Revista Filosofía

El avance de los derechos humanos, la razón y la educación le han permitido a los seres humanos construir un mundo que muchos en el pasado anhelarían

Por Bayo
El avance de los derechos humanos, la razón y la educación le han permitido a los seres humanos construir un mundo que muchos en el pasado anhelarían«Durante toda nuestra historia hemos tenido bastante experiencia en este tipo de problemas, y nunca han sido señal de algo excepcional (como el regreso de una divinidad o un apocalipsis global). Basta mirar un libro de historia y ver la inmensa cantidad de grandes guerras que hemos librado desde nuestros albores, los innumerables alzamientos y caídas de civilizaciones, o la interminable lista de hecatombes naturales que hemos resistido; recordemos hechos como la erupción del volcán Toba en Indonesia hace aproximadamente 71.500 años, reduciendo las poblaciones humanas a unas pocas decenas de miles de personas; o la erupción del volcán Tera en el siglo XVII a.C, la cual sepultó a toda la civilización minoica. Los terremotos no son nada nuevo, ya que muchas poblaciones viven sobre fallas geológicas, y los tsunamis tampoco han sido novedad desde que miles de humanos asentados en costas vivieron grandes inundaciones producto del aumento del nivel del mar después de la última gran glaciación. Se admiran por las controladas pestes y hambrunas actuales, mientras que durante la edad media, las hambrunas producto de la pequeña edad glacial, y la peste bubónica costaron la vida de millones de personas mermando la población de occidente; así como en el nuevo mundo la viruela, la conquista y la explotación humana costó la desaparición de miles de aborígenes de tribus norteamericanas, y la reducción colosal de nativos en Centro y Sudamérica, etc.
Muchos hechos más contemporáneos se me quedan en el tintero, pero lo único distinto en nuestra época, es que los medios masivos de comunicación y el efecto de la globalización nos permiten saber en breves instantes lo que ocurre alrededor del planeta, lo cual genera una avalancha de noticias que producen una sensación artificial de estar viviendo un “apocalipsis” de eventos naturales y humanos. Antes cuando no había televisión, radio, internet ni ningún medio de comunicación rápido (o cuando occidente no tenia mucho contacto con oriente) este efecto era mucho menor, pero los desastres y malas noticias, al igual que ahora, tenían lugar en todo el mundo.
Mucha gente hoy en día se queja de que estamos avanzando hacia una sociedad mas “degenerada”, “moralmente relativista” y con una juventud cada vez mas irreverente – aunque esto último parece ser un fenómeno netamente humano y cíclico, ya los babilonios, egipcios y griegos se quejaban de sus jóvenes tratándolos de “malcriados, lujuriosos, groseros, irrespetuosos, vagos, entre otros”.
El avance de los derechos humanos, la razón, la educación y el retroceso de la intolerancia nos han permitido construir un mundo que muchos anhelarían en siglos y milenios pasados. Todo esto esta muy lejos de la visión apocalíptica que muchos predicadores propagan, creando en la gente un falso y artificial sentido de pánico por la espera del famoso “Juicio Final”.
Es importante recalcar en el caso de los terremotos, la supuesta sensación de que en las últimas décadas ha aumentado su frecuencia, es simplemente un mito urbano. Esta correlación se debe a que ahora tenemos más de 8 mil sismógrafos alrededor del mundo, mientras que, por ejemplo, en los años 30, solo habían 350; los movimientos telúricos ocurrían con similar intensidad que ahora durante toda la historia registrada».
De Charlatanes, Predicadores, 2012 y el Fin del Mundo
[Extracto del artículo del sitio web de la organización Asociación Escéptica de Chile]
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