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El auténtico Hombre-Maravilla: “Ray Harryhausen. El mago del stop-motion”, un trabajo de orfebrería de Carlos Díaz Maroto

Publicado el 30 mayo 2011 por Esbilla

El auténtico Hombre-Maravilla: “Ray Harryhausen. El mago del stop-motion”, un trabajo de orfebrería de Carlos Díaz MarotoNo creo que hagan falta muchas presentaciones. Ni desde luego de Ray Harryhausen, leyenda viviente de lo fantástico y uno de los creadores más singulares de la historia del cine, ni tampoco de Carlos Díaz Maroto, ya veterano divulgador y escritor de sólida obra focalizada principalmente en los linderos del fantástico, entre los inicios en el fanzine a los volúmenes sobre vampiros u hombres-lobo con parada en King Kong, obra perfectamente complementaria con respecto a la presente y por supuesto a la instauración del referencial Pasadizo.com. Vocación/pasión de género abierta también a labores de recopilación del western, excelente su Cine del Oeste: de la A a la Z o incluso a la vida bloguera en el holmesiano rincón de 221B. Solo o en compañía de Luis Alboreca, juntos facturaron todo un tratado sobre la mitología de Star Trek, por ejemplo, Díaz Maroto ya es una clásico. Ray Harryhausen. El mago del stop-motion puede verse perfectamente como su obra más completa hasta la fecha, primorosamente editada por Calamar Ediciones e interesante de cabo a rabo no deja hueco por cubrir, atendiendo con mimo el material entre manos, revelando cariño de fan pero no ceguera. Minucioso sin saturar, expositivo sin cansar, analítico cuando se requiere, siempre instructivo. Pormenoriza cada paso de la carrera del cineasta atendiendo a las circunstancias de cada momento meciendo lo biográfico con lo cinematográfico con un estilo sin florituras. Un libro para mirar, para leer y para evocar.

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Lo primero agradecerte la presencia por aquí y especialmente el tiempo dedicado. Y lo segundo agradecerte todavía más un libro tan cuidado, tan amorosamente fabricado.

Muchas gracias. Me alegra que resaltes lo de “amorosamente fabricado”, porque la intención era mostrar el enorme cariño hacia un tipo de cine como el que representa el de Harryhausen, y esperaba haber podido transmitir eso al lector, aparte del juicio valorativo que, después, despierte cada película.

Ya solo como objeto es una virguería. Merece la pena tocarlo, mirarlo… Por lo que he leído, esta vez lo dejaste en las manos de la gente de Calamar Ediciones e interviniste menos en esta parte del proceso.

Calamar es quien subvenciona mi web pasadizo.com. Les conozco, pues, desde hace mucho tiempo, pero hasta ahora no había surgido la posibilidad de trabajar juntos. Les propuse algunas ideas en el pasado que no cuajaron, por diversos motivos. Pero yo tenía ganas de que ellos editaran algo mío, dado que sus libros, como “objeto”, como tú lo defines, me parecen auténticas joyas. Y un tema como el de Harryhausen se daba muy bien a una edición tan cuidada y mimada como la que ha aparecido, con ese espléndido material gráfico.

Desgraciadamente este cariño por el producto y este respeto por el lector no son ley en el panorama español.

Hombre, todo depende. Hay libros con una edición discreta y funcional que a mí me parecen estupendos, como los de Cátedra dedicados a directores. Ahí no se busca hacer un producto atrayente a ojos del lector: lo importante son los textos, muy valiosos. Y hay otros libros que, por el contrario, ofrecen espléndidas ilustraciones en couché y a toda página, que una vez los ojeas y te maravillas con las fotos, se quedan en la estantería, porque el texto es de una superficialidad que asusta. Pero hay determinados libros que pueden estar en un punto intermedio entre ambas opciones. Y, por supuesto, debe haber respeto por el lector, algo que a veces no se da. Yo he visto libros con una filmografía donde habían dado a copiar y pegar del imdb, tal cual, y en los personajes decían “Fulanito de Tal como Himself”. Himself debe ser un personaje más tratado que Drácula, Tarzán o Jesucristo.

