Revista Cine

El arte de aprovecharse: “El estafador”, timados por Dino Risi y Vittorio Gassman. En Ultramundo

Publicado el 14 octubre 2011 por Esbilla

Repaso para Ultramundo de la comedia picaresca de Dino Risi El estafador, una farsa más amable de lo que vendrá en la comedia italiana un poco después de la fecha pero que bien merece ser recuperada:

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El arte de aprovecharse: “El estafador”, timados por Dino Risi y Vittorio Gassman. En Ultramundo
El estafador es eso que se suele llamar un título menor, un formulismo como cualquier otro, vacío en general, que designa a esos Films supuestamente de grado más bajo en la carrera de algún cineasta importante. Paradójicamente estos “menores” suelen ser en realidad los trabajos que definen con mayor pureza a sus autores, películas pequeñas, íntimas, de nulas pretensiones y en no pocas ocasiones atravesados por el halo transcendente del genio verdadero: aquel que no necesita llamar la atención. Los supuestos trabajos menores de John Ford son el mejor ejemplo, ahí están Wagon Master, El Juez Priest, The Sun Shines Bright, La ruta del tabaco… Otras veces, en cambio, el molesto apelativo se utiliza para no dejar mal a esos mismos directores admirados, de carrera intachable. Es decir que menor sería entonces sinónimo de mediocre pero queda mal decirlo. Bueno El estafador, del gran Dino Risi, es un film mediocre. Y además menor.
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Pero es comprensible. Primero porque es un vehículo estelar, en este caso para el recurrente  en la carrera de Risi, Vittorio Gassman al cual el director prevé del entorno adecuado para realizar un one man show histriónico-caricaturesco. Y segundo porque es un película de transición entre sus empeños de los 50 adscritos a eso que se ha denominado despectiva pero certeramente el “neorrealismo rosa” y la formidable commedia alla’italiana que venía cogiendo carrerilla a lo largo de los 50 y que eclosionará en los primeros 60(…) continuar
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(…) filma esta comedia, divertida pero menos, justo antes de entregar trabajos claves en su cine que suponen una evolución del humorismo popular (y también populachero) italiano, comedias que ocultan una veta cruel, una salvaje crítica interna (de carácter, de política, de sociedad, de mentalidad,…) bajo el patronaje del costumbrismo y el talento de formidables encarnaciones de la italianidad como el propio Gassman, el gran Nino Manfredi, Ugo Tognazzi, o, sobre cualquier otro, el genial Alberto Sordi quien, precisamente protagonizará en 1961 la amarga Una vida difícil. Una de las cumbres de Risi.
Pero al contrario de las grandes películas que transcendieron el neorrealismo por la vía del humor a El estafador le falta la ternura. Es una farsa de pícaros pero no hay dolor, solo impostura. Aún así funciona, sí funciona como artefacto humorístico, como encadenado de ingenioso gags: cada uno un timo, cada uno un disfraz y una imitación de Gassman de alguna particularidad física o algún acento, dialecto, etc… hasta representar, en si mismo, todas y a cada una de las variedades/caracteres de “lo italiano”, del ser italiano, materia reflexiva, esta si, de primer orden dentro de una escuela cómica de progresiva, brutal, ferocidad. Una
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escalada culminante en la desesperada suciedad de los 70, de un feísmo moral (y en coherencia estético) atroz. Pero eso es otra historia. Esta vez lo que prima es el ingenio, aunque claro no falten apuntes críticos (aunque muy lejos de esa obra maestra que tomaba la criminalidad a pitorreo como fue el Rufufú de Monicelli en el 58) sobre “el arte de apañarse”, parafraseando una comedia de Zampa del 54, de unos pícaros dedicados a estafar y timar en golpes cada vez más elaborados/delirantes a toda la escala social y a todos los poderes: de la burguesía a la industria, del comercio a la gente guapa, de la iglesia al ejército. Un repertorio completo que le permite a Risi ejercitar el músculo satírico con irregular efectividad humorística y puntual brocha gorda que además desliza, en virtud de esta puesta en escena dentro de la puesta en escena, una serie de jugoso material metalingüístico: los timos son partes de un número doble, aquel que los actores realizan simultáneamente dentro y fuera de la ficción, actuado tanto para otros personajes como para nosotros mismo y con la intención final de timarnos también a nosotros un poco haciéndonos mirar hacía otro lado mientras nos escamotean sus verdaderas intenciones(…) continuar

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