Uno de los primeros medios que empleamos para expresarnos es la pintura. Lápices de colores, acuarelas, ceras, etc., son inseparables desde nuestra infancia favoreciendo que aflore nuestra creatividad. Pero el caso de la pequeña Iris Grace es excepcional: esta niña nacida con autismo y, por tanto, con todo lo que lleva asociado esta patología (problemas para comunicarse, dispersión de la atención, incapacidad para implicarse emocionalmente, falta de organización, déficit de imaginación, etc.), no ha impedido que una serie de circunstancias azarosas y fortuitas hayan puesto en su camino dos importantes y sólidos pilares que constituyen el eje central actual de su terapia: la pintura y un gato
Tiene cinco años y hace más de dos que pinta. Su madre y primera terapeuta, Arabella, dibujaba palotes que representaban personas para relatar visualmente historias a la niña, a lo que iris Gracia respondió positivamente guiando la mano de su madre para que dibujara más personajes. Iris descubrió, con la ayuda materna, un medio de expresión que le permite mantener la atención durante casi dos horas.
Empezó a pintar con absoluta libertad; sus obras son manchas abstractas gestuales de un estilo que yo denomino estilo Iris Grace que ella ha desarrollado espontáneamente y sin ninguna influencia ni conocimiento de las obras de otros pintores.
Monsoon, pintura de Iris Grace
En esta pintura apreciamos los trazos repetitivos en las líneas verticales del fondo: líneas blancas paralelas sobre cobaltos y prusias que inspiran la idea de orden, equilibrio y meticulosidad. Sorprendentemente, en la parte inferior, la joven artista representa con las mismas gamas cromáticas plantas o espigas en diferentes planos, con gran soltura en la ejecución de las mismas (bendita libertad en la que no hay academicismos), creando la sensación de movimiento y una cierta perspectiva al oscurecer el fondo de la parte inferior representando las sombras de este paisaje en el que reina la espiritualidad. La obra es rematada con unas difusas manchas verdosas y cientos de salpicaduras circulares blancas recordándonos un frío paisaje nevado. El resultado final es una pintura que ha requerido de una observación previa, una comprensión del espacio y sus elementos para interpretarlos con total libertad y lograr esta bellísima y melancólica obra.Underwater frog, pintura de Iris Grace
Pintura diametralmente opuesta a la anterior. Iris debía sentirse inquieta y exultante al ejecutarla: dominan el color y el dinamismo. Rojos, magentas, naranjas en la parte superior apareciendo sus complementarios en la parte inferior con manchas limítrofes azules. La pintura denota una comprensión natural de las armonías cromáticas en esta pequeña genio de cinco años.Iris pintando acompañada de su gato
¿Y qué pinta aquí un gato?. Mucho. Los gatos son animales domésticos que demandan pocas exigencias emocionales. En general tranquilos aunque curiosos, dormilones, muy respetuosos con los niños. Leales: apenas piden más que la seguridad de un hogar que les quiera y disponer de su propio espacio. Sabe estar sin agobiar. El gato es el amigo ideal para un niño autista porque respetará, entre otros, sus episodios de aislamiento; animal profundamente intuitivo comprende los estados de ánimo de los demás y “sabe” actuar en consecuencia. El pequeño felino transmite serenidad, tranquilidad y confianza: puede ser de gran importancia como parte del tratamiento terapéutico como es el caso que nos ocupa.