Revista Salud y Bienestar

El apego nos lleva a la infelicidad

Por Juanmarodriguez @juanmariarm

ApegoSientes un escalofrío recorriendo tu espalda. Tus ojos se llenan de lágrimas al descubrir años perdidos de búsqueda. El engaño aparece ante ti. Sin más, sin vestimentas que decoren la dureza de una realidad creada sobre una gran mentira.

Años de deseos realizados y peldaños conquistados. Convencido de las palabras dichas por aquellos que te calmaron el llanto. Pasos dados en una sociedad ficticia cuyo fin es mantener la manada bajo control. Tener, poseer y hasta amar pierden el significado una vez desvelado el secreto.

Cada segundo vivido te ha llevado a mantenerte en un estado constante de infelicidad. Patrón incorporado día tras día por tus padres, sociedad, cultura. Convencidos que te daban los pinceles necesarios para dibujar la esquiva felicidad.

Carrera interminable. Meta inalcanzable. Castillo construido sobre base de arena movediza que engulle tu ilusión de vida, tu sueño roto. Cuerda que tirada por los extremos, simula la misma lejanía y la cercana fragilidad de romper aquello que buscas, tu felicidad.

Hoy aprendes que tu entrega a la persona que amas, te hace sentirte distante de lo que realmente es la felicidad. Creencia establecida desde los primeros años. Amor entregado que te lleva a precisar la presencia del otro para sentir que la felicidad existe ¿Qué felicidad es aquella en la que dependes de un tercero para sentirte pleno? Y tú mientras, en esa entrega ¿te amas?

Necesidad imperiosa de sentirte rodeado de aquellos elegidos para colmar tu ansia, de lo que otros se encargaron en definirte como felicidad.

En el cuaderno del desconsuelo, escribes todo aquello que te lleva a afianzar la creencia del apego. La lista es interminable. Mientras lo escribes, sientes que parte de esa carga que lastraba tu corazón se libera. Espacio vacío que desconoces cómo será llenado.

Y precisamente, ahí, en el vacío, en el saber que no necesitas; no deseas; no tienes; no posees y en el no amar que nos enseñaron reside el centro de tu felicidad. Crece en ti la inquietud de despojarte de aquello que identificas te lleva, actualmente, a ser motivo de infelicidad. Si hubieras sabido antes, lo que tanto tiempo te han ocultado.

Hoy tus lágrimas limpian tu mirada. Ligero de equipaje, inicias el camino de sentir tu libertad y ser tú mismo, sin más. Y sigues jugando a la mentira establecida, sin embargo ahora la ves desde arriba, sabiendo que mañana él, o ella, puede que no esté y eso no frenará que pasado un tiempo puedas ser capaz de seguir viviendo desde la felicidad.

 


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