El amor es idiota
Publicado el 11 febrero 2013 por Cooliflower
Gestos, movimientos, medida de hombros y caderas, simetría del rostro, brillo del pelo… y ese olor; cada persona con un aroma diferente, una fragancia que los hipotálamos saborean en su exquisita cata oculta. Datos interpretados de manera individual, en claves únicas para cada cerebro. Suenan los violines y las violas quieren ser verbo, y el cóctel de física y química, aliñado con convenciones sociales, atavismos (juventud, seguridad) traumas, recuerdos y la sal del narcisismo (me recuerdas a mí) activa las alarmas de la idiotez: ¡Mierda, me estoy enamorando!
El chute químico de dopamina, noradrenalina y feniletilamina coloca al ser humano al nivel de chavales con sobredosis de chuches. Hiperactividad, taquicardia, falta de atención… Da igual si Cupido te ha endosado una mezcla de orco y pez espada: los niveles de serotonina disminuyen y el mundo desaparece; sólo tenemos ojos, memoria y sexo para él/ella. El amor
de flechazo es un estado alterado de estupidez obsesivo-compulsiva de duración limitada, similar al de los consumidores de cocaína. Y aún así, es bonito… o desesperante, cuando llega el maldito san Valentín.