Resulta que en el plan de ordenación urbana, se ha presentado una propuesta de reserva de parcelas para lograr la autosuficiencia alimentaria. Todavía es pronto para saber a quién se refieren o de qué parcelas se trata. Es igual: el daño ya está hecho. Que la gente proponga a sus ayuntamientos cualquier cosa, me da bastante igual, siempre y cuando eso no afecte al trabajo cotidiano y por tanto, perjudique a otros. Creo que un ayuntamiento debe escuchar a todos los ciudadanos, por muy idiotas que sean sus peticiones.
Llevan 40 años moviendo a la derecha el pico de Hubbert. Cansinos.
Vitoria tiene un "Plan de Lucha contra el Cambio Climático (2010-2020)", que hace las delicias de cualquier amante de los mapas, tablas de datos y conclusiones precipitadas. Debo aplaudir la cantidad de esfuerzo y dinero que se dedica a ciertos temas, pero lamento que ese esfuerzo y dinero no se dedique a otros. Cuestión de preferencias. Menciono lo de ese Plan, porque en él se trazan las vías para conseguir de la ciudad el objetivo "ciudad neutra de carbono". No sé si se dice así, tengo mala memoria para las chorradas. Tanto este Plan como lo de la autosuficiencia alimentaria, son cositas que van en sintonía con la moda de la "crisis alimentaria, energética y social" (meten ahí lo de social, porque pinta mucho; aunque nadie sepa a qué diablos se refieren).Esta moda tiene mucho éxito entre la gente que sabe leer y escribir de los gobiernos indigenistas bolivarianos, y es importada como lo más "top" de los conocidos maleantes de la extrema izquierda europea. La moda de la autosuficiencia es la última forma de atacar la división del trabajo y el mercado libre internacional.
John Seymour, uno de los profetas de la autosuficiencia, dice en su bestseller "Como hacer el ridículo y morir de hambre y disentería" (perdón, el título es La vida en el campo y el horticultor autosuficiente):
La autosuficiencia o autoabastecimiento alimentario no significa un retroceso a un pasado idealizado en el que las personas se afanaban por conseguir los alimentos por medios primitivos y se quemaban unos a otros, sospechosos de brujería. Es el progreso hacia una nueva y mejor calidad de vida, hacia una vida mas grata que el ciclo superespecializado de la oficina o de la fábrica, hacia una vida que devuelve al trabajo el aliciente y la iniciativa diaria, que trae consigo variedad, grandes éxitos en ocasiones y enormes fracasos en otras. Significa la aceptación de una responsabilidad plena por lo que se hace o se deja de hacer, y una de sus mayores compensaciones es la alegría que nace de ver el desarrollo completo de cada tarea, desde sembrar el propio trigo hasta comer el propio pan; desde plantar un campo de forraje para cerdos hasta cortar una lonja de tocino.Estoy de acuerdo en que es muy satisfactorio tener una mata de tomate y ver crecer su fruto. Si encima te lo comes, consigues un alto grado de realización personal. En caso de que vivas en el campo, incluso yo veo como algo positivo tener un pequeño huerto: haces ejercicio, si tienes estudios superiores es probable que sepas lo que comes, practicas tu afición al aire libre,... muchas cosas positivas.
El problema surge cuando se trata de hacer esto de forma generalizada. En la historia reciente, hemos tenido incontables intentos de procurar un sistema de producción y alimentación de masas, de forma dirigida por una autoridad. Siempre fracasaron. Desde los falansterios, que se llenaron de indolentes que no daban palo al agua, pasando por granjas de sectas pseudocristianas en Estados Unidos donde el líder suele acabar abusando sexualmente de docenas de personas y animales a lo loco, hasta, por supuesto, la gloria soviética que supuso usar ese sistema como castigo político (Holodomor) o no (koljoses), pero que a su vez causó millones de muertes.
No tiene nada que ver con el tema, pero me pareció curioso.
Este último sistema es el que más ha permanecido en el tiempo. Una vez que asesinas a decenas de millones usando el hambre, y una vez que tienes a millones de esclavos trabajando para ti, más o menos llegas a cuadrar el consumo calórico con la producción alimentaria. Esta es la única forma en que la autosuficiencia puede permanecer en el tiempo. Por supuesto que tu producción será muy inferior a la que puedes obtener si dejas que la gente se dedique a lo que le de la gana. Si los dejas comerciar libremente en un sistema de intercambio de información, como es un mercado con libertad de precios, te ahorras muchos gastos de administración y producción, varías la dieta, consigues más eficiencia y, encima, liberas mano de obra para hacer autopistas, naves espaciales y mundiales de fútbol.Hay otro pequeño problema que los amantes de la autosuficiencia alimentaria pasan por alto. Sus esfuerzos por controlar e impedir el comercio, condenan a millones de personas a hambrunas cíclicas en África. Quienes quieren cerrarse en banda, defienden políticas proteccionistas que blindan nuestro mercado a productos extranjeros. Temen con horror que en cualquier supermercado podamos comprar coles de Malawi o rúcula de Eritrea. Proteger nuestra producción, significa no poder comprar lo mismo más barato y significa que otros no puedan adquirir nuestros productos más elaborados. Productos que probablemente necesiten para que puedan producir en masa.
Con todo este dinero, ya tendríamos una colonia permanente en Marte.
La protección a la agricultura es la principal política -en gasto- que aplican la UE y los EEUU y la principal causa de muerte en el mundo. Esto no se puede llevar a cabo si no ofrecemos también a los muertos de hambre, ayuda humanitaria, pequeños dictadorzuelos y armas baratas. Últimamente, gracias a China, incluso nos estamos ahorrando pasta en exportaciones grises de armas.Me resulta harto curiosa la disonancia cognitiva de quienes defienden la autosuficiencia alimentaria. Protestan porque en el mundo hay hambre que culpan a la superpoblación y al calentamiento global antropogénico (como si culpan a la Santa Compaña y al Ratoncito Pérez). Si alguna vez leyeran algo más que basura pseudocomunista, comprenderían que en el mundo hay hambre porque mantenemos de forma artificial nuestra producción en el sector primario, porque no dejamos progresar a los países pobres (les llaman países "empobrecidos", los muy paletos) y porque hacemos esfuerzos porque se maten entre ellos y no puedan aparecer mercados.
En conclusión: los comeflores bienintencionados, buscando combatir a productos de su imaginación, procuran un sistema más extremo que el que causa el hambre y defienden nuestros gobiernos. Ese sistema sólo funciona con una dirección política férrea. Ese sistema se intentó y mató a millones de personas. La autosuficiencia alimentaria es la nueva ola del comunismo hippy, de los extremistas ecologistas.
Si hacemos nuestra la causa de combatir el hambre en el mundo, indefectiblemente nuestra causa será la del mercado libre y la libertad política.