Título: El año sin verano
Autor: Carlos del Amor
Editorial: Espasa
Año de publicación: 2015
Páginas: 251
ISBN: 9788467043716
La
forma de contar historias, de narrar de Carlos del Amor
me cautivó hace ya muchos años en La 2 Noticias, el telediario de
la noche de La 2, y desde entonces le he seguido la pista y cuando
escucho la voz en off de un reportaje cultural en cualquier
telediario de TVE enseguida lo reconozco. Porque su estilo
periodístico es inconfundible. Un estilo que por fin he podido
disfrutar en su versión literaria con su primera novela, El
año sin verano. Una
novela que no sé hasta qué punto es autobiográfica o no y, la
verdad, me encantaría saberlo.
Porque me ha calado hondo, me ha
hecho reír y llorar, me ha conmovido. Me ha llegado muy adentro. Por
la historia, por lo que cuenta, por cómo lo cuenta y por cómo y
cuándo la he leído yo. No
sé si será cierto o no, pero al menos el padre del protagonista
muere el mismo verano que nace su hijo. Leí este libro justo un año
después de morir mi padre, que se marchó tres meses después de
nacer mi hijo.
Desde
luego, el protagonista es el alter
ego del autor.
Periodista de televisión que vive en Madrid. El protagonista además
está casado, su mujer está embarazada y él se ha quedado solo en
agosto para aprovechar las vacaciones para escribir su próxima
novela, la historia de su abuela, después de que su primera obra, un
libro de relatos, haya tenido éxito y la editorial haya vuelto a
apostar por él.
Vive
en el centro de Madrid, un Madrid desierto en verano, en el que
cuesta más aún si cabe que el resto del año ir a trabajar, a pasar
el rato, porque no hay nada que hacer. Un Madrid que me ha encantado
volver a recorrer y recordar, porque a mí también me ha tocado
trabajar allí en agosto, cuando el calor deja vacía la ciudad, la
paraliza, reseca todo, hasta las ideas.
Por
eso, cuando el protagonista encuentra el manojo de llaves de la
portera de su edificio se deja arrastrar por el sopor, la falta de
inspiración y, sobre todo, la curiosidad y pasa las tardes y las
noches en las casas de sus vecinos, aprovechando que el edificio está
vacío.
Así,
entrará no solo en sus casas, si no también en su pasado, conocerá
sus sueños, sus miedos y, en definitiva, sus vidas. Unas vidas
ajenas, sorprendentes, que nos hacen reflexionar sobre lo fácil que
juzgamos a los demás, sobre las películas que nos montamos de sus
vidas, sin ni siquiera saber mínimamente cómo son realmente cuando
cierran las puertas de sus casas.
Unas
puertas que pueden esconder muchas cosas: un inmigrante, un
matrimonio que se ama a pesar del olvido, una profesora de francés,
una madre dispuesta a hacer todo por su hija, un cartero, un actor y,
por encima de todo, un hombre enamorado de su mujer.
En
definitiva, una historia que nos habla de la rutina, el día a día,
con sus alegrías y sus tristezas. El amor, la muerte, la cara, la
cruz. La vida. Y lo hace con un estilo sencillo, cercano, fluido y,
al mismo tiempo, intenso, cálido, humano. Nos habla de algo que
todos conocemos, de algo con lo que es fácil sentirse identificado,
de la realidad, pero de una manera diferente, convirtiendo lo
cotidiano en extraordinario.
La
historia nos traslada de 2013 a 1983 y poco a poco vamos conociendo
más a todos los personajes y formando un puzle que nos sorprende,
nos atrapa y nos fascina más cuantas más piezas descubrimos.
Porque, para qué negarlo, todos somos unos cotillas, unos fisgones,
nos mata la curiosidad, como a los gatos.
Una
historia que, como dijo el propio Carlos del Amor en una entrevista,
“no es policíaca, pero hay policías. No es una novela de intriga
pero hay una muerte. No es una novela autobiográfica pero hay un
periodista de Cultura. No es una novela romántica pero hay amor. Es
todo eso, y lo que el lector quiera que sea”.
Y
para mí, como lectora, ha sido mucho. La he disfrutado muchísimo,
la leí en menos de veinticuatro horas y me supo a muy poco. El año
sin verano ha sido tan intenso, tan visceral, tan entretenido, tan
cercano, tan adictivo y corto, muy corto. Jugar con el lector.
Sorprenderle. Esa mezcla entre ficción y realidad. Eso es la vida, a
veces.
Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí.