Revista Deportes

El antisevillista

Publicado el 27 enero 2015 por Carlos Romero @CarlosRomeroSFC

Reproducimos tal cual el artículo de Vicent Masiá publicado en La Futbolteca, la organización nacional más importante de investigación del fútbol español.

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POR VIÇENT MASIÁ – MIEMBRO DE LA FUTBOLTECA.

La rivalidad entre los clubs ha existido desde siempre, no nos equivoquemos. Primero fue entre clubs de una misma localidad, luego entre los de esta y los de la localidad vecina, a continuación entre los de una provincia y otra, incluso dentro de la misma, para posteriormente, con la creación del Campeonato de España y luego con el Campeonato de Liga, pasar a ser entre regiones, ideologías políticas, grades capitales, etc. La rivalidad bien entendida siempre es positiva, y aunque no hay tortilla sin huevos rotos y nunca llueve al gusto de todos, generalmente hace que los clubs prosperen y no se queden ensimismados en el ostracismo.

La pasión por los colores, por la tierra de donde es uno, es natural, como natural es estar en un estadio animando a tu equipo, apoyando a tus jugadores y deseando que pierda el rival y, si puede ser, por cuantos más goles mejor. Sin embargo la rivalidad llevada a los extremos, cuando se pierde la conciencia de la realidad y en lugar de actuar el neocórtex toma mando del cerebro el sistema límbico, el tema se puede volver muy peligroso. Aparecen las peleas entre aficionados, las luchas callejeras, los insultos y todo tipo de bajezas humanas.

El neocórtex o cerebro racional, es quien controla las emociones y desarrolla las capacidades cognitivas facilitando la concentración, la memorización, la autoreflexión, la resolución de problemas y sobre todo la habilidad de escoger el comportamiento adecuado. En resumen es la parte consciente de la persona tanto a nivel fisiológico como emocional. El sistema límbico por su parte, donde se aloja la amígdala, regula el miedo, la rabia, el amor maternal, las relaciones sociales, los celos y la envidia.

Si peligroso es dejar el mando del cerebro al sistema límbico en un terreno de juego, en la grada de un estadio o en la terraza de un bar, no menos peligroso es darle el mando cuando la rivalidad trasciende a la historia de las sociedades deportivas y se usa como arma de agresión frente a otro club.

En España estamos acostumbrados -aunque debe ser compromiso de todos erradicarlo-, a ver cómo muchas personas se abandonan al sistema límbico en sustitución del neocórtex cuando acuden a un estadio, pero al parecer, desde que existe Internet y en los últimos años, el sistema límbico de algunos también ha trascendido a las redes sociales y a las páginas web para soltar todo tipo de barbaridades frente a supuestos enemigos sólo existentes en sus débiles mentes.

La historia del Sevilla Fútbol Club, equiparable a la del Real Club Recreativo de Huelva por la cercanía de su fecha constitutiva -39 días les separan- y por los años de escasa actividad vividos a finales de los años noventa decimonónicos, es muy similar a la experimentada por muchos clubs británicos y centroeuropeos, todos ellos abiertamente reconocidos como constituidos en las décadas de los años ochenta y noventa pese a haber sufrido lagunas como los sevillistas y los onubenses.

En aquellas latitudes, con otra cultura, educación y visión histórica de lo que es una sociedad deportiva con sus altos y bajos, con sus luces pero también con sus sombras, nadie duda de la continuidad de estas instituciones, todos entienden y respetan como algo sagrado la historia del resto de sociedades sin inmiscuirse en sus asuntos, pero hete que aquí en España somos diferentes, pero como no podía ser de otra forma, para lo malo. Y protagonistas, aunque afortunadamente se pueden contar con los dedos de una mano, no nos faltan. Las causas, las de siempre: los celos, la envidia, la rivalidad, argumentos tan vanos como que los demás van en contra mía con lo bueno que soy y sobre todo, esa errónea percepción de que lo de uno es siempre lo mejor y lo de los demás no vale nada. Una enfermedad que afecta a la especie humana, la cual parece cebarse en España y especialmente con algunos.

