Revista Arte

El apego, algo lacerante y lastrante en la vida y que el Arte ni nos pide ni nos da.

Por Artepoesia
El apego, algo lacerante y lastrante en la vida y que el Arte ni nos pide ni nos da. El apego, algo lacerante y lastrante en la vida y que el Arte ni nos pide ni nos da. El apego, algo lacerante y lastrante en la vida y que el Arte ni nos pide ni nos da. El apego, algo lacerante y lastrante en la vida y que el Arte ni nos pide ni nos da.
Podemos tener, por ejemplo, una reproducción maravillosamente enmarcada de Rembrandt en nuestra casa. Podemos admirarla y desearla ver. Terminará incluso siendo una forma decorativa de identificación artística, nada más. Descubriremos, más tarde, que hay centenares de miles de obras de Arte que, al igual que esa, hubiesen podido ser la elegida también sin menoscabar el mismo sentimiento. Al entender ésto, poco a poco conseguirá el Arte enseñarnos una cosa importante: que nada es imprescindible ni necesario para desarrollar una vida. 
El apego es un mecanismo biólogico de protección y supervivencia. Necesario en los inicios de la vida cuando ésta es precaria y requiere cuidados para el nuevo ser, que no surge completo ni autosuficiente. Sin embargo, cuando el ser se configura y desarrolla pierde sentido todo apego. Aquí, en este proceso existencial, es cuando algo falla sin saberse, cuando confundimos preferencia con necesidad y deseo con desesperación.  La misma libertad que ejercemos al elegir una obra que puede sernos gratificante en un momento, es la misma que nos hace entender por qué nos gusta y qué tiene de creatividad genial, o de elementos que hacen al Arte un medio de transmitir emociones y belleza.
Por esto, el Arte nos ayuda a comprender que todas las tendencias nos sirven para lo mismo. Que ni una sola obra ni un solo autor nos seducirá tanto que ensombrezca otras obras y otros creadores. Incluso nos enseña que el mismo autor favorito, ése que nos fascina ver, con el que nos identificamos, puede haber creado otras obras que no nos digan nada, que nos gusten tan poco como aquellos otros artistas que para nada quisieramos ver. Y, también, un día descubrimos que éste, aquél que no queríamos ver, creó una vez una obra que ignoramos y que admiramos ahora, sorprendidos, entendiendo que sólo es el Arte de todos y no el apego de alguno lo que, realmente, nos ayuda a vivir.
(Lienzos de Gustav Klimt: La maternidad, 1905; y El Beso, 1908, Galería Belvedere, Viena; Óleo extraordinario de Rembrandt, El molino, 1648; Obra de Cézanne, Jugadores de cartas, 1895, una de las obras más cotizadas de la Historia, alcanzando los 250 millones de dólares.)


Volver a la Portada de Logo Paperblog