Revista Psicología

El aburrimiento. cómo atarse al verbo.

Por Psicoanalistalauralopez
EL ABURRIMIENTO. CÓMO ATARSE AL VERBO.

   Madame Bovary, de Gustav Flaubert yacía aburrida en su vida, recostada en sus fantasías como ilaciones de sus insatisfacciones , posadas en sus ideales y en sus bucles imposibles.

   Pero en cada uno de nosotros/as ¿nos dejamos vivir? ¿creemos que siempre hay algo mejor? ¿insatisfacción perpetua? ¿valoramos, aceptamos lo que hemos construido, a las personas de que nos rodeamos? Resalto estas palabras porque la vida es una producción de nuestro desear.

   Hay una estructura psíquica, la histeria, donde habla de que su deseo es el deseo insatisfecho. En todo lo que hace la insatisfacción va a estar presente: así es su desear, una complejidad transformable a través del psicoanálisis.

  Pero sigamos hilando acerca del aburrimiento. El aburrimiento también irrumpe allá donde no hay inclinación para el asombro, para la sorpresa. Dejarse llevar, dejarse sorprender, en esa capacidad de creación...A veces las personas podemos llegar a ser muy vigilantes y censoras con uno/a mismo/a.

  En la comunicación, en ocasiones, se muestra. Te cuentan algo y vas cómo se enrolla demasiado. O uno mismo, lo quieres decir todo, paso a paso, con comillas y punto y coma, queriendo imprimir una fotocopia, sin lo verdadero del deseo. Sin dejarse atravesar por la experiencia, por un pensamiento...Me tengo que prestar a ser un sujeto del lenguaje, de manera que voy a gozar del otro, va a hablar un sujeto pulsional, no en un habla que coincida con ninguna realidad. La realidad la forjo después de hablar. Cuando espontáneamente te dejas conversar, dices más y mejor que cuando quieres decir de memoria una escena.

  Hablar con los espacios que corresponden, a veces decimos más entre las palabras que en las palabras, el que sabe puntuar mejor es el que más dice. Tengo que hablar con la ley del lenguaje, no con las palabras. El inconsciente es el que guía tu timonel, el que te lleva a buen puerto. Tenemos un montón de saber pero no sabemos que lo sabemos. Reprimimos, no soportamos lo que seríamos acaso capaces de sentir. Anidan muchos prejuicios en nosotros. Estar en tu mundo, apartarte, es estar fuera de la escena.

  Etimológicamente la palabra aburrimiento proviene de “ab horrrere”, es decir, sin “horror”.El aburrimiento es un rechazo también a esa angustia que no es angustiante, es expectación, esa que me defiende del susto, no es esa angustia del agujero que me impide relacionarme con el exterior.

Cuando uno cree que está todo hecho y nada por hacer se desenchufa del desear. “Esto no es para mi edad”, “esto no es para mí”...¿Cuántas veces no se llenan las arcas de prejuicios y hunden la carne y el alma?

Si hay un montón de energía , libido, puesta en relaciones, proyectos, y las quito de ahí el elefante del aburrimiento aplasta el pecho del sobresalto, la luz se torna en sombra del existir.

Aburrirse es agarrarse a la inmortalidad, a la ilusión de la tranquilidad eterna. Aburrirse en entregarse a la traición del deseo, a la alberca de la carne y al corcho de un mar en calma. Seamos nado vivo, el clamor de los días, del amor, del compañerismo y la azada del vivir. Así es imposible no atarse al verbo

Laura López, Psicóloga- Psicoanalista

en formación continua con Grupo Cero


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