Los “argumentos”, si se pueden así catalogar, empleados y fundamentados en lo más profundo del sistema límbico de un aficionado recreativista que, como un virus, ha contagiado a algunos béticos para no aceptar que el Sevilla Fútbol Club fue constituido el 25 de enero de 1890, son variopintos y como en la Viña del Señor, cabe de todo, aunque como ahora veremos de forma resumida para no cansar al lector, son francamente irrisorios, causan perplejidad, asombro, fruto, como no podía ser de otro modo, de la ignorancia y de un profundo desconocimiento de lo que es el fútbol, la historia, el asociacionismo y la legalidad española. Vayamos por partes:

Argumentaban los detractores del nacimiento del Sevilla Fútbol Club en 1890 hace años atrás, siendo capaces de hacer hasta un libro donde se manipula y tergiversa la historia real de lo acontecido dándole incluso nuevos significados a las palabras, que aquellos once jugadores quienes, bien en el sevillano Hipódromo de Tablada, bien en los terrenos adjuntos a la Fábrica de Gas de Huelva jugaban frente al Huelva Recreation Club no eran un club, sino un grupo de “colonos” británicos sin organización, es decir carecían de directiva, estatutos, etc. Pues bien, la historia pone a cada uno en su sitio y el artículo publicado en el periódico escocés The Dundee Courier el 17 de marzo de 1890 con todo lo que se expone es irrebatible. Libro a hacer puñetas.

Desarbolados con la primera andanada y con la nave agujereada entrando agua a borbotones, agarrados a lo que queda de vela mayor y a punto de hundirse dicen luego que no hay continuidad entre el Sevilla Fútbol Club de 1890 del que antes renegaban y el Sevilla Fútbol Club de 1905, y que los directivos y jugadores de 1890 no son los mismos que los de 1905. ¿Quizás desconocen que en las sociedades los directivos cambian y los jugadores no duran toda vida? ¿Qué esperan, que las alineaciones de 1890 sean las mismas que las de 1905, 1906 ó 1907? Si no ocurre en la actualidad, ¿cómo iba a suceder hace más de cien años cuando aquellas personas no tenían los medios y el entrenamiento físico de hoy? Pese a ello, varios de los presentes en los años noventa siguen en la primera década del siglo XX aunque con otras responsabilidades, ¿puede porque sigan en el mismo club?

Alegan sin el menor rubor que un club se constituye cuando queda inscrito en el Registro de Asociaciones dispuesto en el Gobierno Civil. Entonces, ¿si un grupo de personas decide de común acuerdo constituir una sociedad deportiva y tarda equis años en oficializar su situación ante el Estado, quiere decir que los años previos a dicha fiscalización no existen y no son un club con personalidad jurídica propia? ¿Es que no saben que en aquellos tiempos y ahora un club se constituye en el momento que sus integrantes adquieren personalidad jurídica independientemente de registrarse o no? Un niño nacido en un día cualquiera al que su padre tarda diez años en registrar, cuando decide inscribirlo, ¿tiene cero años o diez? ¿Ha estado diez años sin existir? Si el niño cae enfermo y su padre lo lleva al hospital, ¿no lo atienden por no estar registrado? ¿No tiene derechos como persona? ¿No existe?

Comentan también que el Sevilla Fútbol Club constituido en 1890 se disolvió y que el fiscalizado en 1905 es uno distinto pero con el mismo nombre. ¿Dónde está el Acta de Disolución del SFC constituido en 1890 y dónde está el Acta de Constitución del “otro” SFC presuntamente constituido en 1905? Exijo y quiero ver ambas. Pero no sólo eso. Si el grupo de 1890 que se enfrentaba al Huelva Recreation Club no era un club sino un equipo de “colonos”, ¿cómo dicen ahora que se disolvieron? ¿Se puede disolver una sociedad no constituida? ¿En qué quedamos? ¿Blanco o negro?