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Ray Harryhausen con Mighty Joe

Refiriéndome de nuevo a otra entrevista, una para el imprescindible Pasadizo, hablabas en ella de que tanteaste la idea de estructurar el libro en bloques temáticos. La verdad es que creo que acertaste con el orden cronológico, facilita comprender la evolución y además hace la lectura muy fluida, más directa.

No era exactamente eso lo que dije, sino en dividirlo en dos bloques: uno cronológico, centrado en la labor técnica de Harryhausen, y otro temático, ajustado en el análisis. Sin embargo, pese a esa intencionalidad de enfoque, resultaba muy difícil no repetirse en ocasiones. Y cuando el editor me comentó el tema de la extensión, opté por prescindir del bloque temático, y contar todo linealmente. Mucho más fácil para mí, además.

Habiendo bastante minuciosidad en el plano puramente técnico consigues no sobrecargar. ¿Fue dificultoso contrapesar esa balanza entre el dato, la biografía, la opinión…? Y encima siendo la obra de un fan declarado.

Pues sí, fue difícil. Había veces en que me tenía que reprimir en seguir aportando datos. Hay ocasiones en que debes discernir entre lo que es información valiosa y lo que es acumulación de datos superfluos. Yo he visto libros en que la exhaustividad es mareante, donde te dicen incluso en una película cuántos disparos hay, lo cual me parece un dato que nada aporta. En cuanto ese equilibrio, después ha de ser el lector quien opine si se da o no, e imagino que habrá gente que hubiese deseado más una cosa que otro, y así sucesivamente.

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¿Has tenido la suerte de conocer al propio Harryhausen? Hay material muy poco visto en el libro. Es un hombre que, en todas las entrevistas que le he leído, transmite una sencillez y una falta de ego insólitas.

Por desgracia, no he tenido la suerte de conocerlo. El contacto con él fue meramente epistolar, y por parte del editor. Se le pidió permiso para reproducir sus bocetos originales (además dibuja de maravilla) y lo autorizó. Y sí, es de una modestia enorme, y en el libro he puesto declaraciones suyas en las que minimiza su labor. Existe constancia (mas no escrita, de ahí que nada diga al respecto, aunque leyendo entre líneas se puede discernir mi opinión sobre ello) de que en la labor de dirección Harryhausen metió más mano de lo que él realmente dice.

¿Pudo este carácter determinar de algún modo que su carrera se circunscribiese a un cine tan romántico o fue algo más bien determinado por la producción de la época?

Es una mezcla de ambas cosas. Su falta de ambición llamémosla industrial, al modo en que hacen ahora las grandes productoras manejadas por ejecutivos que saben de cine lo que yo de física cuántica, originó que se volcase a un cine pequeño, íntimo, casi casero, donde se pasaba meses él solo en un almacén que alquilaba, realizando los trucajes de sus películas. Y sí, ello era debido también al sistema de producción de su época. Si te fijas en su filmografía, paulatinamente fue colaborando con más gente. En Furia de titanes tiene un montón de ayudantes, que es la más moderna de ellas (lo cual no quiere decir la mejor, pese a la mejora técnica que ello,

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hipotéticamente, represente). Y después, simplemente, ya no hubo lugar para él en este mundo. Guillermo del Toro me contó que quiso contar con él para el Primordial que aparece al final de Hellboy, pero Ray rechazó amablemente la invitación.

Resulta muy interesante como revelas toda esa parte artesanal de su trabajo que enlaza con ese romanticismo atemporal. La figura capital de su padre fabricando las estructuras de las figuras, el garage-estudio…una parte sentimental de la cual es posible que emanase parcialmente la magia de sus invenciones.

Vaya, creo que me he adelantado un poco con ese comentario que haces. Sí, en efecto, durante un tiempo Harryhausen hacía un trabajo familiar, con el padre creando el esqueleto de las figuras, y la madre los vestidos de los muñecos de sus adaptaciones de cuentos. Pero incluso cuando ya trabajaba para grandes producciones, como Jasón y los argonautas, seguía dependiendo de su padre, que le enviaba el material desde Estados Unidos a Inglaterra. Ese tipo de trabajo es el que transmite magia, emoción, sinceridad a su labor. Ni el más perfecto trabajo de ordenador hecho hoy en día tiene ese sabor a sortilegio que transmiten sus películas. Su propia imperfección es lo que les aporta tanta vida, tanta convicción.

