El Amazonas siempre excitó nuestra imaginación. Bordeando el único río del mundo donde un hidroavión puede amerizar sobre el ancho de su cauce, se sitúa la masa forestal más extensa del planeta, con cerca de la cuarta parte de todas las especies terrestres. Crecimos fantaseando cómo entre su frondosa vegetación, todavía se encontraban civilizaciones ocultas y singulares animales por descubrir. El amazonas era misterio, y el misterio es el catalizador de la curiosidad humana.
Menos imaginativo, tras el aparente infinito verde se escondía la respuesta al mayor misterio: la insondable medida de la avaricia. Muchos murieron buscando el fabuloso El Dorado sin saber que El Dorado ya les rodeaba. El árbol no dejaba ver el bosque porque todo, absolutamente todo en el Amazonas es riqueza. Las industrias madereras –la mayor parte de ellas, ilegales- despejan el terreno para que las empresas mineras y farmacéuticas encuentren su propio oro. También -como es el caso de Brasil, fomentado por un gobierno complaciente- la agricultura y ganadería se suman poderosamente a la esquilmación del pulmón del planeta.
El suelo del Amazonas una vez despojado de árboles y lavado por fuertes lluvias, es pobre en nutrientes y la tierra se transforma en yerma en pocos años. El inmenso Amazonas cada día es menos inmenso; sufre una grave alopecia que disminuye su frondosa cabellera a un ritmo de ocho campos de fútbol por minuto. Una extraordinaria calva que en sólo treinta años, ha alcanzado el tamaño de Francia.
El hombre ataca el ecosistema activamente, dañando colateralmente la cuenca del río Amazonas, la principal arteria y “autopista” acuática para los indígenas. En 2005 se produjo el primer aviso serio de un nuevo peligro en la supervivencia de la mayor reserva natural terrestre del mundo, la sequía. Los científicos “sospecharon” que existía una relación directa entre el calentamiento del océano Atlántico y la falta de lluvias, dedujeron -puesto que la tendencia de los mares es elevar la temperatura por efecto del cambio climático- que los periodos de sequía serían mayores y más recurrentes. 68 científicos en 12 países concluyeron que el impacto de la sequía había supuesto una emisión extra de 5 billones de toneladas de dióxido de carbono. Y ahora, la terrible sequía se repite, aún con mayor violencia, en un corto intervalo de cinco años jamás visto con anterioridad. En algunas zonas, el nivel de las aguas es tan bajo que si bien antes podía amerizar un hidroavión, ahora se puede cruzar caminando de una orilla a otra.
La deforestación es el mayor aliado de las emisiones de dióxido de carbono, el dióxido de carbono del calentamiento global y el calentamiento global genera sequía… De toda esta sinrazón encadenada, el Amazonas sólo es el inmenso y magnificado espejo de un fenómeno que está sucediendo al lado de nuestra casa, en cualquier lugar del mundo, constantemente y a escala global.
Enlaces relacionados con el Amazonas (Extraidos del grupo de Facebook Amazon Rainforest):
http://amazonwatch.org/http://survivalinternational.org/
http://www.rainforestportal.org/
http://www.amazonia.org.br/english/
http://www.bbc.co.uk/nature/ecozones
http://rainforests.mongabay.com/amazon/
http://www.pbs.org/journeyintoamazonia/
http://www.rainforest-rescue.org/
http://www.forestdisclosure.com/
http://www.ethnobotany.org/