Hoy traigo el bizcocho tradicional de frutos del bosque de mi abuela Esther. Su sabor suave y su esponjoso interior, os llevará a rememorar recuerdos de ese primer bocado de bizcocho casero de tu abuela.
Estos días han sido un poco duros y no he podido poner el concurso que os prometí. Se murió mi abuelita y no he tenido tiempo para nada :( Es difícil mirar una caja llena de papelitos, con recetas escritas por mi abuela, que me hacen recordar todos los momentos en los que me preparó su deliciosa sopa de marisco o su tortilla de patata que quitaba el sentido.
Decir que ella cocinaba bien sería quedarse corta. Sus platos eran deliciosos y, es una pena que me empezara a interesar la cocina en estos últimos años, cuando ella estaba tan mayor que no podía enseñarme todo lo que sabía. ¡Cómo es la vida! Ya que no puede enseñarme, he metido bajo mi cama una caja enorme llena de recetas "robadas" con el máximo cariño, que poco a poco voy leyendo y me van recordando dulces y soñadores momentos de ella en la cocina. Si me pongo a pensar en ella, siempre la recuerdo cocinando, viajando o riendo, ¡Siempre tenía una sonrisa en la cara!
Dicen que el amor para toda la vida no existe, pero yo creo que mis abuelos eran una excepción. Desde jóvenes juntos, recorriendo una vida llena de sueños cumplidos y aspiraciones alcanzadas; llena de viajes por el mundo y nietos que correteabamos. Jamás oí una palabra mal sonante hacia el otro. Sus miradas de amor profundo, sus palabras de cariño absoluto y sus sonrisas que eran el reflejo de dos almas unidas; te producían una envidia sana, una gran admiración por esos momentos que, mirabas avergonzado, como si asistieras a un momento íntimo en el que te has colado para observarlo por una rendija.
Que duro es mirar atrás y ver que quizás no les dedicaste cuando eran mayores, todo el tiempo que se merecían. Cuando eres joven piensas en lo cansada que estás como para coger el coche e ir a verles y que ya los verás a la semana siguiente. Pero luego, en lo que duran dos parpadeos, abres los ojos y te das cuenta de que ya no están, y ese tiempo jamás lo podrás recuperar. Desgraciadamente, no tenemos un botón para rebobinar y hacer las cosas mejor.
Me quedo con la imagen de mi abuela radiante de felicidad al lado de sus preciosos geranios en nuestra casita de Entrepinos, que mis abuelos construyeron ladrillo a ladrillo. Me quedo con sus paseos en la playa de Alcoceber donde siempre veraneábamos, y lo guapa que se ponía para las noches de baile en el Jeremías. Pero sobre todo, me quedo con su sonrisa, que irradiaba felicidad y te hacía sentir que estabas a salvo de todo lo malo que podría socorrerte. Su sonrisa era nuestro aliento.
En fin, seguro que sus platos no me salen igual que a ella pero prometo, poco a poco, ir haciendo sus delicias para compartir con vosotros la extraordinaria cocinera que tenía como abuela y, sobre todo, para compartir pequeños momentos en mi memoria que son extractos de toda una vida llena de sueños.
Ingredientes:3 huevos1 sobre levadura250 gr de azúcar200 g harina1 yogur de frutos del bosqueralladura de un limón1/2 vaso de aceitealmendras crocantiaceite concentrado de frambuesa
Elaboración:
Batir los huevos enteros con el azúcar. Poner a precalentar a 180º el horno.
Mezclar bien hasta que blanquee y añadir el yogur de frutos del bosque. Puede usar el que quieras pero el que tenía por casa era este y así lo usé, mezclar.
Rallar un limón y añadir la ralladura, luego añadir el zumo de medio limón.
Echar el vaso de aceite y batir bien con el tenedor.
Echar unas gotas de aceite concentrado de frambuesa. Echar las almendras crujientes.
Lo siguiente es añadir la harina y la levadura y mezclar todo bien hasta que no queden grumos. Poner la masa en el molde, hasta la mitad del molde porque luego sube.
Lo poco que obra echarlo en una taza, pero 1/3 solo que sube muchísimo.
Poner en el micro a máxima potencia durante 3 minutos más o menos, mirar y cuando veas que ha subido y está un rato sacarlo, si ves que no esta blandito al tocarlo meterlo rápido un minuto más.
Dejar el bizcocho 40 min en el horno, hasta que quede bien doradito.
Tendrás un bizcocho rico y super esponjoso.
Luego añadir el azúcar glass por encima y cortar en rebanada.
Tendrás un bizcocho de lo más sabroso, suave y esponjoso.