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El aterrador legado de la Inquisición europea

Por Garatxa @garatxa
Santillana del Mar es un precioso pueblo de Cantabria que recomiendo encarecidamente visitar puesto que aún conserva todo su encanto medieval intacto. Es muy conocido por la bellísima Colegiata de Santa Juliana, que alberga en su interior un claustro románico de gran belleza del que hablaremos en otra ocasión. Ahora me voy a detener en mostraros lo que para mí fue la gran sorpresa de mi visita: el sobrecogedor Museo de la Tortura. Advertimos que esta entrada puede herir la sensibilidad de los lectores...

El aterrador legado de la Inquisición europea

Entrada al Museo de la Tortura. Fuente Wikimedia Commons

La exposición, compuesta por algunos objetos originales, otros adquiridos a anticuarios, y por reconstrucciones a partir de piezas o fragmentos de los originales, es un muestrario de instrumentos de tortura, castigo, y ejecución, utilizados en la época de la Inquisición, que realmente te deja sin aliento.
 En su interior, situado en una primera planta del edificio, podemos ver aparatos como un potro, la doncella de hierro, espadas para cortar cabezas, o cinturones de castidad, por mencionar solo algunos de los espeluznantes artefactos que se pueden ver. Verlos impresiona, pero lo que más acongoja, sinceramente, es leer las descripciones de uso que tienen todos y cada uno de ellos en su letrero correspondiente: te quedas helado pensando en lo que sufrieron los castigados. No está permitido hacer fotos en el interior pero sí es posible hacer fotos en el exterior de la entrada y, por ese motivo, os enseño aquí lo que hay en el caminito principal de acceso, con el fin de que os hagáis una idea del resto. Abstenerse sensibles, baste decir que, al ver estos aparatos desde fuera, hubo personas que se negaron a entrar porque lo iban a pasar mal. Pasen y vean.

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Guillotina

Guillotina: su invención se atribuye al médico francés Joseph-Ignace Guillotin, pero en realidad lo único que hizo este hombre fue proponer la extensión de su uso a ciudadanos de todas las clases sociales ya que las decapitaciones estaban reservadas a las clases altas: "Los delitos de un mismo tipo serán castigados por el mismo tipo de pena, cualquiera que sea el rango y la condición del culpable", se lee en un proyecto de ley. Esto se podría llamar "democracia ejecutiva", en un macabro juego de palabras ¿verdad?  Su uso, a diferencia de la decapitación con espada, era mucho más preciso, porque se utilizaba una máquina sin defectos a la hora del corte. Pretendía provocar una muerte instantánea para evitar el sufrimiento, aunque se ha demostrado mediante estudios realizados que el ejecutado era consciente durante varios segundos después de haberle sido cortada la cabeza. En definitiva, que el ejecutado sentía y veía lo que pasaba mientras su cabeza rodaba por el suelo. Al pensarlo, te dan escalofríos.

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Jaula colgante

Jaulas colgantes: hasta finales del siglo XVIII, en los paisajes urbanos y suburbanos de Europa abundaban jaulas de hierro y madera adosadas al exterior de los edificios municipales, palacios ducales, palacios de justicia, catedrales y murallas de las ciudades, y también colgando extramuros de postes altos cercanos a los cruces de caminos; con frecuencia se podía uno encontrar con varias jaulas en hilera. Las víctimas, desnudas o semidesnudas, eran encerradas dentro y colgadas. Sucumbían por hambre y sed, por el mal tiempo y el frío en el invierno, por el calor y las quemaduras solares en verano; a menudo habían sido previamente torturadas y mutiladas para mayor escarmiento. Los cadáveres, putrefactos, generalmente se dejaban in situ hasta que se desprendían los huesos.

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Escalera de estiramiento


Escalera de estiramiento: Este instrumento ofrecía la posibilidad de infligir otros tormentos a la víctima mientras se le estiraba el cuerpo (mutilaciones, azotes, etc.).

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Verdugo con hacha para decapitar

Verdugo con hacha de decapitación: el patíbulo contiene un cepo de madera provisto de una cavidad para posicionar correctamente al condenado y, facilitar así, una regular, precisa y constante mecánica de ejecución. El despersonalizador vestido negro con capucha garantizaba al verdugo el necesario anonimato, con el fin de transmitir una imagen de imparcialidad y permitirle llevar una vida normal a posteriori. En el mejor de los casos, si el corte era limpio, lo mejor que le pasaba a la víctima era experimentar la sensación descrita en la guillotina cuando su cabeza caía

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Rueda (con un caldero para quemar detrás)

Rueda: su uso era para crímenes considerados graves y el procedimiento se dividía en dos fases: en primer lugar, se rompían en público los huesos y las articulaciones de los brazos y las piernas de los condenados, asestando para ello golpes violentos con la rueda, y después, se les ataba entre los radios de una gran rueda horizontal al extremo de un poste, que se levantaba para dar inicio a la segunda fase, la más malvada: se les daba de comer y beber mientras aves y roedores les iban arrancando la piel a tiras. Los países donde fue más utilizado este sistema fueron Alemania y Francia.

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Toro de Falaris

El toro de Falaris: este método de tortura es de origen siciliano y su uso se extendió entre los siglos XVI a XVIII. Lo que se hacía era quemar a seres humanos dentro de un toro de bronce, de tal forma que los alaridos y los gritos de las víctimas salían por la boca del toro, pareciendo así que el toro estaba mugiendo. Realmente dantesco. Esta invención se atribuye a un tal Falaris (Phalaris) de Agrigento, en Sicilia, que murió en 554 a.C., no obstante no existen pruebas que lo corroboren, es más, Falaris fue considerado por escritores de su época como un gobernante culto y justo. En 2014 viajé a Sicilia y quise averiguar más pero, desgraciadamente, la guía no sabía nada, y yo no tuve tiempo de investigar por mi cuenta.

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El palo

El palo: he dejado para el final de esta pequeña muestra uno de los instrumentos más espantosos que pude ver allí, el palo, ideado para torturar y matar. El sufrimiento que causaba no tenía como objetivo obtener una confesión, sino que quería ser un castigo y, sobre todo, una demostración pública del horrible destino que le esperaba a quien se hubiera comportado de mala manera -en opinión de los inquisidores, por supuesto-. Este sistema fue muy utilizado en Europa oriental (empalamiento), y consistía en hincar un palo en el ano, a lo largo de toda la columna vertebral, haciéndolo salir a la altura de la espalda. De esta manera se dañaba la menor cantidad posible de órganos vitales, y se aseguraba una muerte lentísima con el máximo sufrimiento imaginable. Lo utilizaban sobre todo con prisioneros enemigos, y se exponía a las víctimas en sitios bien visibles con el fin de desalentar psicológicamente a quienes pensaran en emprender acciones de guerra en contra. Hasta aquí podemos leer, el resto debéis verlo por vosotros mismos, además la entrada únicamente cuesta 3 euros, que es un precio muy ajustado para lo que podemos ver dentro. En este enlace tenéis más información sobre el museo que os servirá de gran ayuda para haceros una composición del lugar, y por si esto fuera poco, os insertamos un vídeo en el que podréis apreciar algunos aparatos como la "tortura de agua" o la "cuna de Judas".

Lo peor de todo no es el museo en sí mismo, sino saber con absoluta certeza que, hoy en día, en pleno siglo XXI, aún hay países que siguen utilizando estos métodos de tortura.

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