¿Alguna vez has sentido que estás dejando de amar a alguien? Como si el amor poco a poco fuera disminuyendo, como si sintieras que se te va de las manos y además no puedes, o simplemente no quieres, hacer nada para recuperarlo.
El amor ha sido “objeto” de estudio en diversas ocasiones; sin embargo, ponerlo como objeto me resulta poco viable, ya que desde mi punto de vista el amor no es una entidad propia que existe por sí misma, sino que nosotros somos quienes le damos vida a través de nuestras acciones, las cuales sí pueden ser observables y medibles.
No obstante, es muy importante conocer otras perspectivas para así poder generar una opinión propia. En este sentido, desde una perspectiva “científica”, se ha encontrado que el amor y la pasión son resultado de los procesos químicos que ocurren en nuestro cerebro ante ciertos estímulos, los cuales se consideran que sí tienen una “fecha de caducidad”: duran un máximo de dos años.
Entonces, ¿el amor no dura más de dos años? Según algunos estudios, no. Sin embargo, nosotros habremos de hacer una distinción entre amor y enamoramiento. Sin términos científicos, sin utilizar palabras derivadas del latín. El enamoramiento funge como esa parte “mágica” y a veces como ese coctel inexplicable de sentimientos. Cuando la emoción te llena por dentro, cuando todo es maravilloso… cuando recién comienzan una relación y todo se resume en “derramar miel” por todos lados. Los errores no se hacen visibles, opacamos lo negativo de nuestra pareja, y nos dedicamos a centrar nuestra atención en todo lo bueno que tiene él o ella.
Pero ¿qué pasa después del enamoramiento? Pasa que tenemos la oportunidad de amar, con sus virtudes y sus defectos, a una persona. No tolerar; sino respetar y aceptar al otro con todas y cada una de sus limitaciones. Que el amor tenga o no fecha de caducidad es algo que depende cada uno de nosotros. El amor no “llega”; el amor se construye. El amor no lo conseguimos en una tienda, no tiene un precio, no viene en un empaque, no dice la fecha de caducidad. El tiempo de vida que tenga el amor es el que nosotros estemos dispuestos a invertir en él: construyendo, innovando, cambiando, remodelando, ampliando, reduciendo, manteniendo.
Tú eres quien decide ponerle o no una fecha de caducidad a la relación de pareja; aunque debes tomar en cuenta que anticipar el fracaso de una relación en un tiempo determinado puede resultar contraproducente. No queramos anticipar el futuro, dejemos que el tiempo también haga lo suyo. Permítete disfrutar de la magia del enamoramiento, pero también recuerda que para construir un amor sólido y sano con tu pareja, se requiere de mucho esfuerzo, inversiones e incluso sacrificio.
¡Ama y no sufras! Disfruta cada momento con tu pareja y olvídate de la fecha de caducidad.