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Ray Harryhausen y Charles H. Schneer

Pese a destacar este carácter de creador íntimo tampoco olvidas homenajear y reivindicar a gente tan cercana como su fiel productor Charles H. Schneer, un hombre capaz de encontrar el acomodo para la fantasía.

Ambos formaron un equipo envidiable, donde uno hacía sugerencias al otro para mejorar el producto final, y ninguno tenía el suficiente ego para imponer ciertas ideas. Sin Schneer no habría muchas películas de las que hoy tenemos, o al menos no con el tono que hoy día ofrecen. Algunos proyectos se hicieron por sugerencia de Schneer, o sea… También comento algo la colaboración con el músico Bernard Herrmann, que de igual modo es parte fundamental de las películas. Es algo ineludible.

La figura de Willis O’Brien ocupa un parte importante del libro, tanto por sí mismo como por ser inspiración y algo así como mentor suyo.

Cierto. Para conocer algo mejor debes conocer también todo lo que le circunscribe. Eso mismo hicimos Luis Alboreca y yo en nuestro libro sobre Star Trek, donde analizamos la televisión del género que había en la época en que surgió la serie, y dónde estaba ubicada Star Trek en relación con todas las demás. Aquí había que hacer otro tanto. Narro la creación del stop motion, sus artistas fundamentales, y luego, como más extensión, la labor de O’Brien, y cómo influyó en Ray. Al fin y al cabo, este optó por dedicarse a hacer lo mismo cuando vio King Kong.

¿Es un caso único en la historia del cine? Es un autor indiscutible, las películas “con” Harryhausen son películas “de” Harryhausen.

Cierto. Incluso en las películas de ciencia ficción de los cincuenta, donde su labor está digamos más al margen de lo demás, se distingue su estilo por encima del resto de las películas de la temática. Véase una joya como Twenty Million Miles To Earth. Sin Harryhausen no tendría sentido. Es una lástima que tuviese tan poco tino para elegir los directores, en muchas ocasiones.

Sus secuencias son en muchos casos, o en todos, artística y estilísticamente autónomas del resto, para bien y para mal, chirriando todavía más la mediocridad de la mayoría de sus directores. ¿Por qué crees que nunca se decidió a dirigir? Obviamente tenía el talento y los conocimientos.

Sí, estudió arte dramático. Incluso llegó a plantearse trabajar como actor, pero era muy tímido y no se decidió. Pero ello lo aplicó a sus criaturas, a las que literalmente dirige y les hace interpretar. De hecho, en mi libro copio un largo extracto del propio Ray comentando esa misma pregunta, de por qué no se decidió a dirigir. Él lo hubiera hecho mucho mejor que Sam Wanamaker en Simbad y

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el ojo del tigre, por ejemplo. En las películas con directores más mediocres hay un enorme desnivel entre las escenas con Ray y sin él. En las mejores sigues disfrutando incluso cuando no está él de por medio, como en Simbad y la princesa o en Jasón y los argonautas.

Además tenía demostrada capacidad para moverse en bajos presupuestos, sustituyendo gasto por ingenio y laboriosidad. ¿Qué hubiera sido capaz de crear con mayores medios?

La prueba está en Furia de titanes, donde tuvo un presupuesto impensable para él, aunque tuvo colaboración de otra gente, también muy valiosa. Sin embargo, cuando había más medios había menos tiempo. Una escena de dos minutos en pantalla podía tomarle seis meses de rodaje, por lo cual muchos proyectos fueron inviables. De hecho, en mi libro dedico un largo capítulo a esos proyectos frustrados que no llegó a poder hacer. Es muy interesante, y también muy irritante, al ver todo lo que nos hemos perdido.