El 14 de octubre el Sevilla Fútbol Club quedó registrado en el Gobierno Civil de Sevilla sufriendo poco después dicha sede gubernamental un pavoroso incendio que arrasó prácticamente todo lo documentado. Años después, concretamente en 1909, el Sevilla Fútbol Club decide volver a oficializar su situación ante el Estado para volver a dejar constancia de su existencia, de paso tener su documentación al día para acudir al Campeonato de España como es requisito y, dados los movimientos a nivel nacional que prevén la constitución de una Federación Española, no tener problemas para tramitar su ingreso, con lo cual, como indican los formulismos para estos asuntos, redactan su constitución volviendo a repetir lo sucedido en 1905 lamentablemente pasto de las llamas. Esta segunda inscripción, realizada por interés del club, es tomada por algunos como si se tratara de un nuevo club porque no precisan en sus Estatutos haber sido reorganizados en 1905, ni mucho menos haber sido constituidos en 1890. ¿Es obligatorio indicar estas fechas? ¿Dónde está escrito? Aplicando el mismo cuento al Real Club Recreativo de Huelva constituido en 1889, es imperativo comentar que dicho club fue registrado igualmente en dos ocasiones sin mediar explicación alguna, una el 18 de mayo de 1903 tras siete años “desaparecido” y tras reorganizarse apenas unos días antes, y una segunda el 7 de julio de 1927 tras dos temporadas de baja en la Federación Regional del Sur. ¿Alguien duda que se trate del mismo club? O dicho de otra forma, ¿por qué lo que es válido, según estas voces discrepantes, para unos no es válido para los otros siendo ambos casos casi idénticos? ¿Es que hay leyes distintas y las desconocemos? Muéstrenlas.

Volviendo al registro efectuado en 1909, los mismos protagonistas (o protagonista), dicen/dice sin inmutarse que el Sevilla Fútbol Club reorganizado en 1905 se disolvió y en 1908 ó 1909 (la bola es tan grande que no saben/e con qué año quedarse) se constituye un segundo o tercer club denominado SFC y que su originador y presidente es José María Miró i Trepat. Me remito a una exigencia anterior: ¿dónde está el Acta de Disolución del SFC reorganizado en 1905 y dónde está el Acta de Constitución de un “presunto” nuevo SFC en 1909? Y digo esto a sabiendas de que el Acta que se deposita en 1909 ante el Gobierno Civil está rubricada por el presidente del SFC José Luís Gallegos Arnosa, el mismo de 1905 que sigue en el cargo ininterrumpidamente. ¿Es que Gallegos disolvió el SFC constituido en 1890 y reorganizado en 1905 para constituir un nuevo y “supuesto” SFC en 1908 o 1909? ¿No le gustaba el anterior y decidió por capricho sin importarle lo que pensaban sus socios crear uno nuevo y con el mismo nombre? Hombre, puestos a elucubrar, yo humildemente le hubiese dado otro nombre para no ser reiterativo, ¿no?

Pero no, la cosa no se queda ahí. Sigue y sigue y lo que te rondaré morena. Para darle un poco de cancha al segundo, tercero o cuarto SFC “presuntamente” constituido en 1908 o 1909 -pido perdón, porque ya he perdido la cuenta de cuántas “supuestas” disoluciones llevamos-, ponen a José María Miró i Trepat como presidente artífice de este “nuevo” SFC y para ello nada mejor que apoyarse en unas declaraciones del dueño de la cadena de Cafés Tupinamba donde el máximo mandatario sevillista refiriéndose al SFC expresa en un manifiesto sobre esta entidad que está “organizada en el año 1905 y recientemente reconstituida” para, rizando el rizo, trasladar dicha frase repentina y artificialmente a 1909 para que todo les cuadre. Pues no señor. Miró i Trepat sí es autor de dicha frase, pero en un manifiesto publicado entre finales de diciembre de 1911 (fue elegido presidente el día 18) y el 27 de junio de 1914, último día de su mandato. Y mira que lo pone bien claro en el manifiesto: “(…) D. José María Miró y Trepat, Abogado, vecino de esta ciudad con cédula personal de 5ª clase Nº 48.605 expedida en esta ciudad a 13 de julio de 1912 y en su calidad de Presidente de la Sociedad “Sevilla Foot-ball Club” a V.E. con el mayor respeto expone (…)”. ¿Alguien puede explicar cómo Miró i Trepat era presidente del SFC en 1908 o 1909 y en el mismo párrafo se anticipa en un viaje al futuro de varios años a una cédula obtenida en 1912 acertando con el número de expediente? Luego está el caso de Gallegos Arnosa. ¿No era, como queda rubricado en la documentación depositada en el Gobierno Civil, presidente del SFC en febrero de 1909? ¿Era un impostor? ¿Está manipulada el acta del 10 de febrero de 1909 por José Luís Gallegos Arnosa quien firma como presidente? ¿Hay dos SFC en 1908 o 1909 y cada uno es presidido respectivamente por Gallegos Arnosa y el otro por Miró i Trepat? ¿Dónde está el acta de 1908 o 1909 donde aparece Miró i Trepat presidiendo un “supuesto” Sevilla Fútbol Club? ¿Mentía la prensa de 1908 o 1909 y estaba todo preparado para tendernos una trampa cien años después? Ojo, mucho cuidado con estas afirmaciones gratuitas ya que esto es imposible y a la vez ilegal dado que no pueden coexistir dos sociedades con la misma denominación.

