Revista Cultura y Ocio

El amante de Lady Chatterley, de D.H. Lawrence

Publicado el 16 enero 2012 por Mientraslees
El amante de Lady Chatterley Austral | Abril de 2011
Tomo Único | 317pp
Inválido de guerra, Sir Clifford Chatterley y su esposa Connie llevan una existencia acomodada, aparentemente plácida, rodeada de los placeres burgueses de las reuniones sociales y regida por los correctos términos que deben ser propios de todo buen matrimonio. Connie, sin embargo, no puede evitar sentir un vacío vital. La irrupción en su vida de Mellors, el guardabosque de la mansión familiar, la pondrá en contacto con las energías más primarias e instintivas y relacionadas con la vida.
Nacida en la Florencia de 1928, bajo una edición limitada que auguraba un pronto escándalo en toda Europa, “El amante de Lady Chatterley” nos seduce con un título que se ha ganado durante años de censura y revueltas: la cumbre de lo erótico. Lo más célebre de D. H. Lawrence llega ahora a Mientras Lees en su formato bolsillo gracias a Austral, quien se dedica a ofrecernos grandes joyas de la literatura a un módico precio. Tal vez no haya sido lo que otros prometían, pero lo cierto es que el sexo y la sensualidad de D. H. Lawrence os sorprenderá a más de uno.
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Mi primera incursión en este autor británico que tuvo que huir de su nación poco tiempo después de la guerra, para liberarse y comenzara su “peregrinación salvaje”, ha sido con su obra más famosa. Con suerte, dicen que no es la mejor que tiene. Entonces, ¿por qué es la más conocida entre toda su amplia gama de relatos? Os lo diré claramente: fue un escándalo. El amante de Lady Chatterley hoy en día tal vez no tiene el peso que tuvo en su época, pero os aseguro que las escenas (y sobre todo las ideas) que aparecen en este libro, a más de uno y una sonrojaron las mejillas. No digo que no, seguramente, en la intimidad de sus cuartos, sus detractores pasaron lúdicos momentos, con suspiros y jadeos. Pero en sociedad, condenaron este libro a la hoguera. No por nada se censuró su contenido, se prohibió su exhibición, y no circuló con normalidad hasta 1959. ¡Treinta y un años después de su publicación! Eso, en la vida de un libro, es casi un siglo. La historia de Constance Chatterley, o Connie, como la conoceremos familiarmente en el libro, escandalizó a Europa y ha llegado a nuestro tiempo como la historia de un amor prohibido, totalmente fuera de los límites de la moralidad. Connie está casada con un hombre de clase alta que, por culpa de la guerra, vaga condenado en una silla de ruedas en su gran hacienda heredada de su padre. Al principio, Connie es capaz de sobrellevar la situación durante los primeros años; Clifford, su marido, es un hombre que no cree en la cercanía física y la tiene condenada a la abstinencia eterna y, ella, obediente y ensimismada en sus antiguas creencias de la felicidad espiritual, va marchitándose lentamente, rezagada a una vida gris y triste. No obstante, cae en la tentación del sexo y se acuesta con un amigo de su marido, Michaelis. Sus encuentros fortuitos la reviven y le hacen creer de nuevo en la vida pero… Siempre hay un pero. Michaelis es un hombre apasionado pero sólo busca su propio placer. Las mujeres están condenadas a estar expectantes en las relaciones amorosas, seguidoras de una estela masculina que tiene una fecha de caducidad. H. D. Lawrence nos mete de lleno en la mentalidad de la época, machista y llena de tabús contra el sexo, y convierte a Connie en un personaje clave en la revelación de la sexualidad femenina. Ella, incompleta e insatisfecha, busca un hombre que le llene el vacío que está creándole la soledad sexual que vive en su hogar, acudiendo a los brazos de Oliver Mellors, el guardabosque del recinto. Ese hombre, virtuoso y taciturno, que la desea con fervor y que no se avergüenza de disfrutar del sexo, del amor carnal, de la cercanía. Que si tiene que decir “qué hermoso culo tienes”, lo dice y hace sentir a Connie poderosa, altiva, completa… Es esta la relación que a Connie le dará más de lo que nunca le habían dado: sin parlamentos complejos sobre el amor, sin palabrerías pomposas sobre la intelectualidad, sin el esnobismo al que está acostumbrada desde su más tierna cuna. El autor, con prosa salvaje y, a veces, poética y enrevesada, nos traslada a la mentalidad de una mujer diferente a las demás. Una mujer dispuesta a disfrutar, una mujer viva por dentro, que disfruta de su cuerpo sin tapujos, sin tabúes. En este aspecto, Lawrence se anota unos cuantos tantos y nos hace reflexionar, no sin hacer un esfuerzo antes para situarnos al marco histórico en el