Manuel Delgado Villegas fallecido a los 55 años de edad en el Hospital Can Ruti de Badalona, está considerado como el mayor criminal de la historia reciente de España, un asesino en serie sanguinario que confesó el asesinato de su novia en 1971 y el de 47 personas más entre los años 1964 y 1971…
La policía investigó un total de 22 muertes, aunque finalmente solo pudieron probar que era autor de ocho, las que ocurrieron en varios municipios catalanes. Nunca se le pudo juzgar por los crímenes que se le imputaban, aun así estuvo en prisión un total de 26 años tras ser detenido el 18 de enero de 1971 en El Puerto de Santa María (Cádiz) por el asesinato de su pareja, Antonia Rodríguez Relinque.
El Arropiero llegó a la comisaría detenido únicamente por este crimen. Lo que no se podía esperar ninguno de los policías que se encontraban allí era que el delincuente acabaría confesando numerosos crímenes más durante los interrogatorios, tantos que, si no llega a ser por los escabrosos detalles que daba de ellos, no le habrían creído.
Cronología del asesino
Manuel Delgado Villegas nació el 25 de enero de 1943 en Sevilla. Su madre falleció al dar a luz con tan sólo 24 años por lo que tanto él como su hermana, Joaquina, tuvieron que ser criados por su abuela. Recibió el apodo por el que sería conocido el asesino de su padre, un hombre que vendía arrope, un dulce de higos.
Como muchos de los niños de la época no le gustaba asistir a la escuela por lo que se marchó sin saber prácticamente leer ni escribir. Desechado el mundo académico, ingresó con 18 años de manera voluntaria en la Legión donde, entre otras cosas, aprendió algunos golpes mortales como, por ejemplo, el de golpear con la mano abierta en el cuello, que utilizó para asesinar a muchas de sus víctimas. Acabó desertando de la Legión y ahí comenzó su carrera criminal en nuestro país y también en Francia e Italia hasta que el 18 de enero de 1971 fue detenido por la muerte de su pareja, su última fechoría, el punto y final de ese camino lleno de cadáveres que había ido dejando a sus espaldas.
Las víctimas
Antonia Rodríguez era una mujer de 38 años, soltera y deficiente mental. El día del asesinato ella y el Arropiero estaban manteniendo relaciones sexuales en un campo solitario al que habían acudido con la moto del delincuente. Los expertos aseguran que no fue un crimen premeditado. Simplemente durante el acto sexual Manuel no pudo controlar sus impulsos, ni al monstruo que llevaba dentro, y, como había hecho en numerosas ocasiones anteriormente la acabó estrangulando con los propios leotardos que llevaba la mujer. No obstante, ahí no terminó la tortura de Antonia Rodríguez, ya que una de las prácticas que más le gustaban al criminal era la necrofilia, abusar sexualmente de los cadáveres de las personas que había asesinado.
Tras este crimen la policía le detuvo y, una vez en la comisaría, comenzó a relatar su macabra biografía asesina. Declaró, por ejemplo, haber matado a una mujer a navajazos en Alicante o estrangular con un cable a un homosexual en Barcelona.
El primero de los crímenes que la policía pudo comprobar fue el asesinato del cocinero Adolfo Folch Muntaner, de 49 años de edad, el 21 de enero de 1964, al que destrozó el cráneo a base de golpearle con una piedra para después robarle la cartera y el reloj en una playa del Garraf, provincia de Barcelona.
El siguiente asesinato comprobado fue el de la estudiante francesa Margaret Helene Boudrie en la masía de Can Planas en Ibiza. El Arropiero confesó que se había ganado su confianza y, tras robarle una cadena que colgaba de su cuello, abusó de su cadáver.
Otro asesinato fue descubierto en Barcelona, a primeras horas del 5 de abril de 1969, por las limpiadoras de un almacén de muebles de la Avenida Diagonal. Éstas hallaron al propietario, Ramón Estrada Saldrich, inconsciente pero aún con vida. Murió en el Hospital Clínico. El Arropiero le había conocido en un bar y se habían hecho amigos. Con cierta frecuencia iban al almacén. La noche del crimen Delgado Villegas le pidió mil pesetas y Estrada se negó a dárselas. Aquél golpeó a éste en el cuello, como solía hacer con sus víctimas, y le remató estrangulándolo. Luego le robó las sortijas, el reloj y la cartera.