Si hay un Acta de Constitución del Sevilla Fútbol Club el 25 de enero de 1890, una inscripción registral el 14 de octubre de 1905, otra en 1909 para sustituir la anterior quemada y no hay ninguna Acta de Disolución por el medio siendo siempre el mismo grupo de personas enroladas bajo la misma personalidad jurídica con entradas y salidas, esto es, Sevilla Fútbol Club. ¿Dónde está la demostración de que son varios clubs y no siempre el mismo? Y demostración posible sólo hay una: el Acta de Disolución. Presentadla.

Esto no es serio, por favor. El mundo de la investigación y la historia de los clubs requieren personas competentes con formación y una buena dosis de sentido común, razocinio, además de neutralidad y criterio científico, no personajes cabalgando a lomos de su sistema límbico y trotando torpemente en nuestro fútbol como un simple percherón en lugar de un estilizado corcel.

Para rematar y no dar un ápice de importancia a personas que no la tienen, y a los hechos me remito y por sus actos los conocéis, es muy importante recalcar que a finales del siglo XIX y principios del XX las expresiones y recursos lingüísticos que empleaban los periodistas de la época no eran exactamente como los de hoy, queriendo centrarme concretamente en una: “constituir un club”. Casi todos sabemos lo que significa constituir un club, casi todos sabemos qué es constituir una directiva, incluso qué es cambiar una directiva o reelegirla. Sin embargo lo que muchos desconocen es que a principios del siglo XX, especialmente en las primeras décadas, cada vez que se elegía anualmente una directiva (era la costumbre) o se modificaban los Estatutos por una razón u otra, el periodista de turno citaba textualmente “se ha constituido un club en esta ciudad…”, “ha quedado constituido el club…”, “queda definitivamente constituido el club…”, “se ha constituido legalmente el club…”, queriendo unas ocasiones decir que un club acababa realmente de constituirse y en otras, la gran mayoría, que se habían producido cambios en la directiva o que el club había quedado registrado en el Gobierno Civil. Incluso en ocasiones se hablaba como cita Miró i Trepat de “reconstituir”, que no significa constituir dos veces una misma sociedad -vaya idea-, sino cambiar, reedificar, modificar, fortalecer, cambiar lo viejo o gastado por lo nuevo, es decir, en definitiva y para que todo el mundo lo entienda, hacer cambios en la directiva en la cual él mismo salió electo presidente. ¿Cómo va Miró i Trepat a crear otro Sevilla Fútbol Club si ya era directivo de ese mismo club y aspiraba a su presidencia? Ni se lo hubieran permitido ni él mismo se habría atrevido. ¿En qué cabeza cabe esto?

De este modo, y para aquellos que no hayan investigado un solo club en su vida, sino decenas o centenares, se entenderá que según el contexto y si es la primera, segunda, tercera o cuarta vez que se hace alusión a un mismo club, generalmente en la primera de ellas se habla de la constitución de la sociedad, en la segunda de su inscripción en el registro y a partir de la tercera y con carácter anual de cambios directivos sin ser necesariamente en este orden, puesto que en ocasiones los cambios de directiva se suceden en varias ocasiones antes de fiscalizarse ante el Estado.

Así se entiende cómo hay clubs que aparecen año tras año constituyéndose a los ojos de la prensa una y otra vez, y cómo un club constituido con un nombre aparece el año siguiente, al otro y al otro volviéndose a constituir con el mismo nombre. Mucho ojo con estos temas que causan confusión en advenedizos, pueden crear malas interpretaciones en investigadores ocasionales con buena fe y, en el peor de los casos, son empleados malintencionadamente por personas con intereses particulares como arma arrojadiza en contra de otros que sólo hacen perder el tiempo.


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