Ese apartado con el cual cierras el volumen es un recuento muy  jugoso y un poco triste también : de la posibilidad de animar Moby Dick al siempre acariciado H. G. Wells, de regresos a Simbad a acercamientos a La princesa prometida o universos tan potencialmente embriagadores como los de Tarzan o Conan…

Había momentos que me cabreaba, ante lo que pudo ser y no fue. El Conan de Milius me encanta, pero aún así echo de menos algo más de fantasía, tal como era en los relatos originales de Howard y en los pastiches de Carter y Sprague De Camp. Unos cuantos monstruos estilo Harryhausen en medio de todo ello no hubieran desentonado, como al principio, cuando Conan recoge la espada que sujeta el esqueleto, que en el relato en que se basa cobra vida y lucha contra él. ¡Eso es Harryhausen puro! Y también tuvo pensado hacer El Señor de los Anillos, entre decenas de cosas más.

Nathan Juran fue su director favorito, aunque también pareció entenderse muy bien con Don Chaffey. En cambio a Gordon Hessler no le dejas muy bien parado pese a dirigir la que yo creo que es su mejor película: El viaje fantástico de Simbad.

El viaje fantástico de Simbad tiene grandes virtudes: un guión muy bien elaborado, obra de Brian Clemens, estupendos actores, muy bien integrados a la historia, los paisajes, la fotografía, Harryhausen, obvio es… pero a mi juicio la dirección de Hessler no le hace justicia, y es muy torpe narrativamente. Si vemos otras películas de Hessler comprobaremos que no era un gran narrador. Es una lástima. Hessler por entonces hacía mucho cine fantástico en Inglaterra, y fue una elección obvia, pero no la más indicada artísticamente. Creo que si hubiesen repetido con Chaffey hubiese sido mucho mejor. Y no me parece mala la película, ni mucho menos, pero a mi juicio la dirección carece de intensidad y fluidez.

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Tampoco se decidió por realizar ningún largo puramente animado. En el libro recoges todos sus cortos. Muy poco vistos o conocidos en algunos casos.

Un largo puramente animado quizás no hubiese funcionado. Ten en cuenta que George Pal, con quien colaboró en una etapa, tampoco lo hizo. En su versión de “Pulgarcito”, por ejemplo, El pequeño gigante, hizo uso de actores reales, así como en los tres cuentos que integran El maravilloso mundo de los hermanos Grimm.

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La princesa Rapunzel según Harryhausen

Y sí, sus cortos están muy poco vistos. Hace años se anunció la edición en España de un estupendo dvd con esos cortos, pero finalmente se echaron atrás y nos dejaron sin él. Sin embargo, a quien domine algo el inglés le sugiero que se haga con la edición americana porque es toda una joya.

Citas a George Pal, que emerge como otra figura seminal y clave en su introducción en la industria.

Ray, como ya he dicho, trabajó con Pal en sus Puppetoons, cortometrajes con marionetas animadas muy atractivos, y donde también participó O’Brien. Harryhausen colaboró una etapa, pero después se cansó y abandonó. Buscaba mayores retos profesionales, lo cual es de valorar.

Resulta muy explicativo de su carácter creador como complicaba los efectos de, por ejemplo, los platillos volantes de La tierra contra los platillos volantes (Fred F. Sears, 1957).

En efecto. Si abandonó a Pal motivado por ese afán creativo, aquí se complicó la vida por esa misma causa. Lo lógico es que hubiese diseñado los platillos lo más efectivos posibles, y luego los hubiese movido mediante hilos, que era lo más fácil y barato. Pero no. Los movió por medio de la stop-motion, y además colocó en los ovnis dos discos giratorios, uno en dirección a las agujas del reloj, y otro en sentido contrario. Lo cual complicaba enormemente las cosas. Es una lástima que se echase atrás en el ofrecimiento de colaborar en la película The Giant Claw para crear al monstruo, y en su lugar hicieron un muñeco que parecía hecho con un plumero y lo movieron con hilos, quedando espantoso…

Uno de los apartados técnicos en los cuales insistes a lo largo del libro es en al necesidad que tenía Harryhausen de hacer interactuar físicamente a las criaturas y los actores. De buscar la sensación de “contacto” real. Algo que evidentemente logra de un modo fascinante.

