Revista Arte

El (ahora) luminoso Rufus Wainwright

Por Avellanal

Si Amy Winehouse expiró a causa de las convulsiones propias de su síndrome de abstinencia, a la omnipresente Adele quizás –en un futuro no muy lejano– le toque hacerlo por un pico de glucemia.

Así, consagrado como un vendedor de estampitas religiosas, el productor Mark Ronson, que es un tipo con tanta onda que hasta tiene su colección de sneakers Gucci, inventa una épica para una generación sin épica: sus dos “creaciones” más difundidas entre la subcultura hipster, Adele –para los argentinos: una especie de Estela Raval angloparlante– y Winehouse –artista del montón si hubiese nacido en los años dorados de Motown, y para comprobarlo basta buscar cualquier compilado del sello–, son junto a sus desgarros de ortopedia, mercancía simplificada a su función más elemental, historia de la música popular explicada para dummies, ahora que tan de moda están.

El (ahora) luminoso Rufus Wainwright

Alimentado por cadáveres, míticos o en vías de serlo, cuervo del Moog Voyager, Ronson (no confundir con Mick, el blondo multiinstrumentista que acompañó a Bowie en sus inigualables comienzos de los setenta) lega a Out of the Game un sonido a lo Gilbert O’Sullivan, algo que no le sienta nada mal a Rufus Wainwright (tanta introducción para hablar de él y su nuevo disco) que, a diferencia de las chicas mencionadas, sí es un cantante original.

Mucho más liviano que sus celebrados Want One y Want Two, díptico post camp que iba de los paisajes sonoros a la operetta, pero igualmente barroco, Rufus define aquí su personalísimo concepto de “lo bailable” (una ironía, al fin de cuentas, porque ninguna canción del disco amerita más que un zarandeo de mecheros en la noche oscura del alma) y se libera de esa tristeza de dark room donde las bendiciones se esperan de rodillas ante un glory hole. Si bien el mesías gay que alguna vez proclamó nos bajaría desde el cielorraso de Studio 54 todavía no llegó (Better pray for your sins./Better pray for your sins,/’cause the gay messiah’s coming), el himno outing “Welcome to the Ball” confirma esa espera con un trompeterío para alegres caminatas digno de Burt Bacharach. Dice Rufus en “Perfect Man”: I’m doing all that I can./Trying to make all the roses bloom in unison. Sabemos que es capaz de semejante prodigio. Out of the Game, un disco luminoso e ideal para escuchar una y otra vez en el iPod, confirma el milagro.


El (ahora) luminoso Rufus Wainwright

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