Revista Ciencia

El aire que respiro y el que me falta. Bici, ciudades y contaminación.

Por Yve Ramírez @ecocosmopolita

[Mr. Encargobike al teclado] En los últimos meses en Barcelona hemos tenido una peculiar situación meteorológica que supuso casi 100 días sin lluvias y muchos días de temperaturas altas en pleno invierno. Y mientras para los visitantes de la ciudad se tradujo en unas muy luminosas vacaciones de contemplación y caminatas por las ramblas de la ciudad con árboles en plena floración -un desajuste en toda regla-, para los que vivimos en Barcelona significó respirar el aire menos sano de los últimos tiempos. Como si se tratara de la ciudad de la época industrial, con chimeneas humeantes y en pleno crecimiento del ensanche. Me bastaba con treparme en la Sierra de Collserola, o más fácil aún, en el Turó de de la Rovira (donde suelo ir a correr) para contemplar el terrible aspecto del cielo: una capa amarillenta estaba instalada sobre nuestras cabezas.
El aire que respiro y el que me falta. Bici, ciudades y contaminación.

No hay que olvidar que, según datos de la Organización Mundial de la Salud, cada año mueren de forma prematura en el mundo unos 7 millones de personas a causa de la contaminación atmosférica.

Y el Ayuntamiento nos pone una pegatina

Justamente lo recuerdo porque en estos días en el según su grado de contaminación o de respeto al medio ambiente. De menos a más. Es decir un etiquetado positivo para Ayuntamiento de Barcelona se discutía llevar adelante una propuesta que ya se ejecuta en muchas ciudades del resto de Europa. Se trata de la implementación de un sistema de etiquetado de los cochescontribuir a la mitigación del cambio climático.

El aire que respiro y el que me falta. Bici, ciudades y contaminación.

Ya intuimos que los coches eléctricos, híbridos o de uso colectivo con combustibles no fósiles ganaran la pegatina más cool. Lo menos afortunados serán con mucha diferencia los diesel, que entre datos falsos aportados por los fabricantes (menudo favor nos han hecho) y los altos niveles de dióxido de nitrógeno inherentes son los que más contribuyen a la contaminación en ciudades como Barcelona (¿ya has visto el espectacular funeral a las energías fósiles que, con motivo de la campaña Break Free from Fossil Fuels, celebraron este pasado 7 de mayo para pedir el fin de los combustibles fósiles, carbón, gas y petróleo?).

Básicamente esto ocurre porque el diesel es el combustible es más barato: primero es más fácil de procesar que la gasolina y tiene menos impuestos (supongo para promover las ventas de estos coches). Todo suma y al final tenemos casi la mitad de los coches particulares y la gran mayoría del transporte de mercancías dentro de este segmento.

Pero volviendo al tema de las etiquetas, me quedé un poco contrariado porque no se nombra a mi querido corcel de dos ruedas, la bici. Y vuelvo con las matemáticas y planteó otra ecuación: Una bicicleta. Quítale la superficie que ocupa un coche. Ahora quítale el diesel. Súmale todo mi CO2 de camino al trabajo. Suma serotonina, dopamina y endorfina. Resultado: me quedo sin una pegatina, pero con mi bici.

O somos tan maduros que no necesitamos que nos digan que somos claves en la cadena de la no contaminación o se olvidaron de nosotros. Yo sé que puedo convencer a algunos, pero desde los organismos de gestión de la movilidad se debería recordar insistentemente sobre la posibilidad de cambiar nuestros hábitos de movilidad y quizás alentar de manera superlativa, como ha sucedido con algunas empresas y sus trabajadores donde ir en bicicleta es un plus en tu salario. Por ese camino todavía queda mucho por rodar.

Rueda y manifiéstate

Como mi querida Ecocosmopolita suele decir, con reflexionar y criticar no nos bastará. En algunos caso debemos aportar un poco de nuestras energías y tiempo para hacer cambiar esas situaciones. Por eso en los últimos meses además de aventurarme a cruzar los pirineos en para la bicicleta de Barcelona a París Cop21, me uní al grupo de entusiastas que en Barcelona organizan la Masa Crítica.

¿Qué es una masa crítica?

Las masas críticas son encuentros que de manera regular se llevan a cabo (mensualmente por norma) en muchas ciudades y pueblos del planeta con el interés común de disfrutar y ganar espacio en las vías públicas con bicis y demás artilugios impulsados por nuestras fuerzas. Bajo la premisa de que un grupo de ciclistas compactados (en masa) son un "solo vehículo" circulando por la calzada, y de que en masa es posible "robarle" espacio a los coches aunque sea por un día al mes. Un día en el que los que vamos sobre dos ruedas ganamos en l a batalla de bicis contra los coches, la protagonista del documentar de Fredrik Gertten del que ya se ha hablado en este blog.

A partir de ahí, cada uno y según sus propios intereses, se une de manera voluntaria procurando disfrutar de la ciudad a bajas velocidades y evitando el enfrentamiento con el resto de vehículos y con el máximo de respeto por los peatones.

Cualquier medio para pasarlo bien durante las masas es bien recibido por el resto de participantes: disfraces, musica, tunning o performances. Y sobre todo con mucho buen rollo o compañerismo. Y en Barcelona nos llamamos la MASSA CRITICA.

El aire que respiro y el que me falta. Bici, ciudades y contaminación.

Y una vez al año se celebra una g ran masa crítica: la Criticona. La Masa de las masas como digo yo. La que recibe a todas las masas. Una ciudad anfitriona de todos los adeptos a la bicicleta. A los que buscan celebrar a lo grande con sus bicicletas. Y este año Barcelona organiza una extraordinaria masa crítica llamada Pantumacona (Criticona+Barcelona=Pantumacona). Será un fin de semana a tope. Con unas enormes expectativas de asistencia al evento principal (17:30 pm Arc del Triomf) y con muchas actividades para todas las edades. Estás mas que invitado.

El aire que respiro y el que me falta. Bici, ciudades y contaminación.

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