El “Rotus-3D”, consiste en un bastidor al que le pegas otro bastidor y pintas por los recovecos.
Estos cuadritos de color, precisan fondos blancos y no siempre están asegurados en las paredes en los que se van a colgar. Esta es una de esas cosas que no gusta oír a los especialistas en arte, pero yo concibo esas piezas, teniendo en cuenta qué espacio van a decorar. La obra nace para el espacio y no al revés.
En este caso, el cuadro principal era pequeñito y lo quería “ensalzar” en fondo blanco. Como me quedaban dos lienzos del chino ( mañana tendré que ir a por más) decidí dedicar uno a la función de fondo. La idea inicial era dejar caer unos trazos en algún lugar ( me gusta garabatear los perfiles del bastidor); – ).
El problema es que mis ideas iniciales siempre se desvirtúan. Primero, acabo mi penosa labor con el pegamento que no sé cómo pero siempre acaba en mis dedos. Un trauma. Tengo un terror desproporcionado a que se me peguen los dedos… Ya pegadito y mis dedos a salvo, lo veo, ahí, con tanto espacio blanco, virgen, diciéndome: Coloréame…
Y después están mis botes llenos de rotus que he dividido en tonos cálidos y fríos (y los sosos ( marrones y grises) , que me incitan con sus colores . Están preciosos. Parecen ramos de flores…
Me digo: “Bueno, daré un poquito de color por aquí “ y busco en un espacio pequeñito pero, al final,dejo aparcada mi idea del fondo blanco para hacer otra cosa. Justamente, pintar el fondo.
Hay un momento que tengo que parar. Suele ser por puro cansancio. Y, también, por hacer caso a la experiencia que me dice que si continúo, voy a meter la pata. Hasta el fondo.
En este cuadro, paré aquí y como todo cuadro que se precie tiene que tener un título, lo llamé “3D”. Por ser original ; – ).
Es el último de la “Rotu-Terapia Collection” y quedará muy bien en la pared en la que lo vamos a colgar (aunque le ha ido de poco).