Saber leer no es algo que deba tomarse a la ligera, ya que es importante para el progreso personal y profesional.
Leer un libro no es tan sencillo, hay que estar preparado para ello: en primer lugar, requiere una inversión importante por nuestra parte, tal vez no de dinero pero sí de tiempo, el bien más preciado que tenemos.
¿Cuánto tardamos en leer un libro? ¿Una semana? ¿Dos? ¿Más? El tiempo que dedicamos a ese libro ya nunca volverá. Por ello, hemos de ser muy selectivos en los libros que leemos.
Dicen por ahí que un buen libro si corto dos veces bueno, pero yo no creo en esa sentencia porque hay libros extensos que vale la pena leer sin importar el número de páginas, “Don Quijote”, por ejemplo.
El tiempo que tenemos disponible es limitado, claro está, pero hay cosas en las que vale la pena invertir horas, entre ellas la lectura.
Sin embargo, tampoco vamos a desperdiciar el tiempo en lecturas que no valen la pena. Hay que saber escoger.
No se trata de leer mucho, ni rápido, sino de hacerlo bien, o sea, de nuestra lectura hemos de conseguir tres cosas: Primero, entender lo que leemos (lo que el autor quiso decir). Segundo, destacar lo importante, ya que todos los libros tienen paja, y tercero, sacar conclusiones, es decir, el uso que de esos libros hemos de hacer en nuestra vida, porque el conocimiento de por sí es inútil si no se concreta en acciones.
Vamos a leer porque el saber te hace valer.
Artículo publicado por la revista Doña Ofe en su edición de julio de 2016.