Revista Arquitectura

El arquitecto creó un empresario

Por Vilanova_studio
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Jorge Ribeiro, desarrollista, Ribero Construcciones SRL. Impulsor de gran parte del desarrollo inmobiliario que está teniendo la avenida Pueyrredón en Córdoba, considera que el país atraviesa por un muy buen momento comparado con otras épocas.
por Walter Giannon
El arquitecto creó un empresarioNace otro edificio. El arquitecto Jorge Ribeiro con los planos del sexto eslabón que su empresa constructora familiar comenzó a levantar en la avenida Pueyrredón (Sergio Cejas/LaVoz).
Podría haber elegido el sendero comercial que caracteriza a su historia familiar, pero la vocación lo llevó a los senderos de la arquitectura, profesión que, a la vez y con el paso de los años, alumbró a un empresario desarrollista que promete cambiar una zona de la ciudad de Córdoba: la avenida Pueyrredón. Su función es unir las puntas de los cables entre el proyecto inmobiliario y el inversor. Los resultados a la vista indican que lo consigue.
“La idea original en esta etapa de mi vida fue generar obras bajo el formato de fideicomiso por administración al costo. Es decir, ofrecer productos a inversores para que ellos se lleven en alguna medida un beneficio entre el comienzo de la obra, que es cuando se ponen los fondos, y el final de la misma, momento en el que pueden vender”, explica.
–Comprar en pozo y vender al final, un negocio que funciona en todo el mundo.
–En aquel principio de la idea, nuestro beneficio se circunscribía a los honorarios profesionales por obras de envergadura, pero luego quisimos generar una constructora como brazo ejecutor de esos fideicomisos. El plan era hacer 30 mil metros cuadrados cubiertos, que son 350 a 380 departamentos.
–Comenzaron a andar ese camino, largaron con los edificios.
–Sí, pero la constructora comenzó a tener una entidad propia. Ya no era conveniente sub contratar tantas áreas, nos dimos cuenta que habíamos adquirido un valioso conocimiento del negocio, fue allí cuando empezamos a jerarquizar el trabajo de la constructora y le dimos un mayor impulso.
–¿Usted ha sido el clásico arquitecto inclinado en el tablero?
–Terminé la universidad en los lejanos ‘70, tuve la posibilidad de hacer un pos grado en Europa y cuando regresé hice la típica de los arquitectos jóvenes: fabricar casas para vender. Eso fue generando una cada vez mayor actividad comercial.
–Salió a ganar el pan con pequeñas obras.
–Sí señor, vengo de una familia históricamente dedicada al comercio en Villa Mercedes, San Luis. De hecho, el negocio de mi familia adquirió con el paso del tiempo un volumen sorprendente.
–Minicuotas Ribeiro.
–Sí, aunque aclaro expresamente que no estoy vinculado comercialmente. Lamentablemente (ríe). Pero esa empresa nació con mi abuelo en 1910 como una joyería y relojería. Fue pasando por la familia de generación en generación, de mi abuelo a mis padres, luego a mis primos hermanos y hoy es casi una multinacional con 70 sucursales.
–A usted lo pudo más el arquitecto que lleva adentro.
–Así es. Luego realicé muchas obras para la Fuerza Aérea, en años muy azarosos. Lo recuerdo como un ciclo impredecible en la economía, la política, vivimos vicisitudes de todos los colores, somos legítimos sobrevivientes de esa época. Lo bueno es que uno aprendió de esas cosas. A mis 59 años, me parece que hoy es mucho más fácil hacer que en aquella época.
–¿Pese a la desconfianza que hay con ciertos datos de la economía?
–El país ha cambiado enormemente, al margen de cualquier consideración de política partidaria, hemos logrado un país mucho más confiable, más efectivo, más democrático, más predecible. Es por lo menos mi visión de las cosas y creo que va a cambiar todavía más, para mejor. Pueden haber muchas turbulencias, pero si uno las compara con las turbulencias de los ‘70 y ‘80, no puede negar que Argentina se ha consolidado en un orden, una democracia y una organización diferente.
–La verdad, me gusta esa visión.
–Otra cosa, me digan lo que me digan, yo pienso que los jóvenes son cada vez mejores, superiores a los de nuestra generación. Los nuevos arquitectos, tienen una capacidad enorme.
–¿El mercado inmobiliario de Córdoba da para más o hay que pensar en un aterrizaje suave?
–Creo que sí, que da para más. Estos productos son un bien de cambio. Traemos una tradición según la cual quien ahorra en ladrillos nunca pierde y siempre gana. Ese concepto ha persistido, por lo tanto no veo una burbuja inmobiliaria. Todo lo contrario, creo que todavía existe mucho espacio para crecer si nos liberáramos de ciertas restricciones que no dependen ni de los desarrollistas, ni de los arquitectos.
–¿Se refiere al sector público?
–Sin ánimo de criticar, me parece que hay que armar equipos para trabajar en nuevos códigos de edificación, aprovechar mejor el uso del suelo, evitar el crecimiento desproporcionado de la Capital que genera un enorme costo operativo en servicios. Y a esto hay que hacerlo sin que prevalezcan intereses mezquinos de las partes.
–En eso no sería tan optimista porque hace años que existe conciencia sobre estos problemas y no se resuelven.
