el amor propio
Te presento un nuevo artículo de la mano de Rosa Romi, una chica que desea dar su aporte reflejado en sus experiencias y sabiduría, que con todo el gusto ha querido compartir con todos nosotros. Espero que te guste.
Alexander Chinea
(Creador de Desarrollo Personal Efectivo)
La vida nos pone en el camino cosas, acontecimientos, personas y un sinfín de material que no vemos cuándo la ceguera nos impide ver.
Hace tiempo me quité las lentillas de color que me impedían ver bajo los dominios de un yo posesivo, severo, inflexible, austero, negativo, cegada de una personalidad que en realidad no tenía nada que ver con lo que soy en realidad.
(No era consciente hasta que desee mirar con el corazón).
Muchos pueden pensar yo no soy así, quizás cierto es, y no lo seas, pero te puedes estar auto engañando. Considero que debemos conocernos tanto, como conocemos a nuestros mejores amigos. Y lanzo una pregunta para reflexionar: ¿por qué si conozco, me preocupo y quiero tanto a otro, no soy capaz de mantener conversaciones conmigo mismo, de ser mi mejor amigo, de saber que anhelo, que deseo con el corazón y saber quién soy en realidad? ¿Lo habíais pensado alguna vez?
Quizás la respuesta sea sí, pero en la mayoría de casos, será un NO rotundo, (quizás parezca hasta absurdo y egocéntrico).
Pero por patrones adquiridos de enseñanzas del pasado, lacre que arrastras encadenado en el tobillo haciendo que te hundas en el mar profundo, regocijándote en las enseñanzas de la infancia, lo vivido en el hogar de tú casa y lo que las personas del entorno te aportaban, te creas un rol falso de identidad que te lleva a perderte en el camino de la vida, (te aleja de ti cada día más).
Es una senda que no sabes ya que camino coger, cuál es el correcto, esperando que venga la divinidad y te indique cuál es el bueno. Sólo puedo trasmitir que el correcto es el que tú deseas en cada momento, que solo tú eres el dueño y capitán de tu barco. Hay que remodelar viejos patrones y reestructurar, cambiar conceptos y estos cambios no te los da nadie más que tú mismo.
Te preguntaras ¿y cómo se hace eso?
Hasta que no aprendes a verte como eres, hasta que no conoces lo que te gusta, lo que deseas, lo que pretendes de ti, todo son fracasos de todo tipo. Me voy a centrar en el amor, y cuándo hablo de amor, no hablo solo de parejas, sino al amor general. Al amor al prójimo, amor a la tierra, a los mares, ríos, animales, sin ser metafórica en toda la expresión de su palabra.
Es un sentimiento del que existe mucha carencia y nos lleva a problemas mayores, como por ejemplo: Depresiones, baja autoestima, vacíos, soledad, dependencia, abusos hacia nuestras personas, fracasos, desordenes mentales de diversidad de tipos y enfermedades.
Todos buscamos lo mismo, el amor, y realmente lo vamos buscando en el exterior, sin darnos cuenta que el amor, está dentro de cada uno de nosotros para compartirlo con los demás. Buscamos la aprobación del resto para sentirnos bien, si para ello debemos dejar de ser nosotros mismos, lo hacemos.
Nos desvivimos por agradar, por ser como el otro quiere que seas, dejando de lado quién eres o sin preguntarte ¿Que es lo que verdaderamente me apetece a mí? Es triste cuándo te das cuenta que la dependencia que a veces creamos hacía otras personas viene promovida por problemas inconscientes, y por tener poco amor propio, que sólo se soluciona con mirar dentro de nuestro corazón.
En mi caso yo abrí los ojos un poco tarde, pero lo importante es que los abrí para verme. Ver de verdad la persona maravillosa que era, saber la persona que más me importaba en el mundo, y a quién más amaba, “esa era a mí misma”, sin mí estaba perdida. Llena de faltas, de defectos, depresiva, no paraba de cometer errores, fallos, siempre deseaba estar a la altura de los demás, me exigía demasiado, me criticaba, me maltrataba.
En realidad tenía una inseguridad tremenda, no me conocía nada, no sabía que deseos eran míos y cuáles eran de los demás. No sabía ya quién era de tantas máscaras y disfraces que usaba. Falsas corazas, y muros limitadores que tanto me alejaban de ser quién era.
Os preguntareis, ¿Cómo empecé a darme cuenta? Pues me empecé a dar cuenta porqué como todos buscaba el amor, fracasaba y temía cualquier cosa que tuviera relación con el amor, me hice tan adicta al dolor, que pensaba que era lo normal para el ser humano el sufrimiento, tanto era así que la felicidad la tenía como algo que dolía. Temía al amor, por desconocimiento, (o sea, temía a mi verdadera esencia, a mi grandioso corazón).
Nos vemos en la segunda parte de este interesante artículo.
Sara RomiMe encanta escribir, es una de mis pasiones, y ayudar a los demás. Puedes escribirme al correo electrónico [email protected]