Un nuevo estudio desarrollado por expertos de la Southern Methodist University (Estados Unidos), concluye que el azote es un castigo común y se profiere más de lo que podríamos pensar. Para llegar a esta conclusión se realizó un seguimiento a 33 familias utilizando grabadoras, en principio se pretendía estudiar el impacto de los gritos en el núcleo familiar, pero tras los resultados obtenidos se amplió el alcance de la investigación.
En un periodo de seis días (especialmente por la noche) los expertos detectaron 41 incidentes en los que a los niños de 15 familias se les profirieron azotes por mal comportamiento, los expertos apuntan que este castigo no sirvió de nada y que al cabo de unos 10 minutos, en un 75% de los casos los niños volvían a portarse mal, lo que muestra la ineficacia del castigo infantil físico.
De las grabaciones se han obtenido diferentes datos, los expertos explican que aquellos padres que levantan la voz son los más propensos a dar azotes a sus hijos. Otro dato interesante, tiene más valor y ofrece resultados más fiables una grabación que las declaraciones que puedan realizar los padres en relación a con qué frecuencia alzan la voz y propinan azotes, los datos obtenidos de las grabaciones no se relacionan con las declaraciones, algo que en nuestra opinión sería de esperar. Los padres tenderían a minimizar su actuación y no declararían la realidad, sea o no de forma intencionada. Por otro lado, las grabaciones aportan muchos más datos y detalles sobre lo que está ocurriendo y se puede llegar a conclusiones mucho más precisas.
El estudio se centraba en la conducta al atardecer-anochecer, momento en el que los niños han vuelto de la guardería o escuela y los padres han acabado con su actividad laboral, además las madres explican que esta franja horaria es mucho más complicada catalogándola como infernal. Deben preparar la cena y a la vez atender a los hijos, se alcanza un nivel de estrés que provoca ira y no existe una interacción armoniosa y tranquila. La investigación ha demostrado que los azotes son un castigo frecuente y recurrente, pero no se ha determinado una relación causal entre problemas conductuales y azotes, por otro lado y como ya hemos indicado, se demuestra que pegar a los niños no es el mejor modo de educarles ni de fomentar una buena relación familiar.
Según los expertos, entre el 70 y el 90% de las familias estadounidenses pegan a sus hijos, a pesar de que los especialistas médicos y psicólogos recomiendan evitar este tipo de actuación, parece que pueden más los nervios y los padres recurren al castigo infantil. Pegar a los hijos no se recomienda en ningún momento ni edad, lo único que puede ocurrir es que terminen teniendo problemas psicológicos en edad adulta, eso en el mejor de los casos.
Volviendo al estudio, se proporciono a las madres de las familias participantes una grabadora que deberían encender a las cinco de la tarde, estaría grabando hasta que los niños se fueran a dormir. Los resultados obtenidos muestran que la tasa de castigos y azotes superaron las estimaciones que se habían realizado en estudios anteriores en los que se utilizaron informes de los padres acerca de su conducta. Recordemos que los investigadores han explicado que los datos obtenidos a través de las grabaciones son mucho más veraces que lo que puedan declarar los padres.
Un dato curioso, en otros estudios se concluía que los padres estadounidenses pegaban a sus hijos unas 18 veces al año, sin embargo, en este estudio se determina que en realidad pegan 18 veces por semana a sus hijos, la diferencia es abrumadora. Lo que resulta más lamentable es saber que a los niños en muchas ocasiones se les castigaba por cosas insignificantes, el motivo de recibir un azote podía ser chuparse los dedos, o pasar las páginas de un libro. Los expertos recomiendan a los padres que se tomen un descanso antes de actuar, que cuenten hasta 10, que piensen en la acción realizada por los hijos y en las consecuencias que pueden tener este tipo de castigos corporales, que busquen alternativas a los castigos físicos. También aconsejan que comprueben si con los azotes se consigue mejorar la actitud de los niños (ya hemos visto antes que en el 75% de los casos no), o si por el contrario pueden empeorar la situación.
En definitiva, se pega más de lo que se esperaba a los niños y además por cuestiones triviales, indudablemente no es el mejor modo de educar a los hijos. Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en NLM.
Foto | AGphotographer
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El azote es un castigo común