Revista Salud y Bienestar
El 30% de los niños españoles desayunan solos. En este grupo es más común consumir bollería industrial que entre aquellos que lo hacen acompañados. Lo que sí es común a ambos es la escasa presencia de fruta en la primera comida del día. Son datos de un estudio¹ realizado en la comunidad valenciana con 170 estudiantes de tercero y cuarto de primaria. Los resultados de este trabajo se han presentado en el 30º Congreso de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC), que hasta el viernes se celebra en Feria de Valencia.
“Si un niño desayuna solo, es muy probable que eso signifique que o bien sus padres no desayunan o bien que no le conceden a este momento del día la importancia que merece. Las consecuencias de esta actitud pueden acabar siendo que ese menor, al llegar a la edad adulta, copie el modelo de sus padres y no desayunen”, asegura la doctora Lourdes Carrillo, coordinadora del Grupo de Nutrición de la semFYC. En la investigación presentada en esta reunión el 7,54% de los niños comentó que no desayunaba.
No es el único riesgo asociado a este hábito. De hecho, el estudio concluye que los que desayunan solos toman más bollería industrial, concretamente el doble: 6,4% frente al 3,16% entre los que lo hacen acompañados. En opinión de esta experta, es un dato preocupante porque este tipo de bollería aporta un tipo de grasa, los ácidos grasos trans, que se han relacionado de forma negativa con la enfermedad cardiovascular. Aunque estos problemas suelen ir asociadas a edades más avanzadas, lo cierto es que como subraya la doctora Carrillo, “la prevalencia de obesidad en edad infanto-juvenil está aumentando de forma alarmante en nuestro país, así como algunas de sus consecuencias como la hipercolesterolemia, y la diabetes mellitus tipo 2”.
La mayor incidencia de estos problemas de salud en población infantil obliga, según los especialistas, a concienciar a los padres de los riesgos que entrañan estos malos hábitos. “Los padres y los niños, según su nivel evolutivo deberían ser conscientes de los beneficios de los hábitos alimentarios correctos, así como de los perjuicios de abandonarlos”, señala la doctora Carrillo, que destaca también el papel que deben desempeñar médicos y docentes. “Entre los temas curriculares de todos los niveles educativos se incluye aspectos de nutrición, dieta equilibrada, y beneficios de una alimentación sana. Los médicos de familia habitualmente mantenemos contacto con los centros escolares, para sesiones informativas-formativas a grupos de alumnos, padres e incluso, aunque menos frecuente a profesores”.
--Desayunos sin fruta
Sólo el 3,18% de los niños consultados confesó tomar un desayuno completo, es decir incluyendo lácteos, cereales y frutas. El 43% toma lácteos y el 38% lácteos y cereales. La fruta es pues la gran ausente de la primera comida del día. Según la doctora Carrillo, “la fruta natural debe estar presente al menos tres veces al día, y una buena ocasión para ingerirla es el desayuno. Puede tomarse en forma de zumo natural y sin añadir azúcar. Otra opción es dejarla para media mañana. Algunos colegios han puesto en marchas iniciativas para promover el desayuno y el consumo de fruta, fijando por ejemplo un día de la semana como el día de la fruta, con el fin de que todos los niños lleven fruta para consumir en el recreo”.
--Adolescentes y dieta
Otro estudio, éste realizado en Cataluña con 160 adolescentes de entre 16 y 19 años, ha investigado los hábitos, conocimientos y patrones alimentarios. El trabajo concluye que el 55% tiene conocimientos deficientes sobre dieta. Como en el caso de los más pequeños, se ha encontrado un bajo consumo de frutas y verduras (75%) y un exceso de grasas y alcohol. Según la doctora Carrillo, resulta desconcertante el nivel de desconocimiento. “En este caso, la gravedad del asunto se debe a la capacidad de este grupo de edad de ser fácilmente influenciados, por ejemplo, a través de la publicidad, no sólo en el consumo, sino en la adopción de actitudes y modelos a seguir, como el de una imagen corporal delgada y perfecta”, advierte.
Según el estudio, la figura del padre empieza a ser un patrón de influencia en la alimentación de los hijos. En la comunicación presentada en Valencia se indica que la madre cocinaba en el 76,2% de los casos y el padre en el 11,8%. El 94,4% hacía un consumo excesivo de grasas. “Probablemente esté relacionado con el consumo de productos de bollería, comida rápida y tentempiés, lo que significa, que la calidad de la grasa tampoco es la adecuada. Esto es lo más preocupante, teniendo en cuenta su estrecha relación con la enfermedad cardiovascular. Lo idóneo es reducir su consumo en la misma medida que se aumente el de verduras”, señala la doctora Carrillo.
La experta de semFYC cree que si bien el consumo de alcohol parece poner en alerta a padres y autoridades de forma inmediata, los otros aspectos de la dieta son igualmente importantes. “El problema debería enfocarse de forma integral, intentando transmitir de forma adecuada los beneficios de una alimentación variada y equilibrada frente a los riesgos de otros hábitos y excesos”.
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