–Las ciudades se asemejan a las personas que las viven, si queremos a Córdoba debemos hacer un esfuerzo para mostrar qué somos nosotros como cordobeses. Por ejemplo, debemos avanzar a la arquitectura autosustentable.
–¿Por qué se puso a desarrollar productos en la avenida Pueyrredón? ¿Es un gusto personal o una oportunidad que tuvo?
–Excede a un gusto personal. Estudiamos y entendimos que Nueva Córdoba tiene una saturación en el uso de la tierra y consecuentemente los precios inviabilizan proyectos. Quedábamos fuera de un target de gente que a mí me interesaba. Fíjese que incluso miramos barrio General Paz, pero nos pareció que era un sector de familias que viven allí. Nosotros necesitábamos otra cosa.
–No entiendo bien... ¿Querían otro tipo de clientes?
–Queríamos un inversor más ocasional, aquel productor, el pequeño profesional, el industrial Pyme que desea viabilizar sus ahorros. Mirando dónde había lugar, encontramos que el corredor de la Pueyrredón era viable. Nos iniciamos acá con el proyecto RAE 2 que está en Cañada y Pueyrredón, y actualmente tenemos en marcha cuatro más.
–¿Considera que acertaron en la elección?
–Creo que sí porque además ya hay otras empresas, incluso grandes, que han decidido venir a la zona. Como le decía, tenemos unos 30 mil metros cuadrados proyectados para este corredor. En todos los casos, no es que yo esté invirtiendo 20 millones de dólares de mi bolsillo, sino que estoy invitando a participar a inversores.
–¿En algún momento se van a cruzar las curvas entre la mayor oferta de departamentos y los precios de los alquileres?
–Mi percepción es que no va a suceder en los próximos años. Esto pasa hoy por incrementar los valores diferenciales, es muy buen negocio comprar en pozo y vender terminado. Ocho o 10 años atrás las rentabilidades que se ofrecían en esta actividad eran muy elevadas. Eso llevó a muchos errores porque la rentabilidad lo permitía. Eso se decantó, hoy es un sector profesionalizado.
–Cuesta muy caro un error.
–Sin duda, es muy caro. Pero también cuesta caro no financiarse correctamente, no tener en claro el cash flow del negocio y otras variables. La mayoría de los desarrollistas cordobeses estamos ejecutando obras de volumen porque la rentabilidad ha disminuido y se necesitan metros para conseguir beneficio.
–Igualmente los precios se han movido hacia arriba.
–La gente compra los departamentos en base a un criterio: ¿cuánto vale? La respuesta colectiva es entre 55 mil y 65 mil dólares. En función de eso se adoptan las decisiones de adquisición.
–¿En su web vi un edificio con dos aerogeneradores colgados? ¿Parecen dos edificios que van a levantar vuelo? ¿Qué es eso?
–Estamos tratando de incursionar en edificios autosustentables que permitan no tirar tantos desechos a la planta de Bajo Grande. Queremos reciclar las aguas grises en los edificios RAE 3 y RAE 4 para utilizarlas en riego y además iluminar con tecnología LED. En el caso del RAE 6, hemos agregado rotores eólicos para que parte del consumo se satisfaga con esos equipos. Ojo, no estamos diciendo que el edificio se va a autosustentar, sino que vamos a ayudar. Nos contentamos con poder hacer funcionar así ascensores y espacios comunes.
–¿Cómo está realmente la venta de departamentos?
–La venta no es un inconveniente, tengo problemas mucho más importantes en el desarrollo que en la venta. La demanda está muy bien, si bien es cierto que gran parte de la demanda es del campo, también hay mucha plata en la ciudad. Advierto que existe un gran número de profesionales exitosos. Hay odontólogos, médicos y abogados con 40 mil o 50 mil dólares para invertir. No es sólo el campo, ya los edificios no se construyen sólo para los sojeros. No veo motivos para estar inquietos por la demanda.
–¿Cuáles son los “otros problemas” a los que aludió recién?
–Los constructores deberíamos conseguir financiamiento dentro de los canales que corresponden: los bancos. Deberían ofrecer a las empresas que tenemos proyectos sustentables la posibilidad de poder desarrollar con más tranquilidad sus obras. Todo es con esfuerzo propio, consiguiendo al inversor…
–Lo complican los cuellos de botella en la provisión de material.
–Tampoco me preocupa, al contrario, me llena de alegría. Han pasado épocas en que íbamos a una planta de hormigón y estaba todo parado, hoy hay que esperar 25 días. Eso sí, a ver si podemos hacer una o dos plantas nuevas de hormigón.
–La última: ¿el empresario le ganó al arquitecto o todavía está la pelea interna?
–Lo primero, pero más que empresario o arquitecto, me siento un hacedor de cosas.
A volar
Nombre. Jorge Ribeiro.
Edad. 59
Estado civil. Casado con María Elena Lavise.
Hijos. Tomás, Georgina y Ana Lucía.
Empresas. Ribeiro Construcciones SRL y Estudio de Arquitectos Jorge Ribeiro y Asociados.
Empleados. 60.
Construye. 30 mil metros cuadrados cubiertos en la zona de avenida Pueyrredón.
Hobby. La aviación civil.
Proyecta. Un hotel cuatro estrellas en La Falda.
Teléfono. (0351) 425-7114.
Web. www.ribeiroconstrucciones.com
Mail. A través de la web.

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