A medida que pasaba el tiempo perfeccionaba su técnica, y entonces buscaba ese “contacto real” que dices. Los actores y los muñecos estaban filmados por separado, pero en ocasiones, de forma mágica, se tocaban. Era un contacto mínimo, pero el espectador lo percibe y la fisicidad del momento aumenta increíblemente. Un leve toque de espada en Jasón…, el tenderete que cae sobre el dinosaurio en Hace un millón de años, o Tumak izando en vilo al tiranosaurio en esa misma escena…

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Interactuando: la doma de Pegaso en Furia de Titanes

Sus trucajes y efectos de stop-motion existen literalmente, son pura vida más allá de la pericia del técnico.

Por supuesto. Es lo que diferencia la técnica del arte. Harryhausen lograba transmitir algo más a su trabajo. Ese entusiasmo, ese amor, ese mimo… El mero proceso de lo que es el stop-motion, el buscar la movilidad de la imagen por medio de planos estáticos es ya una propia definición de magia. Y ten en cuenta que eso lo podemos ver gracias a un defecto de nuestra vista, el fenómeno que se llama “la persistencia de la visión”: cuando vemos una imagen, aún tenemos la imagen previa en nuestra retina. Por eso podemos ver cine.

Paradójicamente, explicas, le costaba aceptar cambios como el abandono del blanco y negro, curiosamente luego fue un defensor del coloreado, o la introducción del cinemascope que le provocaban multitud de problemas y cambios de metodología.

Con respecto al cinemascope lo entiendo. En formato de 1.33:1, lógicamente, debía rellenar menos imagen. Suponía una complicación de su trabajo. Y con respecto al color, otro tanto. Para 20.000 Miles To Earth Schneer quiso usar el color, dado los entornos turísticos en que se ambientaba, pero Harryhausen lo rechazó por las complicaciones técnicas que suponía. Sin embargo, en Simbad y la princesa hubo de claudicar, ante la obviedad de que una película de

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esa índole resultaba mucho más vívida en color. Es lo que refería antes sobre el mutuo respeto entre Ray y Charles: la necesidad era la que les convencía, no la cabezonería.

En cuanto a su defensa del coloreado… En fin… Ray rodó esas películas en blanco y negro por cuestiones técnicas, pero una vez planteada esa idea, las elaboró para ser vistas en blanco y negro. Los juegos de luces y sombras, la iluminación… Todo respondía al concepto de visionar esas imágenes de forma monocromática. Véase la estupenda escena del pajar de 20.000 Million… o la del incendio del bosque en La Tierra contra los platillos volantes. Colorear eso es un crimen, directamente. Además, para colorear una película no se parte de una copia normal: el blanco y negro se ha de degradar, eliminar los contrastes, quitar las intensidades para poder aplicar el coloreado en una superficie átona. Si ves una película coloreada quitándole el color a la televisión nada conseguirás, porque el contraste habrá desaparecido por mucho que toques los mandos. La fotografía se habrá estropeado, literalmente.

¿A tu juicio Harryhausen explosiona al entrar en contacto con la mitología y alejarse de la ciencia-ficción?

Cierto. Comenzó en la ciencia ficción porque era la moda del momento, porque los trucajes eran lo obvio en las tramas fantacientíficas. Pero ya en 20.000 Million…, su primera película personal, pese a partir de una temática de ciencia ficción había mucha fantasía de por medio. De hecho, originalmente el monstruo había de ser un auténtico Ymir, proveniente de la mitología nórdica.

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Y antes ya tuvo proyectos cautivantes, como un The Elementals, con harpías sobrevolando París y anidando en la Torre Eiffel. El proyecto de Simbad y la princesa lo tenía desde hacía tiempo, pero le costó mucho venderlo a alguna productora.

¡Llegamos casi al final y todavía no te he preguntado por cuáles son tus criaturas favoritas!

No, no lo has hecho.

