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El abrupto final de un ciclo moribundo

Publicado el 05 septiembre 2011 por Marianofusco

El abrupto final de un ciclo moribundo

La inestabilidad del desahuciado ciclo del Mohamed en Independiente llegó a su abrupto final tras la derrota en el clásico frente a Boca, el mismo rival que causó las desvinculaciones del Turco en Huracán y en Colón. Menos de un año duró en su cargo, demasiado para el vertiginoso ritmo de un fútbol argentino que devora técnicos sin piedad. La milagrosa obtención de la Copa Sudamericana le dio aire a un proceso que nunca convenció. El combustible de esa conquista se terminó con la derrota ante el Xeneize en el nefasto prólogo del segundo semestre de 2011.

Mohamed arribó a Independiente en octubre de 2010 tras el fracaso del proyecto Garnero/Menotti. Su primer desafío fue el clásico de Avellaneda frente a Racing. El Turco se presentó en sociedad con dos frases de cabecera: “El sistema se negocia, la actitud no” y “hay que dar pasos cortos y seguros”. Sin cometer locuras ni imponer a la fuerza su libreto, ordenó tácticamente al equipo, infló anímicamente al plantel y logró una victoria fundamental para empezar con el pie derecho. Nunca más ganó en ese Apertura 2010. El Rojo finalizó último con catorce puntos en 19 fechas.

La conquista de la Copa Sudamericana matizó el tormento sufrido en el torneo local y le otorgó crédito a un ciclo moribundo. En su camino a la final eliminó a Argentinos (con Garnero), Defensor Sporting, Deportes Tolima y Liga de Quito. El descendido Goiás brasilero fue el rival en la final, un equipo muy limitado que, como durante todo el certamen, provocó el sufrimiento continuo en los hinchas del Rojo gracias a su estrella Rafael Moura. Ausente el rendimiento colectivo, tres individualidades se erigieron para sumar un nuevo trofeo a las vitrinas: Hilario Navarro, Eduardo Tuzzio y Facundo Parra sustentaron la epopeya. El arquero fue pieza fundamental con sus intervenciones divinas en los peores momentos del conjunto de Mohamed. Su consgración lo clasificó automáticamente a la Libertadores 2011 y le otorgó la posibildad de disputar la Copa Suruga Bank y la Recopa Sudamericana, opotunidades imperdibles para alcanzar a Boca y al Milan y reconquistar el viejo mote de “Rey de Copas” que se ganó durante sus tiempos dorados.

Mirando de reojo la tabla de promedios, Independiente se volcó al sueño de reconquistar América. Tras eliminar a Deportivo Quito en la primera ronda, recibió un cachetazo inesperado en la fase de grupos: Peñarol y Liga de Quito le robaron los dos boletos para octavos. Eliminado de la Copa y preocupado por los promedios, tuvo que recuperarse de un flojo arranque en el Clausura: terminó sexto con 29 puntos, a diez del Vélez campeón. En ese certamen Mohamed logró plasmar su idea y forjar un equipo que durante gran parte del campeonato fue protagonista. La explosión defintiva del Pato Rodríguez como figura del equipo, apuntalado por los destacados del semestre anterior que repitieron sus buenos rendimientos, cimentaron una base que tendría que haberse mantenido para convertirse repetir el éxito logrado en el epílogo de 2010.

La derrota frente a Júbilo Iwata en la Copa Suruga Bank fue el principio del fin del ciclo Mohamed. Un título oficial carente de toda lógica, vergonzoso por donde se lo mire, pero título oficial al fin. Un partido que Independiente no podía perder, ante un rival considerablemente menor. Una oportunidad única de sumar un título internacional más mediante un desafío sencillo. Tras ese fracaso rotundo, la Recopa ante el Inter de Porto Alegre enterró más aún la era del Turco. Superado en todas sus líneas, volvió a tierras argentinas con las valijas vacías. Los cuatro puntos cosechados en cuatro fechas, el pésimo rendimiento colectivo e individual, la pasividad de un equipo incapaz de responder ante la adversidad y la derrota ante Boca provocaron la despedida del ya ex técnico Diablo.

“Después de 11 meses de trabajo, el club volvió a jugar internacionalmente. Está a tres puntos de clasificar a la Copa Libertadores, jugará la Sudamericana. La barra forzó para que tomemos esta decisión, ya que deportivamente el equipo no está mal” analizó el renunciante técnico. Está claro que la inestable trayectoria de la era Mohamed lejos estuvo de cosechar buenos resultados. Sin embargo su afirmación también conlleva una realidad inevitable: la barra brava, por expreso pedido de Julio Comparada, exigió hasta provocar la renuncia del DT.

No son nuevos los vínculos entre dirigencias y barras, ni siquiera la connivencia entre ambas. Es una relación de conveniencia absoluta, recíproca en la cual se alimentan de los favores del otro. Las dirigencias utilizan a las barras como motor político, como fuerza de choque y las barras a los dirigentes para solventar sus gastos y mantener seguros sus negocios.

La desvinculación de Mohamed ya es una realidad inalterable. El infierno que queda atrás, también. El mismo que continuó, impoluto, tras la partida de Garnero. El mismo que seguirá mientras quien tiene el poder en sus manos no se decida a ponerle fin. Independiente hoy en día es un club sin técnico, con déficit económico y con una cancha todavía sin terminar. El gran responsable de la actualidad del Rojo es, como hace un año, Comparada. Perdió en su batalla económica, no concluyó las obras en el estadio ni logró armar un equipo protagonista. Después del incidente y las declaraciones del Turco, la barra parece haberse adueñado del club. El Rojo vive una agonía que podrá terminarse en diciembre, cuando los hinchas voten para elegir a su nuevo presidente.


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