Artículo en El rincón literario de Cartagena Actualidad sobre el libro El almuerzo en la hierba de Marcel Proust.
El día 14 del pasado mes de noviembre se celebró el centenario de la publicación de la primera de las siete novelas que componen En busca del tiempo perdido. Esta primera, es la conocida Por el camino de Swan.
Hermida Editores nos hace un regalo, que los amantes de Proust, le agradecemos desde lo más profundo de nuestro corazón. Pienso que, en estos días en los que uno busca regalos, lo mejor es regalarse y regalar El almuerzo en la hierba. Este libro es una ‘selección de pensamientos de En busca del tiempo perdido’ efectuada por Jaime Fernández. Los fragmentos han sido traducidos directamente de la edición canónica por María Teresa Gallego y Amaya García.
Siete son los libros que componen En busca del tiempo perdido. A saber: Por donde vive Swan, A la sombra de las muchachas en flor, Por donde los Guermantes, Sodoma y Gomorra, La prisionera, Albertine desaparecida y El tiempo recuperado.
Al final del libro nos encontramos con este pensamiento:
«Muerte… Pero ahora, cuando desde hacía poco me había vuelto [la muerte] indiferente, empezaba a temerle de nuevo, cierto que de otra forma, no por mí, sino por mi libro, para cuya eclosión resulta indispensable, al menos por una temporada, esta vida que tantos peligros amenazaban. Dice Victor Hugo: “Ha de crecer la hierba y han de morir los niños”. Yo digo que la ley cruel del arte es que las personas mueran y también nosotros moriremos, apurando todos los padecimientos, para que crezca la hierba, no la del olvido, sino la de la vida eterna, la hierba prieta de las obras fecundas a la que las generaciones acudirán, jubilosamente, sin preocupación por los que duerman debajo, a celebrar su «su almuerzo en la hierba»».
Nos deja patente, en esta metáfora, lo que ha de ser la supervivencia a través de la escritura y del arte en general, frente a la inexorabilidad de la muerte.
Proust es el maestro del detalle; detalle en lo cotidiano –descripción de las sensaciones que siente al tomar una magdalena sopada en un te-, detalle a la hora de redactar emociones personales. Hay que fijarse en como cuenta, Marcel, las cosas más allá de las cosas que cuenta. Pensaba que el lector se encuentra una y otra vez a si mismo, siendo el escritor un mero instrumento indicador de una y mil cuestiones.
Al morir su madre se refugia, arrastrando un estado enfermizo, durante 14 años, en su casa situada en el boulevard Haussman. Allí en soledad, y acompañado de un ama de llave solamente, a base de mal comer –sobre todo por sus horas de colación- mucho café y una gran mirada interior, pergueñó la obra magna de su vida. Maneja más de doscientos personajes, todos ellos de gran complejidad. Según Sastre: “Se descubre la importancia de la psicología subjetiva de los personajes”.
Escribe sobre el amor, los judíos, la homosexualidad, los celos, la guerra, la muerte, las relaciones sociales… Por eso esta edición nos va ayudar a conocer más íntimamente a Marcel Proust, autor necesario para conocer la literatura de los siglos XIX-XX.