Pregunta difícil, como preguntarme mis directores favoritos o películas preferidas. Por supuesto, el Ymir de Twenty Million… es uno de ellos. O también el cíclope de Simbad y la princesa. Y Gwangi también me parece adorable. Son tantos… Y no nos podemos olvidar de su seña personal, los esqueletos. Me quedo con cualquiera de los de Jasón.

Curiosamente se despide del cine con un gran éxito como fue Furia de Titanes, ya en 1981. ¿No pudo seguir o no quiso seguir? En cualquier caso con su retirada murió algo muy especial, una parte del cine que se puede decir que no ha vuelto más que en contadas ocasiones.

No pudo. Durante unos años parecía que tenía un proyecto ya listo, y cuando todo indicaba que comenzaría el rodaje, se frustraba por algún motivo, como el mítico Simbad en Marte, el más famoso de sus proyectos no rodados. Al fin comprendió que ya no tenía lugar en esta industria y se retiró discretamente. Pero ten en cuenta que tanto en El Imperio contraataca como en la trilogía de Parque Jurásico, por poner unos ejemplos, se sigue usando stop-motion. Conjuntada con otras técnicas, pero se sigue necesitando. El trabajo, a nivel técnico, en  Parque Jurásico me parece totalmente admirable, pero para mí

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carece de magia. En otros productos con menos presupuesto me convence aún menos el uso de criaturas diseñadas por ordenador.

En el libro también incluyes las reseñas de los remakes, como la versión televisiva de Nick Willing sobre Jason y los Argonautas del año 2000 o la última, perpetrada por Louis Leterrier en base a Furia de Titanes en 2010. Comparar es desolador, especialmente en el caso del segundo, pero sirve para darse cuenta del cambio operado en el terreno de la fantasía cinematográfica a todos los niveles.

Lo que más apabulla es, no solo en este caso, sino en otros muchos, el talante prepotente y de superioridad que manifiestan los perpetradores de estos remakes, aludiendo que el precedente está superado, que ellos lo harán mejor. En fin, la falta de humildad y de respeto por la labor de aquellos que forjaron un producto, del que, de un modo u otro, al final te estás alimentando, es desolador. Con lo bien que quedarían diciendo: “La película original es admirable, pero creemos que la historia tiene tantas posibilidades que puede dar juego dándole otro enfoque, ni mejor ni peor, sino distinto”. Pero no, lo que hacen es pisotear el precedente para poner a mayor altura su propia visión.

¿Cuál es su legado, crees que tuvo o tiene algún continuador o por el contrario se ha perdido nadie sabe muy bien dónde?

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En tiempos, tuvo varios continuadores, como fueron Jim Danforth, los hermanos Chiodo o Dave Allen, pero hoy día, supongo que lo que más se aproxima a lo que hizo serían los productos de los estudios Aardman, que me parecen estupendos, pero echo de menos las películas en imagen real con bichos por stop-motion. Hoy día, con los avances, en lugar de tener a una persona cambiando la postura de un muñeco milímetro a milímetro se puede hacer por ordenador, lo cual abarata los costes una enormidad. Es como en Star Trek, por poner de nuevo ese ejemplo. En las series, en lugar de sacar naves diseñadas por ordenador, lo cual les otorga una apariencia falsa, carente de densidad, hacían maquetas físicas, y luego las animaban por ordenador, lo cual les otorgaba un aspecto mucho más denso, real. Aquí se podría hacer lo mismo. Pero no paran de salir películas de monstruos en que estos parecen dibujos animados empotrados sobre la imagen.

Nada más y no ha sido poco. Espero te haya resultado estimulante y te dejo la última palabra para cualquier cosa que quieras añadir. Gracias fotograma a fotograma.

Pues sí, me ha resultado muy grata esta conversación. Encantado de haber hablado para una página tan estimulante como Esbilla, de la cual no en vano copio textos para pasadizo (con tu autorización, por supuesto). En cuanto a añadir, pese a que Harryhausen ha sido olvidado por la industria, no lo ha sido por el público, y constantemente se le están rindiendo merecidísimos homenajes a lo largo del mundo. El mío ha intentando ser uno de ellos, y espero que le haya gustado. Al menos, yo he disfrutado enormemente escribiéndolo.

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