Es curioso que algunas de las medidas portuguesas hayan sido tomadas también por España sin estar (tan) intervenidos. Así por ejemplo, el fondo de la seguridad social se ha destinado en un 90% a comprar deuda pública con el objetivo de mejorar la calificación del crédito portugués. Otro tipo de medidas incluyen el despido de 30.000 funcionarios. Para eso hace falta que el Constitucional interprete la ley de la función pública y dé su plácet. De forma preventiva los sindicatos ya han convocado una huelga. Los sindicatos de funcionarios portugueses, tienen todos los incentivos para que el estado no pueda despedir.
Hay muchas protestas por estas y otras medidas. Las que más miedito dan son las de las Forças Armadas, que han visto recortado su presupuesto y sus cuadros de forma apreciable. Recordemos que en Portugal tienen ese deje turco de que, en última instancia, el ejército garantiza la existencia del sistema político. Un sistema político hoy dominado por la Coligação entre PSD y CDS. El primer ministro Coelho se esfuerza por trasladar la imagen a los portugueses de que no son una colonia en vías de desarrollo y la CDS no parece muy dispuesta a que esa alianza dure. Soy malpensado y diría que la CDS recibe algún tipo de sobrecito para que no haga caer al gobierno. Pero al gobierno le tienen ganas. Hoy en Portugal políticamente es un suicidio defender mínimamente al gobierno de Passos.
Pero no veremos caer al gobierno luso, sería demasiado aterrador. Si hoy cayese el gobierno, Portugal se convertiría en un Sálvese Quien Pueda (¿hace falta recordar que es uno de los principales socios comerciales de España?). Menos mal que los diputados no pintan nada. El país, como digo, está gobernado por la troika y el único contrapoder es el Tribunal Constitucional.
Y es que los focos de la intervención de un país se fijan en los datos económicos, pero hay algo anterior que es la supervivencia del estado-nación. Incluso un país tan triste, desmovilizado y sin apenas sociedad civil como Portugal, no dejará de presentar batalla cuando realmente se pinche en hueso. Ahí está el coqueteo con los recortes de las pensiones con carácter retroactivo. Pero antes de llegar ahí, los hombres de negro tienen un largo campo de actuación.
Por ejemplo, en 2005 se puso punto final a la pensión vitalicia de los diputados. Es curioso que esa pensión todavía se siga pagando. Los funcionarios reclaman su derecho a no ser despedidos y a que no les quiten las pagas extras. El endeudamiento de las empresas públicas continuó aumentando incluso tras el rescate de 2011. Y hay mucha resistencia para que el horario laboral del sector público se acerque al del sector privado (40 horas). Sin embargo, también hay que decir que hay un cambio de mentalidad en ciertos aspectos de la política. El principal partido de la oposición, el PS, aunque continúa defendiendo mantener un estado hipertrofiado (Sócrates fue el ZP que le dio la puntilla a la economía lusa), acepta que no desaparezca la tasa por consulta médica e incluso pide bajar ciertos impuestos. Diría que alguno de sus becarios leyó a Keynes.
Otra cosa aterradora es que en Portugal la gente ya descuenta los días que faltan para que se vaya la troika. Se supone que en junio de 2014 los hombres de negro se irán a su casa y devolverán el país a los portugueses. ¿Y qué país devolverán? Pues uno que se ha dedicado a recortar servicios a los que dependen del estado, pero que no ha afrontado ninguna reforma estructural de calado. Algo similar a lo que más suavemente hace España. Cerramos centros de salud pero los conductores de buses siguen cobrando 50.000 pavos porque están sindicados y se saben proteger. Tiramos a la basura I+D pero labramos tronos de oro para los notarios. Al fin y al cabo, los gobiernos intervenidos aspiran a presentarse a nuevas elecciones (Portugal y España tienen elecciones en 2015 si antes no hay ningún golpe de Estado o magnicidio), y para ganar elecciones hay que mirar a corto plazo.
Que la burbuja estatal portuguesa se haya comportado de forma paralela a la española es algo que no entra en los análisis. Que las reformas necesarias (no recortes, reformas) en el ámbito laboral, judicial, de la función pública y de la seguridad social, no se lleven a cabo o se hagan tímidamente para trasladar la patata caliente a nuestros (pocos) nietos; son cosas que siguen indicando que existen resistencias a salir de la crisis. Que por otra parte, la gente hable de austericidio cuando el peso del estado en la economía no ha dejado de crecer estos años (incluso descontando el pequeño aumento de gasto social justificado por el crecimiento del desempleo) sigue indicando que no hay una alternativa política creíble y organizada.
Y ahí están los datos (por comparar, ya aquí hablé sobre el distinto comportamiento de la deuda pública y privada en España): de 2000 a 2008, la deuda pública portuguesa aumentó un 42,1%, siendo la media europea del 0,5%. De 2008 a 2012, aumentó un 50,6%, siendo la media europea del 39%. Cada día aumenta la deuda portuguesa en decenas de millones de euros. La montoresca solución de Lisboa es subir los impuestos a los pepitos y recortar el gasto en fotocopias. Y la deuda sigue aumentando.
Es cierto que el empobrecimiento general tanto en Portugal como en España, nos hace más competitivos y así lo demuestran las balanzas comerciales. El consumo doméstico del sector privado se reduce y también aumenta el consumo exterior. Sin embargo, los estados ibéricos mantienen sus gastos, con lo que la deuda acumulada crece por encima de lo manejable (le llamo "manejable" al 60% del PIB, que fue el criterio para entrar en el euro). No olvidemos que parte del pago de la deuda se destina a pagar intereses. Ese dinero muerto es el que legalmente tiene preferencia de pago sobre cualquier otro concepto (biberones, vacunas, adornos navideños...). Existe algo muy perverso en aplastar a impuestos a los pepitos. Esta forma de empobrecer a la gente para aumentar la competitividad del país, manda una señal equivocada a los agentes del aparato productivo, ya que en el sector privado no sólo hace falta una reforma relativa a costes laborales, es más, puede que eso sea lo último en que esté pensando un empresario. En el sector privado hacen falta reformas que aumenten la competitividad exterior que van más allá de la mera reducción de costes laborales. Y aquí es donde entra nuevamente la política ¿cómo conseguir una mayor capitalización de las empresas aumentando sus impuestos? ¿Qué hace el gobierno para no estorbar a quien quiera montar una empresa? ¿Qué gasto administrativo superfluo puede desaparecer en 12 horas?
Peajes portugueses o cómo joder tu propia economía. Tema.
Los gobiernos eligen el camino del corto plazo para salvar el día, pero si no quieren hacer reformas serias: liberalización de sectores protegidos, bajadas de impuestos, recortes de gasto, desprendimiento de patrimonio público, reducción de cuadros, destrucción del cartel energético, eliminación de bonificaciones a la gran empresa, reducción de cargos de libre designación, cierre de fundaciones y observatorios; mejor que se quiten del camino. No vaya a ser que un día nos despertemos y nuestros deudores decidan que nuestros gobiernos son uno de nuestros problemas para pagarles y entonces decidan que ya no debemos tener gobierno.Más:
- Coloquio de 2011 del Diário de Notícias: El estado al que llegó el estado.
- Ministerio de la Solidaridad - Gobierno de Portugal.
- Geração à Rasca - En Portugal el 15M se llama 12M.
- Lo malo de la democracia es que 100 ideas tontas tapan una buena idea. Lo malo de la alternativa a la democracia es que una idea tonta tapa 100 ideas buenas. Persistamos.