Abandono y Botella son dos palabras que han estado, están y estarán unidas al menos por unos cuantos meses…
Pero no me refiero solamente al abandono electoral, a la decisión de no presentarse a las urnas como cabeza de lista en 2015, no. Me refiero al abandono de la ciudad en momentos tan graves como que unas niñas estuvieran agonizando en un hospital porque uno de tus pabellones municipales había albergado una macrofiesta que incumplía más de lo que cabe imaginar. Me refiero al abandono de las calles, de los contenedores, de la recogida de basuras en algunos momentos puntuales. Me refiero al abandono de los comerciantes en Sol, que veían como los perroflautas campaban a sus anchas por la ciudad, provocando destrozos sin que nadie se lo impidiera. Al abandono de las más puras formas estéticas en la contratación de personal y al abandono de la “calidad” y la “excelencia” a la vista de varios de sus colaboradores.
El abandono ha llegado a ser incluso personal, no preocupándose de su propia imagen en varios actos internacionales, efectivamente Madrid 2020 fue la culminación del despropósito. Pero hubo muchos más, muchos actos donde Ana Botella “abandonaba” la prudencia que debe acompañar a un cargo público y no se estudiaba, ni preparaba los discursos… o peor, lo hacía y aún así metía la pata. Recuerdo actos donde se quedaba trabada, sin hablar, con cara de pánico. No una vez, que nos puede pasar a todos, sino muchas.
Son muchos los que ahora salen a criticarla, sabedores de que el perro ya no muerde, valientes… Pero algunos dijimos que no era una buena Alcaldesa ni candidata hace ya tiempo, en concreto y últimamente en mi post del pasado 1 de agosto llamado “Esperanza Aguirre Alcaldesa” http://www.elsoldemadrid.com/2014/08/01/esperanza-aguirre-alcaldesa-de-madrid/ y en donde dejaba bien clara mi postura y lo que realmente querían y quieren los afiliados del PP de Madrid, que no es otra cosa que a Esperanza Aguirre con el bastón de mando de la ciudad.
Ahora Ana Botella ha sentido en sus carnes el abandono, ese mismo que ha provocado en muchos ciudadanos, y por eso ha decidido marcharse de una forma honrosa, antes de que la “marchen”.
En su favor diré que no creo que sea mala persona, ni mucho menos, pienso que es buena persona y que tiene unos valores fundamentales para los tiempos en los que vivimos. Es una firme defensora de la familia, del derecho a la vida y de tantos bienes que debemos proteger por encima de lo moderno, de lo guay y de lo “progre”. Hizo una gran labor como “primera dama” (salvando el grandioso papel de la Reina Sofía) y supo entender ese papel anglosajón de persona que cubre la faceta social que el Presidente no tiene tiempo de atender. Con Aznar en la Presidencia del Gobierno, Ana Botella desempeñó unas tareas que la encumbraron, llegando a decirse en los mentideros de Madrid que “la que vale es ella, es más política que José María”. El tiempo ha demostrado que no.
Cuando me pregunten mi opinión sobre el mandato (los 3 mandatos como ella dice, por ser Concejal) de Ana Botella en el Ayuntamiento de Madrid, simplemente diré lo que vengo diciendo desde hace mucho… LE VENÍA GRANDE.