NASA Earth Observatory image by Jesse Allen and Robert Simmon, using Landsat data from the U.S. Geological Survey. Caption by Mike Carlowicz, with David K. Lynch.
Hace 60 años, Estados Unidos hizo estallar una bomba de hidrógeno que alteró el paisaje, cientos de vidas, y la trayectoria de una carrera de armamentos nucleares. El uno de marzo de 1954, el ejército de Estados Unidos detonó una bomba termonuclear en el atolón de Bikini, en las Islas Marshall. La inesperada gran explosión y las posteriores protestas públicas provocaron las negociaciones diplomáticas que terminaron en 1963 con el Tratado de Prohibición de Pruebas Nucleares.
Una explosión que se esperaba que produjera entre 4 y 6 megatones de fuerza explosiva, terminó produciendo 15 megatones. El hongo de aire sobrecalentado, el agua y la lluvia alcanzó los 40 km, casi hasta la estratosfera, y finalmente se extendió a los cuatro continentes. Fue la prueba más grande de una bomba de hidrógeno en la historia de Estados Unidos.
La imagen fue capturada por el Operational Land Imager del satélite Landsat 8, el 19 agosto 2013. Muestra el cráter Castillo Bravo dejado por la explosión, que fue 1000 veces más potente que la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima en agosto de 1945. El cráter es de 2 km de ancho y 80 m de profundidad.
Veintitrés ensayos de bombas nucleares se llevaron a cabo en Bikini entre 1946 y 1958, siendo la explosión de marzo de 1954 la más grande. Casi un millar de isleños fueron trasladados a otras islas del archipiélago durante los años de prueba. Y aunque ha habido varios intentos para descontaminar los islotes y para reafianzar a las personas durante varios años en la década de 1970, las islas están oficialmente deshabitadas al día de hoy. La UNESCO ha declarado el Atolón Bikini como patrimonio de la humanidad como recordatorio de la Guerra Fría y la carrera de armamentos nucleares.
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