Revista Deportes
Head or Tail. Cara o cruz. Como el preceptivo lanzamiento de la moneda, acto previo a cualquier partido de la NFL, todo en esta vida tiene dos caras. Y la próxima edición de la Super Bowl no va a ser ninguna excepción a esta regla. Green Bay Packers y Pittsburgh Steelers afrontarán la final de Dallas arrastrando diversos lastres a sus espaldas; pesos muertos de los que liberarse, limitaciones y debilidades que salvaguardar.
Mirando a través de las viejas acerías que un día tiñeron de negro la ciudad de Pittsburgh, los Steelers saben que no tienen al quarterback más brillante de la liga y que su nombre jamás aparecerá en la lista de los més espectaculares mariscales de campo de la liga. Gente como Drew Brees, Peyton Manning o Tom Brady suenan demasiado lejos para el gris Ben Roethlisberger. Y aún así, los aficionados de Pittsburgh serán los que viajen hasta Arlington para presenciar una nueva final.
Además, Big Ben tiene tendencia a buscar siempre, como primera opción, el pase largo, el big play y eso fuerza a su línea defensiva a tener que esforzarse más en cada jugada para darle un tiempo extra. Es un trabajo añadido que les debilita sobremanera, sobretodo en partidos contra grandes defensas. Eso aumenta tanto las posibilidades de ser cazado por los Matthews o Bishop, como las de resultar interceptado por Williams o Shields. Entonces, ¿cómo es posible que sean los aficionados de Pittsburgh quienes viajen hasta Arlington para presenciar a su equipo en una nueva final?. La respuesta es de una contundencia definitiva: Roethlisberger cuenta con experiencia y es letalmente efectivo. Esta será la tercera Super Bowl que disputen los Steelers en los últimos seis años. En las dos ediciones anteriores, el quarterback de negro y oro lideró el equipo hacia el triunfo, en 2006 contra los Seattle Seahawks (21-10) y en 2009 contra aquellos maravillosos Arizona Cardinals de Kurt Warner (27-23). En momentos así es cuando se encuentra como un pez en el agua, da el máximo de sí mismo y minimiza los errores. Si Petyon Manning es la supercomputadora del fútbol americano, Ben Roethlisberger lo es en cada Super Bowl que disputa.
En Green Bay, a pesar del clima de confianza que rodea la ciudad, también arrastran sus propias cadenas. En el aire flota la necesidad de exorcizar demonios, derrocar viejas estatuas y dejar atrás el recuerdo, aún demasiado lacerante que Brett Favre dejó no hace tanto; Favre Delenda Est. Los Packers desean que una victoria vuelva a unir, bajo sus colores, a los partidarios y detractores de quien fue, sin duda, uno de los mejores quarterbacks de la NFL.
Todos esperan que el nuevo golden boy, Aaron Rodgers, dinamite a los Steelers con otro despliegue de los fuegos artificiales que desintegraron a los Atlanta Falcons. Condiciones tiene para ello. Un brazo portentoso, una visión del juego excepcional y una virtuosa capacidad de bailar en el pockett, deshacerse del blitz rival y lanzar ese pase ganador. Pero el Qb de los Packers deberá estar atento a los sacks de la defensa contraria. Su resistencia a los golpes ha mostrado demasiados sígnos de fragilidad y tras cualquier hit, millones de telespectadores contendrán la respiración a la espera de ver en qué estado se levante el quarterback quesero. En cualquier caso da la sensación que este partido, ya lo gane el ataque de Green Bay, con el despliegue ofensivo del referido Rodgers, las recepciones de Jennings y las carreras de Starks, o sea la defensa de los Steelers con Timmons, Harrison y Clark, puede que sea Mendenhall, pero en cualquier caso será un espectaculo que quedará siempre grabado en nuestras retinas.
Que ustedes lo disfruten.