No quedan dudas que el 2012 fue un año particular para River: empezó el recorrido en la B Nacional, luchando por volver a la máxima categoría, y lo finaliza en Primera y con el regreso, después de más de diez años, del técnico más ganador de la historia del club, Ramón Díaz.
Con las llegadas de Leonardo Ponzio y David Trezeguet, el Millonario comenzaba la segunda parte de la temporada buscando pasar a Instituto en la tabla y lograr coronarse campeón de la segunda categoría argentina, o aunque sea conservar la ventaja sobre Rosario Central y Quilmes, sus principales competidores, para mantener la segunda ubicación y lograr el ascenso a Primera. Pero el camino no sería fácil…
Ponzio y Trezeguet, refuerzos de lujo para el 2012 de River.
El equipo de Matías Almeyda no lograba hilvanar varias victorias consecutivas que le den tranquilidad, ni jugaba todo lo bien que se suponía podía hacerlo de acuerdo a sus nombres. Encima, cada vez que se veía frente a una chance de despegar, el conjunto de Núñez hacía agua. Como si fuera poco, rumores de mala relación entre los referentes del plantel y de renuncia o despido del técnico fueron moneda corriente durante este turbulento semestre. Así y todo, River llegó a la anteúltima fecha dependiendo de si mismo. Pero, una vez más, falló: cayó frente a Patronato en Paraná y debía esperar una ayuda de los demás.
La impensada victoria de Chacarita sobre Rosario Central al día siguiente, en el Gigante de Arroyito, le devolvió el alma al cuerpo a los hinchas millonarios: otra vez tenían en sus manos el ascenso. Y esta vez, River no mancó: venció como local 2-0 a Almirante Brown con un doblete de Trezeguet, la figura del semestre, y se coronó campeón del Nacional B, con justicia a pesar de los altibajos.
“23J – La Resurrección”, la frase elegida por el plantel para festejar el ascenso.
La segunda mitad del año para los de Núñez estuvo marcada por la bipolaridad característica de su entrenador: Fernando Cavenaghi y Alejandro Domínguez fueron borrados del equipo, poco después de que Almeyda asegurará que serían “los primeros refuerzos para jugar en Primera”; Daniel Vega, a quien el técnico bancó y le respetó la titularidad, duró una fecha en el arco; los jugadores pasaron de titulares a borrados (y viceversa), con Manuel Lanzini como máximo exponente de dicho proceso; se cambió constantemente de sistema y de discurso (de “yo no festejo empates” a “este empate se festeja” por ejemplo). Así, River naufragó en la mitad de la tabla y aunque nunca llegó a complicarse realmente con los promedios, el fantasma permaneció latente durante todo el Torneo Inicial.
Almeyda no encontró el equipo y terminó dejando su cargo.
Pero sobre el cierre del año, llegaron las sonrisas para los hinchas riverplatenses: luego de la “salida acordada” de Almeyda, River sacó los últimos seis puntos, lo que le permitió terminar el Inicial con 29 puntos y séptimo en la tabla de los promedios. Esa tranquilidad que otorga el colchón de puntos, sumado a la llegada de Ramón Díaz, quien ya desde lo discursivo apunta mucho más alto que el anterior entrenador, permite que los simpatizantes millonarios se ilusionen con pelear arriba el próximo torneo. Los refuerzos que habían llegado para la segunda mitad fueron positivos: Rodrigo Mora fue una de las figuras del semestre; Marcelo Barovero no se destacó y hasta quizás se esperaba más de él, pero fue abismalmente superior al relegado Vega; Jonathan Bottinelli tuvo un rendimiento discreto, y aun sin dejar conformes a todos, coronó un semestre aceptable.
La otra competición que disputó River en el 2012, durante la primera mitad, fue la Copa Argentina, a la cual nunca le otorgó mayor importancia. Así, jugando todas las rondas con suplentes, los de Núñez se retiraron invictos en semifinales, luego de caer por penales frente a Racing.
Ramón volvió sobre el final del año y le devolvió la esperanza a los hinchas.
En resumen, River cerró el año con un aprobado y no mucho más. Sin deslumbrar desde el juego, cumplió el objetivo del regreso a Primera y disputó un aceptable Torneo Inicial desde los resultados, pero no así desde el juego. El 2012, con altos y bajos, ya quedó atrás. Para 2013, seguramente los objetivos serán más ambiciosos, acordes a lo que causó la vuelta de Ramón Díaz después de más de diez años de ausencia. Habrá que ver que refuerzos le traen, y si el Pelado logra cumplir con las expectativas que generó. La ilusión en los hinchas está intacta, y ya lo hicieron saber en la presentación del riojano, donde entonaron un grito de esperanza y de deseo pensando en el futuro: “Que de la mano, de Ramón Díaz…”.