Otro de los crímenes que pudo comprobar la policía fue el de la anciana de 60 años Anastasia Borrilla Moreno en Mataró. Según explicó el propio asesino durante los interrogatorios, ese día tenía “ganas de mujer”. Por este motivo, cuando se encontró con la señora le preguntó si quería mantener relaciones sexuales con él a lo que esta reaccionó indignada, amenazando con llamar a los cuerpos y fuerzas de seguridad. Eso molestó al asesino que acabó terminando con su vida a base de golpes con un ladrillo y lanzando su cuerpo al torrente seco. No obstante, como podía observar su cadáver desde arriba, el asesino se excitó y acabó bajando para mantener relaciones con el cuerpo inerte de su víctima.
Otro asesinato admitido y probado fue el de Venancio Hernández Carrasco, vecino de Chinchón, al que hallaron muerto en las aguas del Tajuña el 20 de julio de 1968. Había salido al trabajo en un viñedo de su propiedad, cuando se encontró con Delgado Villegas, que le pidió algo de comer. Venancio le respondió que si quería comer, trabajara, que era joven. Esto ofendió al asesino, que atacó a su víctima con el “golpe legionario” y la arrojó al río. Hasta la confesión de Villegas todo el mundo creyó que había muerto ahogado por accidente.
Retrato psiquiátrico del asesino
Todos los relatos atroces poco a poco la policía fue comprobando como ciertos.Los informes clínicos le calificaban como alguien desequilibrado, esquizofrénico, con un cuadro megalomaníaco y desorientación tempo-espacial así como tendencia al autismo. Ante la grave enfermedad psiquiátrica se le declaró falto de responsabilidad penal, y la Audiencia Nacional ordenó en 1978 su internamiento en el Hospital Psiquiátrico Penitenciario de Carabanchel (Madrid), donde fue sometido a régimen carcelario. En éste centro pasó varios años hasta que fue trasladado a Fontcalent (Alicante). Los últimos años de su vida los pasó ingresado en el psiquiátrico de Santa Coloma de Gramanet (Barcelona), de donde podía salir a pasear libremente.
En los psiquiátricos subsistía con altibajos en su esquizofrenia, desorientación y con una fuerte tendencia al autismo, lo que le aislaba del mundo que le rodeaba. La enfermedad pulmonar que finalmente le mató fue debida al tabaco, ya que se pasó los largos años de reclusión fumando un cigarrillo tras otro, devorando cajetillas, hasta desarrollar una EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica).
Manuel Delgado Villegas no tuvo abogado defensor hasta seis años y medio después de ser detenido. Entre sus récords está el de la detención preventiva más larga sin protección legal. Fue el primer criminal al que se llevó en avión por España para comprobar la veracidad de sus estremecedores relatos. En las pruebas médicas se le detectó el cromosoma XYY, conocido universalmente como el de la criminalidad. Por su “doble Y”, distintivo de virilidad, a quienes lo poseen se les ha llamado también “superhombres”, lo que no deja de ser un sarcasmo, dado que es frecuente observarles alteraciones sexuales de inmadurez y homosexualidad.
La reforma del Código Penal favoreció su liberación porque no podía continuar internado en un centro psiquiátrico penitenciario, ya que la ley decía que estos solo podían permanecer recluidos durante el tiempo que durase su condena y el no había tenido ningún juicio. Por ello en diciembre de 1996 la Audiencia Nacional ordenó su traslado al psiquiátrico de Santa Coloma de Gramanet (Barcelona). Finalmente, falleció el 2 de febrero de 1998 víctima de una afección pulmonar.
Entrevistado en TVE
Tras sus asesinatos se le pudo ver en una entrevista en Televisión Española en la que el criminal aparecía deteriorado, con barba y con una dicción con la que prácticamente no se le entendía nada. En la misma, se definía como un hombre “tranquilo” que no se metía con nadie y con una única cosa que le podía poder nervioso: carecer de tabaco.
“Lo que más me gusta son las mujeres”, decía a pesar de haber acabado con la vida de muchas de ellas con sus propias manos. “La mujer te pare, te mantiene y te enseña cultura”, añadía respecto a este tema. “El hombre que piensa mucho se vuelve majara”, sentenciaba durante la entrevista.
La necrofilia
Es un tipo de patología sexual que consiste en la excitación erótica causada por la contemplación, el contacto, la mutilación o la evocación mental de un cadáver. La necrofilia, término acuñado por el doctor Alexis Epaulard en 1901, es sádica cuando el afectado mata primero a la víctima para después violarla o sodomizarla. Algunos personajes históricos practicaron la necrofilia.
Periandro (627 a.C.), tirano de Corinto, vivió durante años con el cadáver de su esposa, Melissa; y Juana I la Loca conservó durante tres años el cuerpo sin vida de su amado FelipeI el Hermoso, tras su muerte en 1506.
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