la Constitución para que todas las nacionalidades se sientan a gusto en un marco territorial consensuado, debemos crear una política laboral nueva capaz de generar empleo de calidad, debemos reforzar la sanidad y la educación públicas, debemos retomar la senda de la I+D que es lo que nos proporciona un futuro, debemos lograr que el país desarrolle una política enfocada al crecimiento y no a la austeridad y a más recortes.
No se trata ya de una cuestión de votar a la izquierda o a la derecha, se trata de votar por unos principios, de una ética distinta a la del dinero, se trata de elegir a políticos preocupados por las personas y no por parcelas de poder, se trata de recuperar el humanismo que Europa tuvo como principal valor en una época de la Historia. Y esto tampoco nos puede venir de la mano de Ciudadanos, porque ya sabemos, como muy bien nos han explicado en campaña, que ellos pretenden seguir aplicando políticas neoliberales conducentes a la asfixia. Son continuistas con la política económica ejecutada por sus rivales políticos de PP y PSOE.
Ayer tuve la ocasión, por primera vez, de acudir a un mitin de Podemos. Desde que dejé la política activa en los 80, no había vuelto jamás a acudir a ningún acto electoral de ningún partido, y me movió mucho la curiosidad de verles puesto que mi intención de voto iba por ahí. Necesitaba rodearme de ellos, oírles y verles a mi lado para saber si iba en la dirección correcta, para tomar una decisión, y me llevé un sorpresón de aúpa.
Un chaval de poco más de 30 años, con cara de crío, cerró el acto electoral con una intervención digna de un estadista. Con una tranquilidad y una firmeza sorprendentes en su discurso, puso el dedo en la llaga al hacer un diagnóstico de la situación, y nos invitó a recuperar la dignidad y el coraje que tuvimos en los 70-80 los que fuimos sus padres. Por fin alguien reconoció en un mitin públicamente que los que pasamos de los 50 sufrimos como cabrones para estabilizar la democracia y construir un estado del bienestar, y dijo que por ello no se puede dejar caer todo ese trabajo en vano con la apatía o la indiferencia de nuestro voto. Y de esta manera, Iñigo Errejón, me hizo emocionarme, me hizo ver que tengo motivos para la esperanza, que aún hay personas en este país dispuestas a continuar con el trabajo que iniciamos millones de personas tras la muerte del dictador, porque el trabajo aún no ha terminado.
Tras ponérseme un nudo en la garganta salí de allí sonriendo, con mi hijo ilusionado tras ver el que fue el primer mitin de su vida:
Y esto es lo que hay: frente a la actitud y la propuesta mediocres de Sánchez y Rajoy, tenemos la gran oportunidad de recuperar el entusiasmo, de continuar con la labor iniciada en el 77. Por eso no es que podamos, es que debemos votar por el cambio, para levantar las alfombras y sacar toda la mierda de debajo, para abrir las ventanas y dejar que entre aire limpio en nuestra casa. El 20-D, PODEMOS... y DEBEMOS.