Revista Cultura y Ocio
Es probable que un concierto con auriculares sea el no va más y que no seamos conscientes de que el Ayuntamiento de Madrid se ha sacado de la chistera una fórmula para disfrutar, en exclusiva y en primicia, de un método futurista que va a constituir toda una revolución en el mundo de la música en vivo.
No sé muy bien en qué consiste el sistema ni el protocolo que aplicarán los organizadores para que disfrutemos de los conciertos en la plaza de Chueca con unos auriculares, pero no me imagino cómo haremos para seguir el ritmo de la música, comentar la jugada con nuestros amigos y mantener el mini de cerveza.
Dicen que se instalará un escenario de metacrilato y que se podrá seguir el concierto a través de los teléfonos móviles o de unos cascos similares a los utilizados para las audioguías. ¿Se trata de una broma de mal gusto?
No me quiero ni imaginar el careto de quienes vayan sin auriculares y observen atónitos el contoneo de los privilegiados y no sepan si están bailando la última de Kylie Minogue o un clásico de Alaska. Les quedará la opción de jugar a las adivinanzas sobre los temas del concierto en función del movimiento de caderas de los bailarines de la plaza.
Mucho me temo que nos han vendido la moto con una fórmula que va a convertir Chueca en la plaza del silencio y el absurdo. Una idea disparatada que, mucho me temo, se usará exclusivamente como experimento en el Orgullo LGTB, mientras que en el resto de las fiestas populares seguirá imperando el método tradicional.