que la historia transcurre (un triste comienzo de siglo XX) y comprender que la mentalidad era muy diferente a la que ahora poseemos. Lo que Lawrence quiso hacer con este libro, fue llevar su creencia de que lo humano, no es divino ni se parece a lo que los santos nos obligan a creer a pies juntillas, sino que viene del animal, más sexual que racional, más pasional que frío. El amante de Lady Chatterley lanza una feroz crítica a la hipocresía social sobre el sexo, sobre la frigidez mental que miles de personas padecían sin darse cuenta, y trata de llenar con sangre, semen, y vida, los derroteros más secos de la sociedad de alta alcurnia. Junto a estos zarandeos, podemos apreciar un pequeño latigazo hacia la industrialización y una mano tendida a la clase obrera. Los personajes son variopintos, pero no destacan demasiado; los más importantes sin lugar a dudas son Connie, protagonista indiscutible y voz cantante de la historia, y Oliver Mellors, el extraño guardabosque. Por otro lado, la narración es pausada pero no muy descriptiva. Tiene un ritmo cómodo y un lenguaje culto, mezclado con figuras retóricas y muchísimas reflexiones metafóricas. No es un libro para niños, no por su contenido (que eso ya es a gusto de cada uno, no hay violencia pero sí mucho sexo) sino que por su estilo narrativo requiere un mínimo de experiencia lectora para avanzar en la aventura. Las escenas de la polémica son rudas, mecánicas. El erotismo ha avanzado muchísimo desde comienzos del siglo XX y si buscáis el romance de los libros actuales, mucho me temo que no estáis bien encaminados. Sin embargo, no creo que en ningún momento el autor quisiera crear escenas hermosas y sensuales; mi pensamiento es que quería mostrar el acto de una manera natural, tal y como es, sin añadiduras. Quería demostrar lo ridículo que es el ser humano, demostrando a su vez, lo humano que somos.
Aunque es la obra más célebre del autor y ha movido conciencias, es cierto que no ha envejecido demasiado bien. Las ideas que el autor trasmite en la novela hoy en día podrían tacharse muchas veces de machistas o hasta homofóbicas (tocando la sutil ironía, pues no quedó nunca claro cuál era su orientación sexual; algunos expertos creen que su hostilidad hacia el sexo femenino en ciertos aspectos se debía a que creía que el amor perfecto sólo podía darse con otro hombre). No voy a negar que le sacaría de un plumazo unas 100 páginas introductorias donde conocemos a Connie y su manera de pensar antes de embargarse a una vida triste y desdichada, tampoco os diré que sea cierto que este libro sea la cumbre de lo erótico. Las escenas son normales hoy en día, no ocurre nada del otro mundo y el autor tiene mucho cuidado y es estético, sin caer en groserías sinsence. Los diálogos de Connie son otro punto a parte en esta joya de la historia literaria, pues nos dejan una sensación robótica. La pobre, es la protagonista de la novela pero más parece un espantajo en algunas confrontaciones verbales ya que sólo es capaz de preguntar patidifusa, mientras los ojos se le salen de las cuencas. Finalmente, el desenlace de la historia me dejó frustrado. No me esperaba un cierre tan truncado e inesperadamente abierto.
Lady Chatterley
El amante de Lady Chatterley ha recorrido mares y montañas, escandalizando al principio y haciendo reflexionar después. Hoy en día es uno de los libros que hay que leer antes de morir y yo podré irme a la tumba tranquilo de saber que Connie Chatterley descubrió en su interior un mundo que la sociedad le había negado. Puede que sea una joya literaria mal envejecida, pero no deja de ser interesante introducirte en el tabú sexual de la época e indagar en las desventuras de una mujer que lucha por su satisfacción. De una u otra manera, esta novela de corte desvergonzado y atrevido, es una parada obligatoria en vuestra vida lectora.
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D.H. LawrenceProveniente de familia humilde, estudió en la Beauvale Board School, obteniendo una beca para la Nottingham High School. Tras dejar los estudios, comenzó a trabajar en 1901, tarbajo que abandonó por una enfermedad. Entre 1902 y 1906, fue maestro en la British School de Eastwood, iniciándose en la literatura. Marchó a Londres donde se afianzó en su producción literaria, comenzando a tener problemas de censura con sus obras. Durante muchos años fue denostado en su país donde se llegó a considerar su escritura como pornográfica, por la importancia que daba al sexo en sus obras. Tras su muerte, su memoria fue recuperada, ocupando el sitio que merecía por sus cualidades. [Fuente: Lecturalia]
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